... Que reparte alegría

Tenía pendiente un domingo de potaje y vermut y ya lo he vivido. Este menú tan apetecible lo prepara en el teatro una artista que reúne todo lo que admiro: talento, corazón, humor a raudales y arte. Ella es Maui de Utrera y cuando entras en su “cocina psicomágica” no quieres salir de allí.

El pasado domingo, Maui cerró temporada en el teatro Alfil de Madrid y en esa última función yo me estrené como espectadora. Llevaba tiempo queriendo ver a esta mujer en escena y ahora no sé por qué he tardado tanto tiempo en regalarme una experiencia tan nutritiva para los sentidos.  

Si no la conocen, les cuento la premisa: Una cómica fantástica, que compone sus canciones y las canta, escribe su texto y lo interpreta, bailotea y toca el violonchelo y crea una fuerte tela de araña de complicidad con el público, prepara un potaje en una cocina improvisada en el escenario y el guiso le sirve como hilo conductor para hablar de la vida. 

Ese potaje tragicómico contiene el calor de los sabores familiares, el arte, el humor, el amor, el sexo, la desdicha, las imperfecciones, todos los ingredientes que, como el pimentón, le dan color a nuestro paso por el mundo.

Crea una fuerte tela de araña de complicidad con el público, prepara un potaje en una cocina improvisada en el escenario y el guiso le sirve como hilo conductor para hablar de la vida

El espectáculo de Maui es la expresión de la generosidad. Te invita a un vermut nada más entrar por la puerta y a continuación, te regala un espectáculo con el que viajas de la carcajada a la lágrima, a bordo de la olla de un potaje de emociones tan delicioso como auténtico. La alegría que reparte desde el escenario es un regalo y su mirada del mundo, desde unos ojos verdes tan intensos como la risa que hace brotar en las butacas, es esperanzadora.

Maui rinde tributo a sus referentes, Fernanda de Utrera, Bernarda, el Perrate y hasta canta una letra maravillosa de su tío Bambino, Procuro olvidarte, que acompaña con acordes de violonchelo. Y como esas personas que te invitan a su casa y todo les parece poco, la anfitriona añade una sorpresa, la presencia de un artista con el que charla y canta al alimón. 

Esta vez fue Tomasito, el genio con el que se puede caer por derecho en el lugar común: “si hubiera nacido en los Estados Unidos sería una estrella mundial”. Pero él nació en Jerez y le atraviesa el talento de esa tierra flamenca desde la suela de los botines verdes hasta el último rizo de su flequillo gitano. 

Cuando hay tanto gris y negro en la atmósfera —en sentido literal y en el metafórico—, el colorido caleidoscópico de una artista completa, honesta y generosa es medicina para el alma.  

Los domingos de sofá y mantita se parecen tanto entre sí que cuesta distinguirlos, pero un domingo de vermut y potaje con Maui de Utrera es inolvidable. Canta, baila, te toca el corazón y te hace reír, no se la pierdan. 

Procuro olvidarte. Bambino por Maui de Utrera:

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