Plaza Pública
Razones para echar a Rajoy
En estos días en los que el presidente en funciones, Mariano Rajoy, ha vuelto a recuperar su popular “perfil bajo” para pasar desapercibido ante los medios de comunicación, como consecuencia de la vivaz polémica relativa a su amiguísima Rita Barberá, se echa en falta un acuerdo entre los distintos grupos parlamentarios que deje claro al Partido Popular que el primer paso para una nueva andadura legislativa pasa porque Rajoy dé un paso atrás. En este sentido, se podría alegar –como así lo hizo el propio Rajoy en el programa Hoy por Hoy–, que “nadie en un partido es quién para elegir el candidato de otro partido”. Y sí, llevaría toda la razón si no fuera porque afortunadamente la democracia también es una cuestión de ética.
“La democracia de contenidos o democracia material supone la necesidad de considerar algunos valores como propios de la democracia”, escribía el profesor Gregorio Peces-Barba en un artículo que lleva por título La democracia formal y material. ¿Qué tipo de democracia construiríamos si para evitar unas terceras elecciones alzáramos con el poder al hombre que envió un SMS de apoyo a Bárcenas? Pero por desgracia esto no es sólo una cuestión de Bárcenas –y la famosa caja B– sino que abarca un conjunto de acontecimientos que se podrían incluir en el capítulo de incompatibilidades y prohibiciones para desempeñar el cargo de presidente de Gobierno.
Es difícil olvidar que Rajoy se dirigió al hombre que derrotó a ETA, José Luis Rodríguez Zapatero, en el debate sobre el Estado de la nación, en mayo del 2005, de la siguiente forma: "Usted traiciona a los muertos y ha revigorizado a una ETA moribunda". Una afirmación que describe cómo fue su política de oposición cuando lideraba al PP en la bancada de enfrente hace más de 11 años. "Bobo solemne", “frívolo”, “irresponsable”, “acomplejado” o “manipulador” son algunas de las descalificaciones que Rajoy utilizó para dirigirse al presidente Zapatero y que los socialistas no debemos olvidar.
Pero si Rajoy dio como líder de la oposición argumentos sólidos para que el PSOE votara en su contra, no fueron menos las razones que aportó como presidente de Gobierno para el resto de las fuerzas políticas, incluidos los socialistas. La legislatura de Rajoy tiñó de colores las calles del país a ritmo de manifestaciones. ¿Cómo olvidar la famosa marea verde por la educación contra la LOMCE? ¿Cómo olvidar la famosa marea blanca a favor de la sanidad pública que no excluya a los inmigrantes irregulares? ¿Cómo olvidar la famosa marea violeta que derrotó la reforma del aborto? ¿Cómo olvidar la famosa marea roja por la ciencia, la famosa marea negra de los mineros…? ¿Cómo olvidar?
El Partido Popular tiene que entender que alguien que afirma que “esto se acabó y ya no se pasa por ninguna” no puede liderar un consenso parlamentario para combatir la corrupción. Precisamente porque no ha sido capaz de ejercer su responsabilidad como presidente del PP ante la investigación que señala al partido como organización criminal, ni antes ni después de conocer dichas conclusiones.
Los últimos resultados electorales hacen imposible la formación de un gobierno aupado sólo por dos partidos políticos. El parlamento, ligeramente inclinado hacia la derecha, obliga a las fuerzas políticas a entenderse si de verdad quieren evitar unas terceras elecciones, que improbablemente brindaría la hegemonía a un solo partido político. Este escenario es el ideal para iniciar una nueva etapa política que sea capaz de reformar la Constitución y adaptarla a los nuevos tiempos. Pero para que ello tenga lugar el partido que más voto ha conseguido debe demostrar que está dispuesto a no empedrar el camino apartando a la persona que ha puesto el rostro en la última década y que representa al PP de Rita Barberá.
En Juego de Tronos, Lord Varys alertaba a Lady Olenna que Petyr Baelish “sería capaz de quemar el país entero si pudiera proclamarse rey de las cenizas". Apartar a quienes son capaces de sacar el sentido de la ética a la democracia es imprescindible si no queremos hacer cenizas el valor de la política.
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Lorena Calderón es periodista