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Nueva regresión en Estados Unidos

Solo un americanismo tan pueril como trasnochado puede sostener hoy que Estados Unidos es el faro del mundo libre. Esto solo puede creerlo alguien que se haya quedado anclado ideológicamente en los años 1950… o, bueno, que cobre de Estados Unidos. El Estados Unidos del siglo XXI está muy lejos del de Franklin Delano Roosevelt, que primero amplió los derechos sociales de sus propios ciudadanos y luego regó con la sangre de sus hijos las playas de Normandía para combatir al fascismo.

La deriva hacia una nación paranoica y un imperialismo agresivo marcó buena parte de la segunda mitad del siglo XX norteamericano. La caza de brujas del senador McCarthy, la desmedida hostilidad hacia Cuba, la brutalidad de la guerra de Vietnam o el apoyo a criminales golpistas como Pinochet y la Junta argentina, fueron otros tantos hitos de aquella deriva. Estados Unidos olvidaba el sabio consejo de Roosevelt: "Lo único que tenemos que temer es al miedo". Se dejaba llevar por el Red Scare, el miedo a los rojos.

Pero aún más grave es que, habiendo ganado la Guerra Fría, Estados Unidos ha seguido caminando más por el lado oscuro que por el luminoso en lo que llevamos de siglo XXI. El desembarco en Normandía ocurrió hace ya más de 75 años, pero apenas se ha secado la tinta de las noticias de los secuestros en Guantánamo, las torturas en Abu Ghraib, el espionaje a aliados de Washington como Francia y Alemania, las burdas mentiras de la guerra de Irak, la grotesca presidencia de Donald Trump y el asalto de los bisontes ultras al Capitolio.

Recuerdo todo esto para situar en contexto la noticia de la última regresión estadounidense: el anuncio de que, muy probablemente, su Tribunal Supremo revocará la sentencia Roe vs Wade, que en 1973 legalizó el aborto. La autoproclamada primera democracia del planeta, que jamás ha prohibido las armas de fuego particulares ni abolido la pena de muerte, que tiene una descomunal población penitenciaria y obliga a su gente a vender sus casas para pagarse el tratamiento de un cáncer, cuyas fuerzas policiales suelen tener el gatillo fácil al toparse con un negro, se apresta a negar a sus mujeres el derecho a decidir en materia de maternidad.

Desde Nueva York, Moria Donegan se pregunta en un artículo reproducido ayer en elDiario.es: "Si el Tribunal Supremo no ampara el derecho al aborto, ¿es Estados Unidos un país libre?" Veamos: un conjunto de magistrados jamás elegidos directamente por el pueblo, nominados por presidentes reaccionarios como Reagan, Bush y Trump, promovidos, precisamente, para cosas como esta, para hacer retroceder derechos y libertades, va tomar una decisión que convertirá en ilegal el aborto y, según añade Donegan, "convertirá a las mujeres en prisioneras de sus propios cuerpos y de ideas de hombres sobre lo que deben significar esos cuerpos".

Triunfará así la visión más fundamentalista y más misógina, y lo hará bajo la apariencia de algo que solo los muy estúpidos toman como la palabra de dios: una decisión judicial. Se abrirá, además, el camino a que el Supremo se cargue otras libertades y derechos recientemente conquistados. Entre ellos, informa la columnista neoyorquina, el derecho a los anticonceptivos o el matrimonio homosexual.

Se puede ser una potencia financiera, militar y tecnológica sin ser un referente democrático. Tal es el caso de China, tal es cada vez más el caso de Estados Unidos. Aviso a navegantes: duden de la palabra de cualquier superpotencia

Se puede ser una potencia financiera, militar y tecnológica sin ser un referente democrático. Tal es el caso de China, tal es cada vez más el caso de Estados Unidos. Aviso a navegantes: duden de la palabra de cualquier superpotencia. ¿Ya han olvidado que, el pasado verano, Washington dejó colgados a las afganas y los afganos que se habían creído su misión supuestamente libertadora y modernizadora, que los dejó, literalmente, a merced de los talibanes? Venga, a ver si esta vez los europeos somos listos y no cometemos el mismo error de fe ciega en el caso de la guerra de Ucrania. Washington solo es leal con Israel y Reino Unido.

La muy probable revocación del derecho al aborto, escribe Moria Donegan, "hará a nuestro país (Estados Unidos) más débil, más cruel, más estúpido y menos dinámico". Hay que ser tonto para ser más papista que el papa en este lado del Atlántico, ¿no les parece?

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