La alianza de los civilizados: un llamamiento del movimiento vecinal a la convivencia

En 2013, el escritor Antonio Muñoz Molina, en su ensayo Todo lo que era sólido, reflexionaba —en plena crisis económica— sobre los riesgos de la desafección ciudadana y la fragilidad de las instituciones democráticas. Entonces dejó una advertencia: "Cuando la barbarie triunfa no es gracias a la fuerza de los bárbaros, sino a la capitulación de los civilizados".

Una cita especialmente pertinente en el contexto actual, en el que parece que nos situamos ante el preludio de un abismo. El triunfo de la barbarie se vislumbra cada día más próximo, cuando no es ya una realidad, como muestran las muertes diarias provocadas por el genocidio que está llevando a cabo el gobierno de Netanyahu en Gaza (algo reconocido y denunciado por las propias Naciones Unidas), o el avance del autoritarismo en democracias consolidadas como Estados Unidos, o en países de la Unión Europea como Hungría.

Observamos cómo en el mundo se imponen la diplomacia altanera y exhibicionista de Trump y el imperialismo de Putin, que no solo invade Ucrania y amenaza a los países del Este, sino que, junto con su socio del otro lado del Pacífico, ambos se han convertido en los grandes mecenas de una gran internacional del odio, a la que, sin duda, le sobra la democracia y el Estado social.

Embajadores del odio en España

Esta dinámica global también se reproduce en España, la internacional del odio tiene sus embajadores. Algunos se sientan en parlamentos, otros pontifican en tertulias matutinas o paranormales, y los más jóvenes, en redes sociales. Todos comparten un objetivo común: destruir la convivencia y hacer el ambiente irrespirable para que su virus —el virus del odio— se propague en el conjunto de la sociedad.

En ese objetivo de destruir la convivencia, este espectro, como ya ha hecho en otros lugares del mundo, ha elegido en España un blanco principal al que señalar: las personas migrantes y las personas musulmanas. Un ataque que, aunque no es exclusivo, se focaliza en quienes los odiadores consideran el eslabón más débil de la cadena. Y que, sostenido en el tiempo, lo vivimos de manera especialmente intensa este verano con los sucesos de Torre Pacheco. En la localidad murciana presenciamos con horror una cacería televisada y propagada en redes sociales con un único objetivo: provocar un estallido social que permita a esa internacional del odio alcanzar sus fines. Un modus operandi que no dudará en repetir tantas veces como consideren necesario para cumplir su objetivo, como muestra el despreciable ataque con cócteles molotov que sufrió el centro de menores de Monforte de Lemos, en Lugo, el pasado sábado.

En Madrid, han intentado provocar un estallido como el de Torre Pacheco con dos agresiones aisladas por parte de personas migrantes residentes en los centros de acogida de Alcalá de Henares y Hortaleza. En este último caso, con la complicidad del cálculo electoral de una administración que ha querido trasladar un mensaje de inseguridad basado en premisas completamente falsas, ya que vivimos en uno de los países con los niveles de delincuencia más bajos de Europa (40,6 delitos por cada mil habitantes, según el Balance de Criminalidad del segundo trimestre de 2025 elaborado por el Ministerio del Interior).

Una alianza para la convivencia

A pesar del enorme peligro que representa este fenómeno, lamentablemente, hasta ahora, la inmensa mayoría social que representamos las personas civilizadas —quienes sabemos que solo la convivencia entre diferentes permite el avance social— no hemos conseguido hacernos oír por encima del ruido que provocan los portavoces de la internacional del odio.

Urge que la gran mayoría social que no cabemos en el estrecho marco mental de los odiadores nos unamos, y que lo hagamos desde la diversidad, independientemente de la religión y de la ideología que se pueda profesar.

Urge que la gran mayoría social que no cabemos en el estrecho marco mental de los odiadores nos unamos, y que lo hagamos desde la diversidad, independientemente de la religión y de la ideología que se pueda profesar

Es el momento de volver a encontrarnos: en los barrios, en los pueblos, en las escuelas, institutos y universidades, en los centros de trabajo. Es hora de conocernos mejor y compartir lo que nos une.

Antes, debemos asumir, como dice la activista antirracista e hija de migrantes marroquíes Safía el Aadam en su libro España ¿racista?, que el racismo existe en nosotros. La escritora recuerda que señalarlo no es un insulto ni un ataque personal sino una oportunidad para entender cómo funciona el sistema y cómo podemos empezar a desmantelarlo.

En ese proceso podremos (¡debemos!) construir una alianza que permita desarrollar la vacuna contra el odio.

Es el momento en el que, como decía el Papa Francisco en la introducción de su encíclica Fratelli Tutti, “al frente de diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras.”

Es la hora de la alianza de los civilizados.

______________

Jorge Nacarino es presidente de la FRAVM.

Sobre este blog

El barrio es nuestro es un blog colectivo alimentado por la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). El nombre alude al viejo grito de guerra del movimiento vecinal que sirve para reivindicar el protagonismo de la vecindad en los asuntos que la afectan, a menudo frente a aquellos que solo ven en el territorio un lugar de negocio y amenazan su expulsión.

    Autores

Más sobre este tema
Publicado el
26 de septiembre de 2025 - 06:00 h
stats