Hacia el mundo sin límites Cristina García Casado

Miércoles 29 de enero de 2025. El vuelo 5342 de American Eagle parte de Wichita, Kansas, pasadas las seis y media de la tarde con destino al aeropuerto Ronald Reagan, en Washington. El trayecto, estimado en poco más de dos horas y media, se interrumpe bruscamente cuando un helicóptero militar blackhawk impacta contra el aparato a las 20:53h. Los restos de las dos aeronaves, tras fundirse en una gran bola de fuego, caen al río Potomac. Es el peor accidente aéreo en Estados Unidos en los últimos 25 años.
La pregunta parece obvia: ¿cómo puede suceder un siniestro de estas características en lo que se ha considerado el cielo más controlado del mundo? Washington, como capital de Estados Unidos, es la sede de las instituciones de su poder político y militar. Esto provoca un intenso tráfico que debe volar, además, evitando determinadas zonas restringidas. Si el control aéreo es imprescindible en cualquier aeropuerto, en este debe realizarse con tiralíneas.
Donald Trump comparece en la Casa Blanca el 30 de enero y culpa a la anterior administración Biden y a la Administración Federal de Aviación, FAA, de haber propiciado el accidente por su políticas inclusivas de contratación, al haber incorporado a personal con “discapacidad intelectual severa, problemas psiquiátricos y otras condiciones mentales” a sus plantillas.
Cuando los periodistas preguntan a Trump por las pruebas de esta grave afirmación, el presidente les contesta que no le hacen falta: “Tengo sentido común, algo de lo que por desgracia mucha gente carece”. Pete Buttigieg, exsecretario de Transporte, califica estas declaraciones de “despreciables”. Multitud de instituciones públicas y empresas privadas contratan a trabajadores con algún tipo de discapacidad, asignándoles puestos adaptados a sus posibilidades.
Además de lanzar un aldabonazo contra sus adversarios políticos, basado en mentiras, el presidente también se cuestiona en sus redes sociales, el mismo martes, por las causas de la colisión: “Era una NOCHE CLARA, las luces del avión estaban encendidas, ¿por qué el helicóptero no subió ni bajó, ni giró? ¿Por qué la torre de control no le dijo al helicóptero qué hacer en lugar de preguntar si vieron el avión? Esta es una mala situación que parece que debería haberse evitado. ¡¡¡NO ES BUENO!!!".
La labor de un cargo público, más si posee la importancia del que ocupa Trump, no es realizar especulaciones, sino ofrecer respuestas claras y fundamentadas a la ciudadanía. Si lo que busca es hacer su trabajo. Si lo que pretende es agitar el avispero conspirativo, uno de los abrevaderos preferidos por sus seguidores, basta que Trump coloque algunas mayúsculas y exclamaciones entre una sucesión de preguntas para que la pulsión de la suspicacia estalle.
Pero, ¿cuál es el interés de Trump en que sus votantes orbiten alrededor de las teorías conspirativas? El primero es instalar un sentimiento de desconfianza en el que Trump y sus secuaces se muestren como la única voz autorizada en cualquier tema. Cuando alguien desprecia los consensos más básicos siempre acaba cayendo en el culto a cualquier gurú que le reafirma en sus prejuicios.
El segundo objetivo busca ensombrecer las causas reales por las que suceden las cosas que, por lo general, tienen mayor relación con problemas económicos y estructurales que con las demenciales teorías de la ultraderecha. Cuando culpas a unas élites abstractas, eximes al sistema financiero. Cuando señalas a la agenda 2030, liberas de responsabilidad a quien recorta servicios públicos.
En el caso que nos ocupa deberá ser la FAA la que establezca las causas del accidente aéreo tras una investigación. Hasta entonces, ya conocemos algunos detalles que pueden ir despejando lo sucedido. Según los informes preliminares, el helicóptero fue advertido de que se aproximaba hacia el aeroplano. El transporte militar recibió la advertencia, pero pudo confundir el motivo de la misma, pensando que se le alertaba de otra aeronave que volaba tras el avión con el que finalmente impactó.
Pero, ¿por qué el controlador no fue más tajante en su advertencia? Posiblemente porque, tras efectuarla, pasó a dirigir el resto de aeronaves estimando que su labor estaba realizada. Según el informe preliminar de la FAA, el número de operarios en la torre de control “no era normal para la hora del día y el volumen del tráfico”. Sólo había un controlador cubriendo a la vez el seguimiento de aviones y helicópteros, algo que deben realizar dos profesionales.
Desde la pandemia, el número de controladores aéreos en Estados Unidos está por debajo de su cantidad óptima. Aunque en 2024, último año de la administración Biden, se realizaron las contrataciones previstas, estos profesionales aún doblan turnos y soportan una carga de trabajo mayor de la indicada. El 20 de enero de este año, uno de los primeros decretos que firmó Trump, tras su toma de posesión, fue paralizar la contratación de nuevo personal en la administración federal, de la que también depende el control aéreo.
No llamen fatalidad a lo que son recortes públicos. No busquen en la conspiración lo que es producto de la codicia y la irresponsabilidad
Ese mismo día dimitió Michael Whitaker, el presidente de la FAA, un cargo que cuenta con mayor duración que las legislaturas presidenciales para evitar cambios políticos y dar estabilidad a la agencia. Esta vez, sin embargo, Elon Musk forzó la salida de Whitaker, a quien había acosado desde su red social después de que la FAA le sancionara —con tan sólo seiscientos mil dólares— por la explosión de uno de sus cohetes hace un par de años.
Musk está al frente del recién creado departamento DOGE, que busca ejecutar recortes públicos bajo la coartada de la eficiencia. Algunos de estos despidos, como los que ya han sucedido con los agentes del departamento de Justicia que investigaron a Trump, tienen categoría de purga. Paradójicamente, Tesla y SpaceX, las empresas insignia de Musk, han recibido cuantiosas subvenciones federales. Sólo su compañía aeroespacial ha logrado contratos con la administración por un valor de 19800 millones de dólares desde 2008.
El 22 de enero, Trump despidió además al responsable de la Administración de Seguridad del Transporte, así como a todo el Comité Asesor de Seguridad de la Aviación, organismo creado por el Congreso en 1988 después del atentado al vuelo 103 de la PanAm. En estos momentos, las principales agencias de seguridad aérea de Estados Unidos están descabezadas y sus profesionales trabajando bajo mínimos ante la congelación de contrataciones.
El martes 28 de enero, el vuelo 4514 de Republic Airways tuvo que abortar su aterrizaje en el aeropuerto de Washington, debido a que a las 20:05h un helicóptero se aproximó peligrosamente a su trayectoria. Veinticuatro horas después, en el mismo escenario y bajo las mismas condiciones, sucedió el accidente que nos ocupa. No llamen fatalidad a lo que son recortes públicos. No busquen en la conspiración lo que es producto de la codicia y la irresponsabilidad.
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Carmen Alonso¡Hola, !
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