¡A la escucha!
Esto no era una leyenda maya
Greenpeace avisó hace ya 10 años: ese edificio que se había construido a pie de playa, en la zona de Mesa del Mar, en Tenerife, mirando al mar y con unas vistas increíbles al Atlántico desde los pisos más altos, no cumplía con la ley de costas, y con el cambio climático y el aumento del nivel del mar, ese edificio corría peligro de ser engullido por las olas. Nadie les hizo caso, como tantos otros que avisaron que lo que estábamos haciendo a golpe de ladrillo lo pagaríamos después muy caro. Nadie les hizo caso, hasta ahora, cuando hemos visto atónitos cómo efectivamente el mar llegaba hasta los pisos más altos y barría de un plumazo balcones y forjados.
En uno de mis primeros reportajes como periodista en un canal nacional, en Telecinco, me tocó hablar de la tragedia del cámping de Biescas. Un torrente en pleno verano se llevó por delante aquel camping, dejando 87 muertos. El camping se levantó en el torrente seco de un río. Como tantas y tantas otras construcciones que en aquellas semanas grabamos y denunciamos en varios reportajes. Construcciones ilegales, construidas sin ningún tipo de licencia, en los caudales secos de los ríos. Estamos hablando del año 96, y 22 años después, seguimos contando lo mismo en los informativos. Urbanizaciones que se han levantado en medio de la fiebre del ladrillo en caudales secos, en torrentes naturales que el hombre desvió para poder levantar más casas pero que la naturaleza, cuando muestra su peor cara, se empeña en demostrarnos, una vez más, que somos muy tercos y muy testarudos. El problema es que sólo nos lamentamos y admitimos que nos hemos vuelto a equivocar cuando el agua se lleva por delante también vidas.
Llevamos un otoño especialmente lluvioso, con borrascas que se suceden unas tras otras. Dicen los meteorólogos que la culpa la tiene un anticiclón que se ha anclado sobre la península escandinava: eso, al parecer, hace de barrera para que las borrascas suban hacia el norte de Europa. Se han quedado dando vueltas sobre nosotros y llevamos semanas soportando demasiada agua, sobre todo en la zona del Mediterráneo. Pero lo peor es de lo que avisan esos mismos expertos: a esto vamos a tener que acostumbrarnos porque cada vez se repetirá con más frecuencia. Esto aquí porque al otro lado del Atlántico, la nueva normalidad se traduce en poca agua, mucha sequía, y riesgo alto de incendios. ¿Pero estamos preparados para esta nueva normalidad?
La frase se la he cogido prestada al gobernador del Estado de California, el Estado donde más de mil personas han desparecido tras los peores incendios de su historia. En una de sus múltiples comparecencias de estos días pedía a los vecinos que tomaran sus propias precauciones porque esto es la nueva normalidad, a esto hay que acostumbrarse. Que su clima seco y soleado es un caldo de cultivo para incendios devastadores. Aquí tenemos la otra cara de la moneda. Pero con el mismo origen: el cambio climático, ése que tantos y tantos dijeron en su día que era un invento de cuatro locos o una leyenda maya. Los mayas deben de estar sonriendo desde donde estén.