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Bazofia en el diario de sesiones

El Congreso de los Diputados tiene en su Reglamento dos artículos contradictorios. Por un lado establece que “en el Diario de Sesiones se reproducirán íntegramente, dejando constancia de los incidentes producidos, todas las intervenciones y acuerdos adoptados…” (art. 96.1). Por otro, se dice que, si las hubiera, “el Presidente requerirá al Diputado u orador para que retire las ofensas proferidas y ordenará que no consten en el ‘Diario de Sesiones’…” (104.3).

Lidiando con la contradicción, ante las barbaridades proferidas el miércoles por la diputada de Vox, Carla Toscano, contra la ministra Irene Montero, el vicepresidente del Congreso reclamó a su agresiva señoría que retirara las ofensas y pidió que no constaran en el escrito. Acertó la ofendida ministra pidiendo que se reflejaran en el diario los insultos, particularmente el más brutal de ellos, el que afirmaba explícitamente que “su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”. Lo más doloroso del vergonzoso acontecimiento fue cómo cerraron filas los diputados de Vox, aplaudiendo en pie y gritando “libertad, libertad”. Es doloroso porque una diputada puede eventualmente proferir un insulto machista, pero que le jalee el tercer grupo parlamentario en número es síntoma de que la extrema derecha puede hacer mucho daño a nuestro país.

Las estenotipistas y taquígrafas y redactoras (suelen ser mujeres) no pueden materialmente recogerlo todo [ ... ] pero lo que se lee en el Diario en demasiadas ocasiones limpia con demasiada pulcritud la basura que algunos generan

El asco que produce en la mayoría de la ciudadanía la actuación de los ultraderechistas se compensa en parte con la unidad con que toda la izquierda reaccionó ante las ofensas. Lo hizo incluso tímidamente el Partido Popular, que se desmarcó de las palabras de Toscano. Se constata una vez más el peligro real que constituyen los reaccionarios para los enormes avances que España ha hecho en las últimas décadas en feminismo, en tolerancia, en laicismo, en respeto. Se certifica también la tensión y la polarización a la que nos están sometiendo a todos los ultras y, confiamos, la respuesta rotunda que recibe de la mayoría social. 

Pero volviendo al Diario de Sesiones, la bronca del miércoles vuelve a suscitar un asunto aún no resuelto del todo. Quien preside la Cámara en ese momento tiene la potestad de ordenar retirar del texto palabras presuntamente ofensivas. Desde hace unos años, con la Presidencia de Jesús Posada, las palabras que “se retiran” en realidad quedan en el Diario entre corchetes, pero no deja de sorprender que se permita amputar texto que se ha dicho por quienes son representantes de la soberanía popular. En 2004, el bueno de Manuel Marín, preguntado sobre la cuestión, afirmó que “la Presidencia no puede permitir que se vayan creando precedentes en la Cámara de los que probablemente nos arrepintamos en el futuro”. Lo mismo dijo más recientemente la también muy querida Ana Pastor, cuando censuró las palabras “golpista” y “fascista”. “El Diario de Sesiones lo leerán no mañana, sino dentro de cien años, y esta generación, que posiblemente tendríamos que representar lo mejor de la historia de España después de estos cuarenta años de democracia, estamos demostrando, especialmente en el Pleno del miércoles, que no utilizamos bien la palabra que nos han dado los españoles para representarles”, dijo la presidenta. Y habría que concluir que lo que quería decir era: “Y como somos así de brutos, al menos que no quede constancia”. 

Gracias al servicio de vídeo que presta la Cámara, el grado de censura sobre lo que dicen las diputadas y los diputados es mucho menor, pero se siguen ignorando muchas de las cosas que allí se dicen. La acústica del hemiciclo es muy notable (esos lugares se construían sin pensar en los micrófonos) y el insulto que se lanza desde un escaño se escucha perfectamente al otro lado. Las estenotipistas y taquígrafas y redactoras (suelen ser mujeres) no pueden materialmente recogerlo todo, como tampoco las cámaras pueden grabar a todos los diputados, pero lo que se lee en el Diario en demasiadas ocasiones limpia con demasiada pulcritud la basura que algunos generan. Así, cuando uno le llama a otro “gilipollas”, el insulto se ignora o se afirma que “se producen insultos desde el Grupo x”. Cuando un diputado con suspenso en gramática dice “desenvolvido”, las redactoras van en su auxilio para corregir la pifia

El Diario de Sesiones y el vídeo y la grabación sonora deberían recoger literalmente lo que allí se diga. Es nuestro derecho y el derecho de nuestros sucesores. Y si esa tal señora Toscano profiere bazofia machista, está bien que el Diario las recoja, quizá para vergüenza de sus nietos. Así lo entendió la ministra Montero de inmediato y así debe ser.

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