A este paso el novio era Sánchez disfrazado y a los muertos en las residencias los mató la ETA

Hubo una frase que en su momento hizo fortuna, y que además terminó por ser cierta, entre los simpatizantes de la derecha en Madrid: cuanto más se metan con Ayuso, más votos sacará. Así fue, porque arrasó en las elecciones. La pregunta era, sin embargo, otra: ¿por qué se la critica?

Básicamente, por su gestión catastrófica de la pandemia de coronavirus que asoló el planeta entero, que se llevó millones de vidas “aquí y en Sebastopol”, como decía siempre mi padre, vaya usted a saber por qué, pero que aunque la tragedia se vivió en todas partes y era lógico que se tomaran medidas improvisadas ante un mal del que se sabía muy poco, que se cometieran errores y se cayera en la desesperación, lo cierto es que en ningún otro lugar, al menos que se sepa, se elaboró un protocolo mediante el cual se impedía trasladar a los hospitales a las y los ancianos de las residencias que hubieran contraído el virus criminal.

Casi el ochenta por ciento de los que no fueron derivados a un sanatorio fallecieron en condiciones inhumanas, solos, ahogándose, encerrados en sus habitaciones… La presidenta lo justificó hace poco con una frase desalmada: total, se iban a morir igual.

Si el eslogan de sus defensores sigue siendo verdad, yo que ella convocaba otras elecciones y me las llevaba de calle, porque ahora mismo vive el fuego cruzado a la que la someten las noticias diarias sobre el enriquecimiento súbito de su novio —precisamente gracias al comercio con la pandemia, igual que su hermano, qué casualidad— y sus delitos confesos contra Hacienda, y el que se le viene encima tras las averiguaciones y conclusiones de la Comisión Ciudadana que ha investigado, ante la total inacción de los jueces y el silencio de los fiscales, lo ocurrido en aquellos tiempos devastadores de la enfermedad, antes de que llegaran las vacunas y la mayoría de los supervivientes se entregaran a un olvido justificado por la alegría que sucedió a la tragedia: diviértanse, que ya han visto que esto son cuatro días y nunca se sabe cuál va a ser el último. Cañas y libertad, que dijo la presidenta regional.

Pero ahora todas las cartas de Ayuso pintan bastos. Lees que el novio cobró 1,6 millones de la filial de Quirón que hace chequeos médicos para la Comunidad o que los pagos que le hizo esa empresa sanitaria, a la que tanto dinero de todos le ha dado ella desde que manda en la Puerta del Sol, se multiplicaron por cuatro tras convertirse en su pareja.

Y si piensas que todo ese dinero que Ayuso le da a la sanidad privada se lo quita a la pública, puedes concluir que esto consiste en ir casa por casa recolectando el botín que acaba en manos de la familia, esa institución que ella tanto defiende. 

Los propagandistas del “cuanto más la ataquen, más votos sacará”, ahora dicen que el tema de las residencias es ya aburrido, reiterativo, intentan hacer pasar a los familiares que exigen justicia por agentes políticos

O se publica el tristemente famoso “protocolo de la vergüenza”, y lo ves todo claro donde los tribunales, al parecer, no ven nada: el Gobierno de Ayuso mandó no llevar al hospital a "pacientes en situación de final de vida", a enfermos de cáncer, a personas con "deterioro funcional severo o grave"...

La medida, como se ha demostrado gracias a los informes oficiales, que ella trata de ocultar pero algunos medios de comunicación sacan a la luz, condenó a casi el 80% de los muertos. La Fiscalía no encuentra nada sospechoso y ha desestimado numerosas denuncias. Hasta hoy.

Los propagandistas del “cuanto más la ataquen, más votos sacará”, ahora dicen que el tema de las residencias es ya aburrido, reiterativo, intentan hacer pasar a los familiares que exigen justicia por agentes políticos —tal y como hace la propia Díaz Ayuso mientras cuenta en uno de sus viajes lo que la sorprendió de joven ir a Ecuador y descubrir que allí hablaban nuestro mismo idioma— y tratan de obsesivos o buscadores de notoriedad a los periodistas que siguen denunciando aquel drama. A este paso, el novio será "ese señor", o quién sabe si Sanchez disfrazado, y a los fallecidos en las residencias de Madrid los mató la ETA

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