Guerras y conflictos sin vacaciones

Hace tiempo que ya no existe un periodo específico de descanso estival. Cada vez el mundo, la vida, se “para” menos en verano. La actualidad informativa no desciende tampoco durante esos meses, pregunten a los que se encargan de cubrir la actualidad durante julio y agosto y verán lo que les cuentan. Esto es así para España y los países de su entorno, pero cuando nos aproximamos a aquellas regiones donde están operativas guerras o matanzas este hecho es aún más real. No existen treguas, cuando menos vacaciones, para las poblaciones exhaustas de Ucrania y de Gaza. Poblaciones que llevan ya años arrastrando un asedio a su normalidad que nadie puede o está dispuesto a parar.

En Ucrania cada verano desde el año 2022 nos cuentan cómo es justamente entre los meses de junio y septiembre cuando más se recrudecen los enfrentamientos en el frente. En el 2022, recuerden la exitosa contraofensiva ucraniana en el frente oriental que culminó con la expulsión de las tropas rusas de Jarkov durante el mes de septiembre. Si en este frente hubo grandes avances, en el del sur, Jerson, Nicolaiev y Zaporija la situación no fue tan clara.  En 2023 tuvo lugar la siguiente contraofensiva, en esta ocasión mucho menos exitosa que la anterior, donde incluso hay quien dice, como el historiador francés Stephane Audoin-Rouzeau, que es ahí donde Kiev comenzó a perder esta guerra. Desde entonces, Ucrania no ha hecho más que perder territorio, poco a poco eso sí, en un conflicto que es recuerda a las guerras de posiciones de otras épocas. Intentaron los ucranianos durante el verano de 2024 una operación sorpresa que se saldó con la invasión del territorio ruso de Kursk donde Kiev llegó a controla 1.290 kilómetros cuadrados y 100 poblaciones, incluida la ciudad de Sudzha. La idea entonces fue la de desviar tropas rusas hacia ese frente para sacarlas del Donbas. Los rusos reforzaron su ejército con la incorporación de soldados norcoreanos por mor de la firma de un tratado militar estratégico según el cual el país asiático apoyaría a los rusos dentro de su territorio contra amenazas externas. Así que la estrategia ucraniana tuvo su momento durante unos meses, pero poco más tarde abandonaron el territorio ocupado. El resto ya lo conocemos, el fracaso de esta operación terminó con la salida del general Zaluznhy que ahora es embajador ucraniano en el Reino Unido y uno de los principales rivales políticos de Zelenski. El verano de 2025, por su parte, se está viendo caracterizado por una brutal ofensiva rusa y por un sinfín de maniobras diplomáticas alentadas por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump. El 8 de agosto termina uno de los últimos plazos que se ha marcado con Moscú para terminar con un conflicto que durante su campaña electoral prometió que acabaría rápido.

Por otra parte, en la Franja de Gaza lejos de aplacarse la matanza israelí, durante los últimos meses esta se ha recrudecido. El bloqueo al que está siendo sometida la población palestina ha hecho que la hambruna se haya apoderado de todos ellos. No sólo les asesinan con balas, ahora también el hambre es utilizado como arma de guerra. Las opciones de los gazatíes a estas horas son o morir de hambre o morir asesinados cuando van a buscar harina para hacer pan. Este verano, además, Netanyahu está teniendo su gran ventana de oportunidad para alcanzar sus objetivos. El primero, mantenerse en el poder. El segundo, la ocupación total de Gaza, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

Las opciones de los gazatíes a estas horas son o morir de hambre o morir asesinados cuando van a buscar harina para hacer pan

Para alcanzar el primero de ellos, el líder sionista no está dudando en poner en marcha un proceso de autocratización del poder, algo que ya comenzó pocos meses antes de los sangrientos ataques de Hamas, pero que ha continuado durante estos casi dos años de limpieza étnica en Gaza. Quiere salvarse de los contrapesos de un estado de derecho que terminarían con sus huesos en la cárcel. Por eso quiere desmantelarlo. El último, aunque fallido movimiento, ha sido el intento por parte del gobierno israelí y de la Knéset de cesar a la fiscal general, Gali Baharav-Miara, una de las voces más críticas contra las acciones gubernamentales. Un intento que ha sido frenado en seco por parte del Tribunal Supremo tras el recurso presentado por la oposición y por diversas organizaciones civiles. El Tribunal Supremo resiste a la propuesta de reformarlo por parte del ministro de Justicia, Yariv Levin cuyo objetivo es terminar con cualquier contrapoder entre el ejecutivo y su voluntad. Se trata casi uno de los pocos obstáculos que le quedan al Estado de Israel para evitar ser considerado un autoritarismo electoral, a imagen y semejanza de Turquía o Hungría.

Para alcanzar el segundo de sus objetivos, el control total de la Franja, Netanyahu no está encontrando resistencias sustantivas. Su propuesta es totalmente incompatible con la solución de los dos estados que muy pomposamente las hipócritas elites políticas discuten en Naciones Unidas sabiendo que la única manera de que ese hecho se alcance es con la salida de las tropas israelíes de la Franja y de los colonos de Cisjordania.

Por acción o por omisión el mundo observa cómo poco a poco se sustancia la limpieza étnica y el genocidio en Gaza. Cómo se entierra el derecho internacional y el derecho internacional humanitario bajo los escombros de las ciudades destruidas y de los cuerpos en descomposición y mutilados de niños, mujeres y hombres. Cómo desde Washington se jalean sus denigrables y, esperemos, punibles acciones sobre la población civil y desde Bruselas se ponen de perfil como si con ellos no fuera la cosa, mientras intentan limpiar sus conciencias lanzando alimentos desde el aire, cómo eso solucionara algo. Si en Washington la complicidad es un hecho activo desde hace décadas, en el caso de los países europeos la cobardía pasará factura antes que tarde. 

Como pueden ver, leer y escuchar estos días, no, no existen vacaciones para las zonas en conflicto, para los genocidas y para los indolentes que nos rodean.

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Ruth Ferrero-Turrión es Doctora Internacional por la UCM y MPhil en Estudios de Europa del Este (UNED). Profesora de Ciencia Política en la UCM. 

Hace tiempo que ya no existe un periodo específico de descanso estival. Cada vez el mundo, la vida, se “para” menos en verano. La actualidad informativa no desciende tampoco durante esos meses, pregunten a los que se encargan de cubrir la actualidad durante julio y agosto y verán lo que les cuentan. Esto es así para España y los países de su entorno, pero cuando nos aproximamos a aquellas regiones donde están operativas guerras o matanzas este hecho es aún más real. No existen treguas, cuando menos vacaciones, para las poblaciones exhaustas de Ucrania y de Gaza. Poblaciones que llevan ya años arrastrando un asedio a su normalidad que nadie puede o está dispuesto a parar.

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