Las mujeres de AMAMA ya han ganado al nuevo consejero andaluz

Cuando la estrategia política de una crisis carga contra sus víctimas es que se da por perdida o se huye hacia adelante para evadir responsabilidades. Pasó con Carlos Mazón en la DANA, tardó poco en acusar a las asociaciones de estar politizadas y convirtió su negligencia en irreversible. La técnica es mortal. Cuando hay vidas perdidas o en juego, la voz de un afectado tumba a cualquier portavoz. El consejero andaluz de Salud y vicepresidente recién nombrado, Antonio Sanz, llegó para resolver los cribados de mama y en una semana ha malversado su fama de peso pesado. Si Juanma Moreno Bonilla quería elegir a un poli malo, no es buena idea en año electoral. Si el consejero de Salud se ha dejado arrastrar por el nerviosismo, no era la persona adecuada. Ir contra el más débil abiertamente no sale bien. Si son mujeres afectadas por cáncer de mamá víctimas del colapso sanitario de la Junta, menos. 

El consejero que vino a sacar a Juanma Moreno Bonilla de su peor crisis ha malversado su capital a la primera contingencia. En lugar de encapsular el problema en Andalucía y resolverlo desde dentro, lo ha exportado al debate nacional. Ir a por las mujeres de la Asociación de Mujeres del Cáncer de Mama (AMAMA) por denunciar la desaparición de informes de mamografías del portal donde se suben los resultados ha sido una decisión que perseguirá a su presidente. 

Las ha insultado, llamado mentirosas, creadoras de “una alarma social bestial” para después reconocer que, efectivamente, decían la verdad. Sea por un fallo informático o una caída del servicio, las pruebas no estaban a disposición de las pacientes. Con 2.000 afectadas, es lógico que haya nerviosismo en las víctimas. La obligación de Sanz es informar y tranquilizar a las pacientes. Una vez pillado en su renuncio, se ha refugiado en la broma. Le parece que el fallo informático (como si pudiera permitírselo) es lo mismo que una caída en la página de la venta de entradas para un concierto de La Oreja de Van Gogh

La Junta se equivoca señalando a las afectadas. Se equivoca en la gestión de la información. En la falta de sensibilidad y empatía con las afectadas que están dando la cara y poniendo voz a la ansiedad de cualquier mujer que depende de un cribado. La alarma la genera no tener las pruebas, no la denuncia. Recordar unos datos al nuevo consejero. El cáncer de mama es la principal causa de mortalidad en mujeres y la sufren una de cada ocho, según la Sociedad Española de Oncología Médica. Para sobrevivir, el diagnóstico temprano es clave. La sensibilidad, obligatoria. Cuando la presidenta de AMAMA tiene que decirle al consejero: “Yo no soy una mujer mastectomizada, soy Ángela Claverol” (por el estigma del término) y cuenta cómo pasó meses en camiseta para que no se notara la amputación de ambos pechos, poco más debería hacer falta para que, en palabras de Claverol, llamen al siguiente. Porque cuando cualquier mujer escucha a Claverol, sabe que podría ser su madre, su tía, o ella misma. Si el consejero es ajeno a esto, claramente no sirve. 

Antonio Sanz no acaba de ser consciente del material sensible con el que trata. A las mujeres de AMAMA solo les une la fatalidad del cáncer y la mala gestión. Es lógico que haya nerviosismo en las víctimas. La crisis es profunda y transversal. Afecta a mujeres a  izquierda y derecha, jóvenes, mayores, a las que son víctimas y a quienes temen serlo. Las asociaciones llevan años pidiendo un mapa nacional con estos datos. Quieren conocer cuán profundo es el fallo que está costando vidas y abordarlo. Los datos son públicos, pertenecen a las pacientes y las explicaciones sobre qué falla son obligatorias. Si los gobiernos autonómicos no los remiten al Gobierno, ni los publican en sus portales de Salud como hacían antes, es imposible calcular qué está ocurriendo. Tal vez porque la intención sea esa, borrar los datos y con ellos tapar la negligencia

Si el PP decide abrir el enfrentamiento político con el gobierno central a costa de las víctimas de cáncer de mama lo pagará el PP

Juanma Moreno Bonilla es el presidente que, aun con retraso, reaccionó y apartó a la primera responsable. Alberto Núñez Feijóo no puede liderar una estrategia contra Pedro Sánchez a costa de la salud de las mujeres. Si el PP decide abrir el enfrentamiento político con el gobierno central a costa de las víctimas de cáncer de mama lo pagará el PP. La operación coordinada de negar estas cifras a Sanidad ignora y desprecia a las víctimas, relegadas a la batalla política. Y es perjudicial para los barones autonómicos. Las pacientes saben de competencias y votarán este año en las mismas comunidades que se niegan a publicar los datos. 

El colapso del sistema de Salud tiene responsables. No se ha resuelto el cuello de botella de la pandemia. Y en comunidades como Madrid, se prioriza la Fórmula 1, el mercado libre de vivienda con rentabilidades disparadas, o abonar el terreno a los fondos de inversión, antes que coordinar y reforzar el derecho fundamental de la salud pública, la educación y la vivienda. En el contraste de liderazgos, Moreno Bonilla tiene su mayoría absoluta abonada por la transferencia de voto del PSOE. Esta crisis es su mayor zona de riesgo. Si a su nuevo consejero no le preocupa herir la sensibilidad de las víctimas con sus señalamientos, al presidente andaluz debería, por pura supervivencia. 

Cuando la estrategia política de una crisis carga contra sus víctimas es que se da por perdida o se huye hacia adelante para evadir responsabilidades. Pasó con Carlos Mazón en la DANA, tardó poco en acusar a las asociaciones de estar politizadas y convirtió su negligencia en irreversible. La técnica es mortal. Cuando hay vidas perdidas o en juego, la voz de un afectado tumba a cualquier portavoz. El consejero andaluz de Salud y vicepresidente recién nombrado, Antonio Sanz, llegó para resolver los cribados de mama y en una semana ha malversado su fama de peso pesado. Si Juanma Moreno Bonilla quería elegir a un poli malo, no es buena idea en año electoral. Si el consejero de Salud se ha dejado arrastrar por el nerviosismo, no era la persona adecuada. Ir contra el más débil abiertamente no sale bien. Si son mujeres afectadas por cáncer de mamá víctimas del colapso sanitario de la Junta, menos. 

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