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Van a tener que ponerse a trabajar

Lo mejor del tiempo nuevo que traerán las urnas a partir del domingo es que estos políticos de corto recorrido que nos gestionan la cosa pública van a tener que ponerse las pilas. O largarse.

Si las papeletas confirman los vaticinios de las encuestas, los partidos tendrán que hacer por fin política en España, lo que sin duda será una innovación histórica en su forma de actuar. Desde el año 78 han hecho más política las asociaciones vecinales o los clubes de fútbol que los partidos en los gobiernos o en la oposición. Antes no había partidos, y en las épocas en que existieron, repúblicas incluidas, o se buscó la hegemonía o se pactó la alternancia. De modo que jamás en la historia política de este país ha habido verdadera necesidad de imaginar, crear o negociar para gobernar: o se apañaban entre las élites o montaban una guerra.

En la España contemporánea, la que arranca con la Constitución del 78, PSOE y PP se han alternado en el gobierno de la nación y en los de las autonomías con mayorías absolutas o con apoyos puntuales que se basaban fundamentalmente en hacer concesiones al nacionalismo periférico o repartir poder con partidos de tercera posición. Los ciudadanos nunca obtuvimos ventaja de la debilidad puntual de los grandes porque los pequeños no basaron su apoyo en forzarles a cambiar programas en nuestro beneficio sino más bien en el de sus propias posiciones partidarias o regionales.

La crisis económica y la falta de generosidad y reflejos de todas estas fuerzas acomodadas y ciegas empieza a partir de este domingo a dinamitar este statu quo.

Esos partidos que invitan al emprendimiento y la innovación en lo económico y que dicen estar comprometidos en lo social, se muestran incapaces de salir de su zona de confort, innovar y mostrarse despiertos y atentos. Sigue sin enterarse de lo que pasa y se van a despertar una mañana –la de este lunes y las de los próximos lunes postelectorales– como Gregorio Samsa, convertidos en insecto. Habrán perdido movilidad y espacio, verán limitada su autonomía y tendrán que pedir ayuda. Será una cuestión de supervivencia el ponerse a trabajar de verdad.

¿Y cuál será ese trabajo? El que nunca habían hecho: dialogar, negociar, crear. Contra lo que vende la torpe comunicación política desde hace tiempo, la estabilidad que dan las mayorías absolutas no es el estado ideal de la política. Lo es de quienes viven de ella, pero no de sus destinatarios que somos los ciudadanos. Cuanto menos fuerza tengan los partidos más posibilidades habrá de que otros les hagan de contrapeso forzándoles a políticas de más amplio recorrido que las suyas propias.

Lo de la anomalía

Lo de la anomalía

La fuerza de los partidos emergentes es precisamente la posibilidad de actuar como ese contrapeso. Tienen ante sí la oportunidad de cerrar un larguísimo ciclo político, de cambiar de verdad la historia. Y un compromiso que cumplir si no quieren ser barridos para siempre.

Llega el tiempo de hacer política, de apostar por las personas, de cambiar de verdad las cosas. De ponerse las pilas o largarse. Para todos. Tiempo de imaginación y de diálogo en el que ya no sirven las apoyos a cambio de puestos o prebendas. Es el tiempo de hacer política.

Pónganle si quieren mayúscula: Política.

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