Una escena que no puedo dejar de ver

¿Cuántas veces ha visto usted el bofetón de la gala de los Oscar? Calculando por lo bajo… yo diría que he visto en estos días más hostias de Will Smith a Chris Rock que en la saga entera de Rocky.

¿Y cuántas veces ha visto usted la escena más luminosa de aquella gala? Si se lo ha perdido, yo se lo cuento: dos estrellas, Liza Minnelli y Lady Gaga, aparecen juntas en el escenario para entregar el premio a la mejor película. Cuando llega el momento en el que Liza —en silla de ruedas y con dificultades para expresarse— tiene que hablar ante el público, Lady Gaga le da la mano con enorme cariño, le dice “te tengo” para brindarle tranquilidad y ayuda, con sutileza, a que su compañera hile el discurso, para que el astro Minnelli brille como merece.

¿Qué tienen en común la escena más desagradable y la más bella de la gala?: una mano. Una mano parte la cara al que nos molesta y una mano sostiene y da fuerza al vulnerable. Es que con una mano podemos ahogar al otro y con una mano podemos salvarlo, solo cambia la intención…

En estos días, hemos hecho entre todos tanto y tanto comentario del guantazo que, lo confieso, estoy saturada. Tengo empacho de galleta, sobredosis de sopapo, indigestión de Will, Jada y Chris, dispepsia de memes, intolerancia a las teorías sobre la leche. No puedo más.

En la mano de Lady Gaga veo el cariño y el respeto por el otro, la compasión por el indefenso, la admiración por el talento ajeno, el reconocimiento a tus referentes

En cambio, esa otra imagen, la de la mano de Lady Gaga apretando con ternura la de Liza Minnelli, la vería mil veces, porque ese gesto simboliza para mí lo mejor del ser humano.

En la mano de Lady Gaga veo el cariño y el respeto por el otro, la compasión por el indefenso, la admiración por el talento ajeno, el reconocimiento a tus referentes.  

Pero en esa imagen veo también la grandeza, esa que no se compra con pasta, ni se aprende de un coach ni en un libro de aeropuerto, esa que se tiene o no se tiene. Es la grandeza que no se pierde, aunque subas a lo más alto del éxito y es la prueba del algodón para diferenciar al valioso, el que ayuda a que otros brillen, del mediocre, el que tapa a los que tiene al lado por temor a que le hagan sombra.

Lady Gaga es deslumbrante, no necesita oscurecer a nadie para destacar y elige hacer lo contrario: proyecta su luz con fuerza para que otros brillen. Pero no hace falta ser diva, ni cantante, ni actor de Hollywood, estrellas de esta categoría existen en todos los ámbitos de la vida y no están a millones de años luz, como Earendel. Esas son las personas grandes de verdad, las que te salvan cuando te dan la mano. 

Más sobre este tema
stats