Europa, ¿has oído? 9 de mayo, día de la ciudadanía europea

Diría que es la primera vez que de forma simultánea miles de ciudadanos y ciudadanas de distintas ciudades europeas salen a la calle en defensa de los valores europeos, de la democracia y el Estado de bienestar que nos han proporcionado décadas de progreso. Nunca falta quien, desde su atalaya intelectual, ve en estas movilizaciones un acto de buenismo woke, pero prefiero que me encuentren de este lado a estar en el del resentimiento, la ira y la frivolidad.

75 años después del célebre discurso de Schuman que inspiró el proyecto europeo, el 9 de mayo debería ser rebautizado como el día de la ciudadanía europea, pues ha sido esa efeméride la que ha provocado que, tras la concentración en Roma convocada por el periodista Michel Serra, este fin de semana haya habido movilizaciones que, si bien no han sido masivas, sí que son más que significativas. Alcaldes y alcaldesas en Barcelona, el tejido social en Zaragoza, un amplio grupo de periodistas e intelectuales en Madrid junto a representantes de medio centenar de organizaciones de la sociedad civil, y más pluralidad ideológica de la que se acostumbra a ver en las plazas. ¿Qué tenían en común? La percepción de que la Unión Europea que tenemos está en riesgo y que el cambio que llega tiene visos de ser para peor.

Un hito que las instituciones comunitarias deben tomar en consideración y actuar en consecuencia. Quienes portaban banderas azules con las estrellas de la UE estaban pidiendo un nuevo rumbo, una reinvención del proyecto europeo capaz de hacer frente a los desafíos del momento profundizando la democracia y no erosionándola.

Gaza y Ucrania en la retina, Trump y Putin enfrente, pero también una revolución digital que no debería avanzar sin reglas que hagan de ella una aliada de la democracia y no una amenaza; una crisis ambiental que necesita coherencia y liderazgo internacional más allá de abrir nuevos nichos de negocio; políticas decididas de igualdad y cohesión social que actúen como fortaleza frente a los neorreaccionarios… Estos son algunos de los principales retos a los que la UE se enfrenta hoy y que obligan a tomar decisiones firmes si el proyecto europeo no quiere verse diluido.

Quienes portaban banderas azules con las estrellas de la UE estaban pidiendo un nuevo rumbo, una reinvención del proyecto europeo capaz de hacer frente a los desafíos del momento

La inquietud está más allá de las plazas y las calles. La pasada semana, las jornadas anuales del prestigioso Cercle d'Economía se preguntaban también si Europa sería capaz de despertar y apuntaban al escenario geopolítico, la revolución tecnológica, la crisis climática, la desigualdad, la gestión de la migración y la desinformación como algunos de sus principales retos. La sociedad, plural y diversa, con visiones e intereses distintos, está preguntándose si será posible, y debate cómo hacer que ocurra.

Es innegable que hay inquietud, y que esas dudas recorren desde estos sectores empresariales hasta organizaciones sociales pasando por ámbitos culturales o intelectuales. Así lo ratifican estudios demoscópicos como el último Eurobarómetro o la encuesta de 40dB, que detectan claramente actitudes europeístas consolidadas y, a la par, una cierta incredulidad de que la Unión Europea vaya a estar a la altura. Los manifestantes de Madrid portaban carteles. “UE: Unidos o sometidos”, “UE: Unidos en la diversidad”; “Más Europa”, rezaba la pancarta en Zaragoza; “Por una Europa unida y democrática” se titulaba el manifiesto de la concentración en Barcelona; “Somos Europa”, el elaborado por intelectuales vascos llamando a la movilización en Bilbao…

Es hora de que desde las instituciones europeas se emitan señales que permitan comprobar que han entendido el mensaje. Y es importante que la sociedad civil no deje todo en manos de esas instituciones, sino que siga preguntándose cómo podemos salir de esta.

9 de mayo, día de la ciudadanía europea. Para recordarnos nuestra responsabilidad como ciudadanía y recordar a quienes ocupan las instituciones que no vamos a permitir que hagan dejación de la suya. Este mayo debería ser un punto de inflexión.

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