La portada de mañana
Ver
Nadie quiere parar a Netanyahu: Israel, cada vez más fuerte e impune tras 40.000 muertos en Gaza

Muros sin Fronteras

Obama se lía en Siria

Manifestación a favor de Bachar al Asad en Damasco.

Siria se desangra ante la impasividad occidental. La reiteración convierte a la muerte en algo cotidiano, asumible, ajeno. Las noticias de las masacres de Bayda, en las que al parecer han muerto cerca de 200 personas, recibieron escasa relevancia informativa. Tampoco hubo gran escándalo tras el bombardeo israelí sobre un centro militar próximo a Damasco. La Unión Europea calla, China critica y Barack Obama, premio nobel de la Paz, afirma que Israel tiene derecho a defenderse.

Aunque no existe confirmación de las partes –nos movemos en un terreno de espías, guerra sucia y secretos–, todo indica que el objetivo era un cargamento iraní de armas con destino a Hezbolá, el partido-guerrilla con el que Israel tiene una cuenta pendiente desde la guerra de 2006. Aunque el problema de fondo viene de la invasión israelí del sur de Líbano en 1982 con la excusa de expulsar a la OLP de Yasir Arafat.

Carla del Ponte, ex fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional de la ex Yugoslavia, dijo que tenía testimonios de personas y médicos que acusaban a la insurgencia siria de utilizar gas sarín. Del Ponte es parte de una comisión extranjera que desmintió sus palabras.

La acusación llegó días después de que el Reino Unido y EEUU, basados en sus propios informes de espionaje, acusaran al régimen de Bashar el Asad de haber empleado armas químicas en el frente de Damasco.

Estas dos palabras, armas químicas, huelen a Sadam Husein, a primavera de 2003 y a intervención occidental. El uso de armas de destrucción masiva era una de las líneas rojas de Obama.

Las líneas rojas son como los principios en la película de los Hermanos Marx: si no le gustan estas líneas rojas tenemos otras menos exigentes que nos permitan ganar tiempo.

Se ha reabierto el debate en EEUU (en menor medida en Europa): ¿Es el momento de intervenir? El ex director del The New York Times, Bill Keller, no destaca entre los más entusiastas: recuerda en un artículo las diferencias entre los casos de Siria e Irak. Tiene razón: en Siria no hay petróleo.

Se estudian varias opciones, eso que los estrategas militares llaman escenarios. El que cuenta con más adeptos es la vía Libia; es decir, un apoyo aéreo limitado para impedir al régimen de Assad el uso de su artillería y helicópteros. Pero Siria tampoco es Libia.

Siria es una zona bajo influencia de Rusia, su gran patrocinador desde hace décadas. Cualquier acción debería contar con su aprobación.

No parece que Obama se atreva a seguir los pasos de Bush y dejar a un lado al Consejo de Seguridad de la ONU. Las reuniones del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, tienen el objetivo de buscar consensos. A los dos les unen las dudas que genera una parte de la insurgencia, más cercana al yihadismo que de ser un movimiento de liberación. Ese miedo al extremismo tiene seguidores en EEUU.

Siria es un tablero donde se juega una partida mayor: Irán. Asad es uno de los pocos aliados del régimen de los ayatolás. Con el sur de Líbano, donde manda Hezbolá, e Irak, donde los chiíes son mayoría, Teherán dispone de un arco de protección. Si pierde Siria, Hezbolá quedará aislado.

A Israel tampoco le interesa que la caída del régimen del Asad genere un caos en Siria. Un gobierno yihadista en Damasco no sería bueno para Israel por mucho que Netanyahu confíe todo a su fuerza militar.

Siria responderá a todos los ataques de Israel

Parece probado que Hezbolá tiene un papel creciente en Siria, en apoyo de su aliado Asad. El líder del partido-guerrilla, Hassan Nasralá amenaza con involucrarse (más) en esa defensa de sus intereses.

Sería una gran ironía que Hezbolá con su apoyo acabe jugando, sin buscarlo o desearlo, en el campo de los intereses de EEUU e Israel que prefieren el estatus quo: un Asad débil que unos islamistas en el poder. La historia lo demuestra: la política y los intereses, y más en Oriente Próximo, consiguen extraños compañeros de cama.

¿Y los civiles sirios? ¡Ah, los detalles! De ellos ya se hablará en otro momento.

Más sobre este tema
stats