Vox y Jácome, excluidos en beneficio del PP

No hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Pero en democracia, cuando algunos no están invitados a la mesa por motivos arbitrarios, ese desprecio adultera la naturaleza misma del sistema. Igual que cuando se sobrerrepresenta a algunos partidos por motivos igualmente interesados. 

En estas elecciones se habla muy poco de Democracia Ourensana, que según varias encuestas (desde el CIS a Sondaxe para La Voz de Galicia) puede en el mejor de los casos obtener un diputado por Ourense. Si lo logra y dan los números con el PP, nadie duda de que habría pacto. Su líder, Gonzalo Pérez Jácome, el extravagante alcalde de Ourense, fue elegido alcalde hace dos legislaturas pese a haber sido la tercera fuerza más votada. Lo apoyó el PP, que fue la segunda (en detrimento de los socialistas, que quedaron primeros), a cambio de estabilidad en la Diputación para el último del clan de los Baltar. Ambas fuerzas volvieron a pactar tras las elecciones de mayo.

En la web de Democracia Ourensana no se encuentra nada más sobre su programa para Galicia que acabar con el ninguneo histórico que dicen que sufre Ourense y reducir el presupuesto de la TVG. Nada más. Jácome, un paradigma de político populista, emplea más tiempo en reinterpretar canciones de los Village People. Nada como un buen espectáculo. 

Ourense, la tercera ciudad de Galicia, prueba que no es el PP o nada. Si tiene que pactar, pacta, como en el resto de España con Vox. Pero la estrategia de ningunear a la ultraderecha actúa, en Galicia más que en ningún sitio, como una profecía autocumplida. No se habla de Vox porque no tiene representación y, en parte, que no se hable de Vox contribuye a que no tenga representación. No es una regla perfecta, pero al PP ya le va bien. Las propuestas de Vox, más allá del fondo de armario contra la diversidad y las bajadas de impuestos generalizadas, se basan en acabar con el nacionalismo gallego que, según ellos, practica en primer lugar el propio PP. 

Vox tiene una presencia institucional residual en Galicia, a diferencia de otras comunidades autónomas, incluidas otras nacionalidades históricas como Cataluña y País Vasco. Cero diputados en el Parlamento de Galicia, cero en el Congreso por provincias gallegas y un concejal en uno de los 313 ayuntamientos gallegos. Sin duda, el PP sabe acaparar casi todo el espacio (un mérito y una herencia del fraguismo cuidada con esmero). Vox ha sido, hasta ahora, incapaz de conectar con las y los gallegos. 

Es pronto, pero en los equipos de campaña de todos los partidos se da por hecho, hoy por hoy, que las elecciones pueden depender de un puñado de votos. También el PP, que oscila entre un mensaje de confianza (para no despertar al campo contrario) y de advertencia sobre los riesgos del cambio (para que no se adormile el propio). 

Todos asumen que son las más reñidas desde 2005 y 2009. Las primeras las ganó la izquierda, PSdeG y BNG, con 38 escaños frente a los 37 del PP. Pusieron fin al fraguismo. En las segundas, ocurrió justo lo contrario y comenzó la etapa de Feijóo. Así de reñidas y trascendentales pueden ser unas elecciones en Galicia. Las encuestas en teoría más favorables al PP le dan uno o dos escaños de ventaja (es decir, no lo suficiente para estar muy tranquilo) y otras, como el CIS, prevén un escenario de cambio. 

Si Vox y Democracia Ourensana no obtienen representación en el Parlamento de Galicia (75 diputados), pero sí un número relevante de votos, esas papeletas no se convertirán en escaños y podrían ser determinantes para que el PP pierda su mayoría absoluta. Lo mismo ocurre con Sumar y Podemos en el flanco izquierdo.

Pero apenas se habla de Democracia Ourensana y Vox. En la TVG, casi nada, porque la mayor parte del tiempo se dedica, en bloques informativos tasados, a los partidos con representación en el Parlamento (PP, BNG y PSdeG) y los dos que la Junta Electoral considera “significativos” a pesar de no haber logrado representación. Son Sumar, partido al que algunas encuestas también dan entrada en el hemiciclo, y Podemos, que si lo hiciera sin duda daría la sorpresa. 

El PP no dudaría en pactar con el populista Jácome, como en Ourense, o con Vox, como en toda España. Pero si nadie habla de ellos, tienen pocas posibilidades de sacar escaño

Es más, la TVG ha sido obligada a elevar los minutos de cobertura después de decidir reducirlos respecto a los de 2020, entre fuertes críticas de trabajadores reunidos en torno al movimiento Defende a Galega que acusan a la dirección de favorecer sin miramientos al PP.

Tampoco en el debate de la CRTVG participaron Democracia Ourensana y Vox. El portavoz parlamentario del PP que participó en el debate de la Cadena Ser, días atrás, llegó a decir que no pactarían “con nadie”, a lo que la candidata del BNG, Ana Pontón, respondió: “¡Como en Ourense!”. De los pactos del PP nada dijo Rueda en la TVG.

Hay un enorme interés del PP por presentarse como “yo o el caos”, y buena prueba de ello fue que sólo aceptó participar en un debate. Curiosamente, en el que sólo estuvo él como representante de la derecha frente a cuatro partidos de izquierda, aunque dos de ellos no dispongan ahora de representación parlamentaria.

Sin embargo, nadie duda de que, si fuera necesario, Rueda pactaría con Democracia Ourensana (ya lo hizo, como Feijóo, para llevarse las dos principales instituciones ourensanas) y, ni que decir tiene, con Vox, del que el PP nacional siempre reniega hasta que es esencial para su acceso al poder. 

Aunque Vox no parece que vaya a lograr representación en ningún caso, cabe preguntarse si el PP gallego es una excepción, por moderado, por ocupar el espacio central, o simplemente no se ha visto en las complicadas aritméticas de otras comunidades y, por qué no decirlo, del Congreso de los Diputados. 

¿Se quedaría Rueda en la oposición si no lograra mayoría absoluta pudiendo ser presidente con pactos? Teniendo en cuenta que el PP de Feijóo se reunió con Junts per Catalunya para sondear una investidura de su líder, es una pregunta retórica. ¿Es realmente el PP más moderado, representa mejor el pluralismo y a la vez la cohesión, o simplemente es lo que tenga que ser para ganar las elecciones? En la marginación política y mediática de los otros dos partidos de la derecha tenemos parte de la respuesta.

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