Diez apuntes sobre la 'Operación Ayusóo'

Produce verdadero pudor escribir de la guerrita interna del PP en medio de una guerra (o al menos invasión militar) de las de verdad, de las que dejan muertos, heridos y exiliados. Pero conviene asumir que ambas, la primera y la segunda, nos afectan, y sus consecuencias tendrán largo recorrido. Confieso que ha pasado más de una semana desde el inicio de la hecatombe en Génova 13 y aún no salgo de la perplejidad ante el espectáculo político, mediático y humano que hemos vivido. Algún día (pasado mañana quizás, a la velocidad de los tiempos) habrá tesis doctorales sobre la autodestrucción practicada por la cúpula del principal (de momento) partido de oposición y también (debería haberlas) sobre la capacidad de destruir que ejercen medios de comunicación más concentrados en la propaganda y/o el negocio-espectáculo que en cumplir (desde la plena libertad editorial) su función de intermediarios en el servicio público del derecho a la información.

Sobran los motivos (creo) para la perplejidad, pero intento resumir lo que creo que más importa a efectos de la salud democrática, o, dicho de otra forma, lo que más ofende a la inteligencia de la ciudadanía contribuyente.

1.- Todo empezó con una maniobra de Ayuso filtrando a dos medios amigos la existencia de una supuesta trama de espionaje que investigaba a su familia, concretamente a su hermano Tomás Díaz Ayuso, por haberse lucrado con uno o varios contratos públicos adjudicados por el gobierno de la Comunidad de Madrid. Gran escándalo mediático y político que centra todos los focos en ese intento (chusco, patético y al parecer frustrado) de espionaje.

2.- ¿Había o no había materia que investigar, no por el tristemente célebre Carromero, sino por los órganos políticos, administrativos o en su caso judiciales correspondientes? La había, y muy sustanciosa, como proclamó Pablo Casado ante los micrófonos de la Cope (ver aquí), donde habló de tráfico de influencias y del cobro de más de 280.000 euros de dinero público en adjudicaciones del gobierno de Ayuso por parte de su propio hermano.

3.- Después de una primera negación total en la que Ayuso había ejercido por enésima vez como Santa Isabel sufridora y perseguida (ver aquí), ya tuvo que reconocer y documentar que una empresa de un íntimo amigo suyo había obtenido, efectivamente, una adjudicación pública por millón y medio de euros de los que Tomás Díaz Ayuso habría cobrado 55.000. Y dos de sus consejeros entregaron, poco después de las acusaciones públicas de Casado, los “papeles” que desde Génova 13 se habían reclamado a Ayuso desde hacía más de cuatro meses. ¿Todos los papeles? Para nada.

4.- En cuestión de horas, el tigre Pablo Casado que había denunciado “los gravísimos indicios de tráfico de influencias” se volvió corderito y anunció que daba por “buenas” las explicaciones de Ayuso y cerraba el “expediente informativo” que ni siquiera se llegó a abrir. Hemos preguntado insistentemente cuál fue el motivo de ese brusco cambio, probablemente el que supuso la derrota definitiva de Casado y su escudero García Egea en una batalla que no habían iniciado ellos. La respuesta de fuentes fiables es doble: Ayuso entregó “papeles”, sí, pero sobre todo se había desatado un terremoto de presiones de los barones territoriales para que Casado diera marcha atrás y se rindiera. Feijóo y Ayuso, teóricamente los dos nombres que supuestamente simbolizan dos almas ideológicas en el PP respecto a Vox, habían hablado y acordado que había llegado el momento de fulminar a Casado y a su número dos, el hombre que más antipatías provoca en las filas del Partido Popular por sus modos autoritarios.

Feijóo y Ayuso, teóricamente los dos nombres que supuestamente simbolizan dos almas ideológicas en el PP respecto a Vox, habían hablado y acordado que había llegado el momento de fulminar a Casado y a su número dos

5.- Leímos en esos días editoriales y artículos de toda una batería de medios y analistas ilustres de la derecha masacrando a Casado y Egea con un entusiasmo tan desproporcionado como los contundentes vaticinios que sólo tres semanas antes esos mismos medios y analistas lanzaban sobre las firmes posibilidades de Casado de llegar a la Moncloa, según encuestas propias que le colocaban al borde de la mayoría absoluta, empezando por Castilla y León y avanzando en España entera. Impresionante el cuajo con el que en este país tanta gente se empeña en tener razón cuando sostiene una cosa y también cuando sostiene la contraria. Sin complejos.

6.- Sobre los patéticos intentos de Pablo Casado de resistir al frente del partido y sobre el bochornoso espectáculo de deslealtades y traiciones retransmitido en estos días y culminado (curiosamente) en la noche del 23-F y la madrugada del 24, hemos leído ya unos cuantos relatos detallados y quizás algún día escriba un libro-testimonio Pablo Montesinos, uno de los pocos apoyos de Casado que ha mantenido la dignidad y la lealtad y que probablemente devuelva pronto su acta de diputado (cosa que no se espera de toda la tropa de enterradores del perdedor y abrazadores del vencedor).

7.- Que no nos despisten ni la indignidad de los traidores ni la empatía por el ejecutado con nocturnidad y alevosía. Casado y Egea han acumulado toneladas de méritos para figurar en las peores páginas de la historia democrática, siempre dispuestos a mentir, a bloquear el funcionamiento del Estado, a deslegitimar el resultado de las urnas o las mayorías parlamentarias, a hablar mal de España o poner en riesgo los fondos europeos con tal de desgastar al Gobierno… Tienen una extensísima hoja de servicios para el mal.

8.- Todo lo cual no es óbice para sentirse no ya perplejo sino indignado ante el hecho incontestable de que aquí ha habido una denuncia de presunto tráfico de influencias y de claro nepotismo y resulta que el ejecutado es el denunciante, mientras la denunciada, Isabel Díaz Ayuso, sigue con su teatro de dama ofendida e inocente. Ya es el colmo que este jueves, aprovechando que todos los focos del mundo mundial estaban puestos en Ucrania, desde la propia Comunidad de Madrid se distribuyera un argumentario (ver aquí) en el que se reconoce que Tomás Díaz Ayuso cobró por cuatro trabajos con la empresa de su íntimo amigo Daniel Acuña, la adjudicataria de la polémica, alrededor de ¡283.000 euros!, casi exactamente la cifra que había dado Pablo Casado en la Cope. Una vez más cabe deducir que nos toman por idiotas (en la hipótesis de que nos consideren siquiera humanos).  

9.- Sobre el cúmulo de indicios de irregularidades en las contrataciones a dedo o “por emergencia” realizadas por el gobierno Ayuso invito a echarle un ojo a los datos y análisis que en infoLibre hemos venido publicando (ver aquí). Respecto a la investigación abierta por la Fiscalía tras las denuncias de PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos, me remito a lo que con absoluta claridad proponía (ver aquí) mi compañero Manuel Rico hace unos días: compruébese si Tomás Díaz Ayuso ha tenido un incremento notable de sus ingresos en los últimos dos años y con qué origen si así fuera. La valoración que el propio fiscal anticorrupción hace al asumir la querella y la actitud demostrada en casos tan escandalosos sobre la familia Ayuso como Avalmadrid (ver aquí) alimenta el escepticismo.

10.- Por supuesto, no hemos escuchado ni leído una sola palabra en toda la semana sobre discrepancias de fondo, de estrategia o de discurso respecto al ascenso de Vox. El débil resultado y el melón abierto en Castilla y León sobre gobernar con la extrema derecha o romper con ella en todas partes aceptando el cordón democrático que proponen el resto de fuerzas políticas están ahí, a la espera de decisiones trascendentes. Sabemos que Alberto Núñez Feijóo, el deseado y probablemente aclamado el 3 de abril como nuevo líder del PP, se ha puesto de acuerdo con Ayuso para liquidar a Casado. Pero no ha habido un solo mensaje que no estuviera centrado en poner fin al escándalo de presunta corrupción, sin siquiera exigir a Ayuso una sola explicación más.

 ¿En serio de este modo puede representar la renovación o hasta “refundación” del PP (claman algunos de sus medios afines) un Feijóo que lleva veinte años al mando en Galicia y que ha necesitado una especie de pacto de no agresión con Ayuso para ocupar el trono de Génova? No es extraño que algún fontanero de la sede nacional, espantado por lo que ha visto estos días, lo haya bautizado como Operación Ayusóo.

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