Los 20.000 niños de Gaza les importan lo mismo que los 7291 ancianos de Madrid

La Vuelta Ciclista a España la han parado veinte mil niños muertos. La han parado las sesenta y cinco mil víctimas del genocidio que se lleva a cabo en Gaza y los casi quince mil desaparecidos que nunca van a aparecer. Y también la han parado, naturalmente, los manifestantes que salieron a sus calles, la inmensa mayoría de forma enérgica y pacífica: en Madrid la protesta reunió a cien mil personas y fueron detenidas dos, unas cifras que lo explican todo.

Como, al parecer, los veinte mil niños muertos en Palestina –cuyos nombres se leyeron este lunes en la Puerta del Sol– le importan lo mismo que los siete mil doscientos noventa y un ancianos fallecidos en las residencias de Madrid, la presidenta de la Comunidad los ignora o ningunea y ha tomado partido por el criminal de guerra Netanyahu. Para justificar su apoyo, que es el mismo que brinda a todo ultraderechista porque Dios les cría y ellos se juntan, Ayuso sigue extendiendo la insidia de que el genocida e Israel son uno y lo mismo –una identificación falsa que desmienten los conciudadanos de su país que le piden que se vaya, incluso ante las puertas de su propia casa– y tiene la desfachatez de comparar lo ocurrido en la capital de España con la tragedia de Sarajevo, que dejó alrededor de doce mil cadáveres. Para redondear la estrategia de la provocación les dio cuarenta mil euros a los organizadores de la carrera para pasearse en el coche de su director saludando a la multitud y se fue a felicitar al equipo de la discordia, cuyo dueño se define a sí mismo como embajador del sionismo y es un defensor público de la limpieza étnica que lleva a cabo su ejército.

La Vuelta Ciclista a España la han parado veinte mil niños muertos. Las sesenta y cinco mil víctimas del genocidio y los casi quince mil desaparecidos que nunca van a aparecer. Y también, naturalmente, los manifestantes que salieron a sus calles

Feijóo, que sigue quemando los vagones para echar más leña al fuego y que el tren a La Moncloa no se pare, le dice a Ayuso que amén y a los micrófonos lo de siempre: que la culpa de todo es del presidente Sánchez. Para él, la concentración del domingo se llama “violencia política”. En Vox se frotan las manos: a la luz de las encuestas, deberían contratarlo como jefe de propaganda. Entre sus votantes, el sesenta y tantos por ciento de los cuales, según un sondeo, está contra el genocidio en Gaza, como es normal. El alcalde de Madrid parece formar parte del otro treinta y tantos por ciento, o eso dejan ver sus declaraciones, que son un sí pero no, y sus silencios.

Mientras aquí Feijóo, Ayuso –que también banalizó lo sucedido como “malo para el turismo”– y Almeida no es que avalen los asesinatos a sangre fría de Netanyahu –hasta ahí podríamos llegar– pero siguen atenuándolos con el argumento del derecho legítimo a la defensa contra Hamas, en Gaza los tanques rodean la Franja, sus habitantes huyen a un éxodo de resultados imprevisibles y avisado de que los que se queden serán considerados terroristas y la artillería prosigue bombardeando sin cesar, en una tarea de demolición cuyo fin es que no quede en la zona ninguna casa a la que volver. Y, si hace falta, tira sus misiles en Qatar para liquidar a los posibles negociadores, a los que no quiere ver ni en pintura. El secretario de Estado de Estados Unidos ha aparecido en Jerusalén para darle su apoyo al Gobierno sanguinario de Netanyahu.

Por supuesto, el PP en tromba sale a defender –más bien a utilizar en su provecho– a las fuerzas del orden, a considerarlas insuficientes en número y demás latiguillos. El ministro Marlaska, más de lo mismo, que en eso se parecen mientras se critican. Yo creo que habría que investigar a los agentes filmados pegando a mujeres y hombres mayores indefensos, de forma, en esos casos filmados, desproporcionada e innecesaria. La policía está para defendernos, no para aporrearnos.

La Vuelta Ciclista a España la han parado veinte mil niños muertos. La han parado las sesenta y cinco mil víctimas del genocidio que se lleva a cabo en Gaza y los casi quince mil desaparecidos que nunca van a aparecer. Y también la han parado, naturalmente, los manifestantes que salieron a sus calles, la inmensa mayoría de forma enérgica y pacífica: en Madrid la protesta reunió a cien mil personas y fueron detenidas dos, unas cifras que lo explican todo.