El verdadero dolor que aborda la nueva “ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo” no es el de la menstruación, sino el “dolor de cabeza” que les producen las medidas de igualdad a los machistas.

La mirada androcéntrica de la realidad se pone de manifiesto cuando todo se interpreta no como parte de una realidad diversa y plural, sino por cómo afecta a los hombres. Si les afecta a ellos entonces el problema existe, se considera importante y, por supuesto, oportuno de tratar, pero si afecta sólo a las mujeres, entonces no existe y cualquier iniciativa se considera innecesaria.

Las mujeres no tienen problema alguno en justificar una baja por cualquier motivo que le pueda pasar también a un hombre, ya sea una gripe, una apendicitis o una lumbalgia, pero lo que no pueden es pedir bajas por temas que los hombres no compartan, por ejemplo, el dolor menstrual o un embarazo, ya vimos lo que costó regular este tema en su día. En esos casos muchos hombres se sienten discriminados y se dice que la economía se ve afectada por los “problemas de las mujeres”, sobre todo cuando la situación es presentada como una posibilidad para que abusen de ellas a través de la manipulación de las circunstancias.

Si se dan cuenta, es el mismo argumento que critica la violencia de género. En el fondo, lo que los hombres machistas no soportan es que las mujeres sean víctimas de una violencia que sólo les afecta a ellas, pueden ser víctimas de la “violencia doméstica” y de la “intrafamiliar”, como ellos, pero no de una violencia propia, en parte porque aceptarlo supone poner de manifiesto que los autores son los hombres y su cultura androcéntrica.

Y los mismos que se quejan de las ausencias al trabajo y su impacto en la economía son los que no ponen ninguna pega para que falten por el cuidado de hijos, hijas y familiares, como se demuestra al ver que las excedencias por este motivo son pedidas en el 88,9% por mujeres, y que las solicitudes de jornadas a tiempo parcial por estas mismas razones son protagonizadas en el 94,9% por mujeres. Para eso no hay problema, en cambio, no pueden pedirse una baja por un dolor incapacitante, como describe la bibliografía médica el dolor menstrual en los casos más intensos.

El porcentaje de mujeres que en algún momento ha sufrido dismenorrea o dolor menstrual es del 49%, pero en sus formas más graves se presenta entre el 5 y el 15% de los casos de dismenorrea primaria. Un dolor tan intenso que interfiere las actividades de la vida diaria, el trabajo o los estudios al presentarse, tal y como se describe, de forma urente, a veces como si fueran cólicos, otras pulsátil y en otras ocasiones de manera constante. Se puede irradiar hacia los miembros inferiores y acompañarse de cefaleas, náuseas, estreñimiento o diarreas. Tal y como se aprecia, un dolor nada leve y con frecuencia de difícil respuesta al tratamiento farmacológico.

¿Por qué cuando la medicina ha descrito un dolor incapacitante no se ha desarrollado una normativa adaptada a esas circunstancias, y se intenta tratar como si fuera un problema general, cuando no lo es?

Los elementos que se han utilizado giran alrededor de dos referencias: los abusos que pueden comentar las mujeres, y los costes que supone la medida. Veamos algunas ideas sobre los mismos.

1. Abuso por parte de las mujeres

Si algo nos muestra la experiencia es que las mujeres no abusan ni manipulan. La dedicación y el compromiso que tienen con todo lo que hacen, sea en el ambiente doméstico o en el público, son un ejemplo de responsabilidad. Lo vemos en el tiempo que dedican cada día a los cuidados, a pesar de trabajar también fuera de casa. Un tiempo que en las tareas domésticas es un 97,3% más que el que dedican los padres, y en el cuidado de hijos e hijas un 25,8% mayor que el de los hombres, y lo hacen cuando tienen la regla y cuando no la tienen. A cambio ellos tienen diariamente un 34,4% más de tiempo de ocio (CIS, marzo 2014).

La violencia de género supone 366 mil millones de euros anuales en la UE, unos 30 mil millones en España. ¿Por qué los empresarios y quienes hablan del impacto económico de las bajas por dolor menstrual no hacen cálculos con estas otras referencias?

2. Costes de las bajas por dolor menstrual

Siempre resulta sorprendente que se hable de los costes que suponen los temas relacionados con la igualdad y las mujeres, pero que no se diga nada de los beneficios económicos para toda la sociedad que supone esa mayor dedicación a los cuidados y a las tareas domésticas, que según los estudios, entre ellos el elaborado por Red2Red para el Instituto de las Mujeres, representa un equivalente al 4% del PIB, y su efecto supondría unos 40 mil millones de euros anuales en masa salarial si en lugar de ser trabajo informal fuera formal. Y del mismo modo, tampoco se habla de los costes que suponen algunas de las conductas de los hombres, por ejemplo, la violencia de género, que según los informes del Instituto para la Igualdad de Género supone 366 mil millones de euros anuales en la UE, unos 30 mil millones en España. ¿Por qué los empresarios y quienes hablan del impacto económico de las bajas por dolor menstrual no hacen cálculos con estas otras referencias?

Los empresarios no deben preocuparse por las bajas de las mujeres por dolor menstrual. Podrían preocuparse, ya puestos, de las bajas laborales de los hombres como consecuencia de las prácticas deportivas que desarrollan. Al hacer más deporte que las mujeres, un 65,5% de hombres frente al 53,9%, según la “Encuesta de hábitos deportivos en España de 2020”, y al practicarlo más veces por semana y durante más tiempo que las mujeres, se producen más accidentes y más bajas, tal y como recoge el trabajo de García y cols (2015). Concretamente, un 20% de los hombres deportistas sufren estas bajas, y nadie dice que sea perjudicial contratar a hombres, ni tampoco cuando van a hacer una entrevista de trabajo les pregunten si practican deporte y cuál es, porque el riesgo es diferente según la actividad deportiva. Si sumamos el número de horas de baja por este tipo de accidentes deportivos y el que puedan tener las mujeres por dolor menstrual, quizás sea más alto el de los hombres, y nadie cuestiona nada.

El machismo está por todos lados y se manifiesta en cada una de las situaciones donde se plantee un avance social hacia la igualdad y para corregir las injusticias de la desigualdad, por eso muchos de los que se sitúan en el extremo opuesto a la ideología de Vladimir Putin, y no paran de hablar de la “amenaza del comunismo”, revelan que piensan lo mismo que él cuando dijo que las mujeres tienen días malos”.

El problema social no son los días de la menstruación de las mujeres, sino los 365 días de los machistas.

_________________________________

Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

Más sobre este tema
stats