Nobleza obliga

El homicidio cometido por el marqués de Perijá y conde de Atarés sobre su mujer y una amiga refleja muy bien lo que hay detrás de la violencia de género.

El Diccionario de la Lengua Española recoge en la tercera acepción de la palabra “noble” esta definición: singular o particular en su especie, o que aventaja a los demás individuos de ella en sus cualidades”, y, de alguna manera, muestra lo que ocurre en violencia de género.

Los maltratadores y asesinos vienen a ser una especie de “nobleza del machismo”, son los que llegan más alto en su escala social. Son hombres que comparten los mismos valores y cualidades básicas que la cultura define para los hombres, y luego toman ventaja y ascienden sobre el resto a través de la violencia.

Ningún hombre violento es considerado “menos hombre”, de hecho con frecuencia surgen expresiones que revelan lo contrario, como por ejemplo cuando dicen que “los tenía bien puestos”, o “este no se andaba con chiquitas”, o “ha dejado las cosas bien claras”… Son expresiones que sin aceptar el resultado lo presentan como parte de un contexto y circunstancias en las que la violencia del hombre se presenta como una respuesta al comportamiento de la mujer. De ese modo se construye la idea de reacción que conlleva tres mensajes principales para distorsionar el significado de la violencia de género y hacerlo más sintónico con lo que la cultura dice de ella. Estos mensajes son:

1.     Idea de que la agresión se produce en un momento particular y limitado, no como parte de una historia de violencia mantenida en el tiempo. Es lo que traduce la expresión que con frecuencia se utiliza ante el homicidio de una mujer al decir que se produjo “tras una fuerte discusión”.

2.     Idea de que el hombre que asesina no es violento, sino víctima de ese contexto y circunstancias que le han hecho “perder el control”, o de actuar bajo los efectos del alcohol y las drogas. De ese modo se lanza el mensaje de que los hombres no son violentos, y que la violencia es consecuencia depersonasatrapadas en esas circunstancias, como si esas circunstancias no hubieran sido provocadas por decisiones y acciones de quien se aprovecha de ellas, y como si una persona no pudiera decidir inmersa en esa situación.

3.     Idea de que la mujer hace algo paraprovocarlas circunstancias que dan lugar al desencadenamiento de la reacción.

Todos estos elementos difundidos por la cultura para dar significado a la violencia contra las mujeres hacen que no tomemos conciencia de su gravedad, que no se perciba el riesgo en cada caso, que los hombres que maltratan pasen desapercibidos y que se juegue con la idea de perfil como una forma de liberar al resto.

El caso del marqués de Perijá y conde de Atarés es muy significativo por todo lo que envuelve. Se trata de un hombre con antecedentes de violencia de género que continuaba con licencia de armas y con las armas en casa, cuando en otros casos, ante la denuncia por violencia de género, son retiradas de inmediato. Él las ha mantenido hasta llegar a asesinar a su mujer y a una amiga con ellas, después de hacer gala de su posesión disparando dentro del residencial como si se tratara de un campo de tiro, y amenazando a algunos vecinos con usarlas contra ellos o sus mascotas.

Toda esta situación demuestra cómo el posicionamiento ante la violencia de género no depende de hechos concretos, sino de la percepción que se da a los mismos a través de todas las referencias culturales que se ponen sobre la mesa

Toda esta situación demuestra cómo el posicionamiento ante la violencia de género no depende de hechos concretos, sino de la percepción que se da a los mismos a través de todas las referencias culturales que se ponen sobre la mesa, para no aceptar que se trata de una violencia que realiza cualquier hombre que decida hacerlo, y que, por tanto, no es necesario que tenga ninguno de los elementos estereotipados que nos han hecho creer que forman parte de la violencia de género (alcohol, drogas, trastornos mentales, ser extranjero…)

De ese modo, si quien ejerce la violencia no es identificado como maltratador, la violencia ejercida no es considerada como tal y queda como un “conflicto de pareja”, unarelación tóxicao una fuerte discusión”. Y todo porque nadie quiere creer que el hombre en cuestión es un maltratador, de manera que el noble por noble, el amigo por amigo, el vecino por vecino, el primo por primo… ninguno de los maltratadores es considerado como tal ni la conducta que ejercen como violencia. Siempre resulta más sencillo echar la culpa a las mujeres y decir que si denuncian o no denuncian, que si se quieren separar, que si quieren quitarle los niños y la casa…

Por eso la violencia de género se niega sin problemas, mientras que elementos que no se ajustan a la realidad, como el hecho de responsabilizar a hombres extranjeros, se aceptan con normalidad, precisamente por quienes más se benefician del modelo de sociedad que crea y normaliza la violencia contra las mujeres.

La ultraderecha de este país tiene mucho que decir ante los dos homicidios cometidos por el noble, cuando este asesino por violencia de género, tal y como aparece en los medios, comparte su ideología y valores. En este caso no pueden decir que es extranjero, ni alcohólico, ni drogadicto, ni rojo, ni bolivariano

La “nobleza del machismo” obliga a los hombres machistas, da igual su condición y estatus previo porque todos se igualan en la muerte, no en la propia, como nos decía Jorge Manrique, sino en la de sus mujeres.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

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