Buzón de Voz

Pues sí: ha sido patético

La penúltima frase dirigida por Mariano Rajoy a Pedro Sánchez es más propia de un mal jefe de personal o de un portero (borde) de discoteca que del presidente de un gobierno democrático: “¡No vuelva usted aquí, a hacer ni a decir nada. Ha sido patético!” Al perder los estribos (por una vez sin leer), Rajoy ha resumido en parte lo ocurrido en el Debate sobre el Estado de la Nación: ha sido patético el contraste entre un país ficticio, dibujado a base de gruesas pinceladas y datos parciales, medias verdades o mentiras solemnes, y la descripción de una realidad social marcada por la desigualdad y la incertidumbre.

Rajoy desgranó un relato simple (quizás eficaz) que sin duda el PP repetirá machaconamente durante el resto de este año electoral: España sufrió una durísima crisis económica fatalmente gestionada por unos gobernantes socialistas irresponsables, hasta que llegó el PP para aplicar una gestión rigurosa y hasta heróica con el fin de “evitar el rescate” y encauzar unas cuentas públicas al borde de la quiebra, de modo que ya podemos respirar todos tranquilos porque la deuda está controlada y el empleo va a crecer al ritmo de 500.000 empleos netos por año. Con una advertencia final: todo se puede ir al traste por culpa de “ventoleras electorales” y discursos “demagógicos y populistas”. Desastre, esperanza, miedo. Nosotros o el caos.

Un relato ficticio

Está inventado. Cuando se trata de imponer un relato político y se dispone de la munición mediática suficiente, poco importa que el guión responda o no a la realidad. Claro que hubo rescate, originado por el fenomenal agujero que Miguel Blesa y Rodrigo Rato dejaron en Bankia y por la disparatada gestión del mismo que protagonizó Luis de Guindos, que en dos semanas cambió el cálculo de necesidades de fondos de Bankia de 9.000 millones a 23.000. No nos costaría “ni un céntimo de euro”, proclamó Rajoy entonces. El propio Guindos ha tenido que reconocer que nunca recuperaremos lo aportado por los contribuyentes, y todo el mundo ha podido ver a los 'hombres de negro de la troika' visitando regularmente Madrid para vigilar si España cumplía los deberes asumidos.

Avanza la película y Rajoy niega haber recortado el Estado del Bienestar. Al contrario: “no hemos querido salir de la crisis a expensas de parados, pensionistas o la caja de la Seguridad Social”. La ensalada de las cifras siempre permite aliñarla con cálculos sorprendentes, aunque resulta casi imposible negar que hoy hay más parados que cuando el PP llegó al poder, que más de dos millones de desempleados no tienen ninguna prestación, que se ha reducido la población activa, que decenas de miles de españoles se han visto obligados a emigrar o que el nuevo cálculo de las pensiones ha acabado con la subida garantizada de las mismas por el difunto Pacto de Toledo. Y respecto al fondo de reserva de la Seguridad Social, simplemente vean ustedes los números (y las mentiras) pinchando aquí.

En el guión de Rajoy figura también otro de sus mayores logros: los intereses de la deuda se han reducido a la mitad. Y es cierto. El problema es la autoría de ese éxito. La prima de riesgo española ha ido cayendo cuando el Banco Central Europeo ha ido cambiando de política y garantizando la solidez del euro a pesar de la resistencia de Alemania. Y especialmente cuando Mario Draghi pronunció sus palabras mágicas y cuando ha anunciado por fin compras masivas de deuda.

Rajoy se describe a sí mismo como salvador de todas las desgracias acumuladas por culpa de la “herencia recibida” y culpa de la pobreza y la desigualdad “al paro provocado por la crisis”. O sea, lo que ha ido mal ha sido por culpa del anterior gobierno o por una especie de fenómeno meteorológico inevitable. En ningún caso por una gestión injusta de los recursos.

El Cabo de Hornos ya lo había “doblado” Rajoy en el Debate del año anterior, así que, metidos en gastos y en curso electoral, es hora de aplicar “políticas sociales”. Cheques a las familias, descuentos en las cotizaciones a la Seguridad Social y un objetivo “alcanzable” de tres millones de empleos netos. Sin complejos. ¿Corrupción? ¿Bárcenas? ¿Caja B del PP? Pasó un ángel por el Congreso. Dos minutos en un discurso de hora y media. Sin nombres.

Todo es posible en la película de Rajoy siempre que el personal no pierda el norte, mientras haga caso omiso a las “ventoleras electorales” y a los discursos “demagógicos”.

Salvar al soldado Sánchez

Era obvio que ese discurso del miedo iba dirigido contra Podemos y Ciudadanos. Dio la impresión de que Rajoy no esperaba de Pedro Sánchez la contundencia que empleó en su discurso. Frente al guión de la herencia recibida, la esperanza y el miedo, Sánchez tiró de la hemeroteca, los datos de la realidad del empleo, de las pensiones, de los recortes sanitarios y educativos, de la caja de la Seguridad Social y del rescate de Bankia, que describió cinematográficamente como “operación salvar al soldado Rato”.

Un Rajoy displicente y despreciativo que ni miraba a la tribuna que ocupaba Sánchez empezó a poner el oído cuando escuchó otra frase letal: “su regeneración democrática es golpear a martillazos el ordenador de Bárcenas en la sede del PP”. Ahí se le juntaron las cejas al presidente del Gobierno y se notó ese gesto que se traduce en un “¡te vas a enterar!” Pero tuvo que escuchar algunas más: “el tesorero era suyo. Usted se esconde detrás del plasma y de sus ministros (Mato, Gallardón…)”

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La extrema dureza de la réplica de Rajoy pretendía además ningunear a Sánchez: “usted piensa más en el señor Iglesias que en los problemas de España”. Lo cual traduce la idea subliminal de “¿cómo te atreves a atacarme de ese modo cuando acabas de firmar conmigo un pacto de Estado?” Y el tono de superioridad alcanzó el clímax con ese casi final de escasísimo talante democrático: “¡No vuelva usted aquí, a hacer ni a decir nada!” Le faltó a Rajoy lanzarle el finiquito a Sánchez. Lo cual deja en peor lugar a un presidente "sobrado" que a un secretario general del PSOE cuyo liderazgo llegaba "tocado" al debate.

Quedó Rajoy en evidencia por esa reacción y porque la descripción documental de Sánchez fue ampliada y completada por las siguientes intervenciones de la oposición. Especialmente por Alberto Garzón, que también se estrenaba en el liderazgo de Izquierda Unida. Se encargó además Garzón de poner el foco donde Sánchez no había llegado: los negocios privados alentados desde el Gobierno en la gestión de la crisis. Las privatizaciones, las puertas giratorias o escándalos económicos mayúsculos: “usted no ha dicho nada absolutamente del saqueo de Endesa ni ha hecho nada para evitarlo”.

La pretensión de Rajoy de pasar olímpicamente de la corrupción que afecta al PP por la Gürtel, por Bárcenas, por la financiación irregular durante décadas, fracasó. Rosa Díez, una de las personas que con mayor facilicidad sacan de quicio al presidente, le acusó directamente de intentar "tapar sus vergüenzas con cifras y soflamas". Las encuestas-exprés establecerán ganador y perdedor del debate entre Rajoy y Sánchez, pero esta vez afrontan el problema de la evidencia de que ahora hay más jugadores en el tablero. La regañina de Rajoy a Sánchez supone una escena más en la agonía del bipartidismo o en la resistencia a su fin, según se mire. Patética, en cualquier caso.  

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