OBITUARIO

Amistad a lo largo

Pasan lentos los días

Y muchas veces estuvimos solos.

Pero luego hay momentos felices

Para dejarse ser en amistad.

Mirad:

Somos nosotros.

Así empieza uno de los más notables poemas de Jaime Gil de Biedma: Amistad a lo largo. Y larga y ancha a través de los años ha sido mi amistad con Miguel Barroso, que no era mucho de poesía, porque lo era mucho más de ensayo y novela.

Miguel Barroso ha sido una de las personas más cultas, leídas y reflexivas con las que me ha sido dado cruzarme en esta vida. Y además de un enorme lector, era un gran conversador. Alguien, sin lugar a dudas, especial, dotado de una magia y un encanto genuinos. Su capacidad de síntesis y su gracia para encontrar la frase justa o la anécdota que todo lo explicaba era realmente inusual y extraordinaria.

Poseía una mente rápida y lúcida como pocas. Y la puso, muchas veces generosamente, al servicio de una idea. Mejor, de un ideal. Que dejaríamos a nuestros hijos un mundo mejor del que encontramos. Así que ya deben saber Cristina, Camila y Miquel, a los que tanto quería, que su padre estuvo por construir un país y un mundo mejor.

Él, que tuvo una infancia tan acomodada como difícil, siempre militó en esa lucha por dejar un mundo mejor.

Un socialdemócrata de libro, aunque también tuviese sus ínfulas digamos que revolucionarias cuando lo conocí por primera vez. Pero le duraron muy poco, pues pronto descubrió que su terreno era la palabra y la capacidad de convencer. Todo su recorrido profesional y sus innegables éxitos se explican y definen desde la voluntad de transformar la realidad para conseguir hacerla mejor.

Desde el nacimiento de infoLibre apoyó la idea de un periodismo libre y sin cadenas, porque creo que la idea de este diario digital era coherente con su modo de pensar y de ser. Lúcido, pero nunca escéptico, nos auguró una travesía difícil

Sobre su leyenda diré poco, porque entre nosotros lo que hubo siempre fue una amistad larga y prolongada y no he sido yo mucho de caminar los pasillos del poder. Pero sí que creo —estoy convencido— que cualquier intervención suya partía de un código moral de primer orden y de una voluntad de cambiar para mejorar que, insisto en ello, le definía.

Desde el nacimiento de infoLibre apoyó la idea de un periodismo libre y sin cadenas, porque creo que la idea de este diario digital era coherente con su modo de pensar y de ser. Lúcido, pero nunca escéptico, nos auguró una travesía difícil. Y no se equivocó, una vez más. Pero quiero creer que no dejaría de estar satisfecho viendo que hemos cumplido ya una década.

Poco más soy capaz hoy de escribir. Tal vez, que el gran seductor que Miguel era consiguió convencerme de pedirle a un autor de Edhasa, Patrick O’Brian, que nos prestase algún objeto para la inauguración de la segunda tienda de la FNAC en Barcelona, en La Illa de la Diagonal. O’Brian me prestó un arpón de ballenero y, cuando bajaba en coche desde Colliure, donde vivía O’Brian —por cierto, el coche era de Jacinto Antón, periodista de El País que me había acompañado para entrevistar al escritor— la radio francesa nos avisó de que la Gendarmerie buscaba a dos tipos que habían atracado una gasolinera ¡con un arpón!. Al día siguiente supimos que era un arpón de pesca submarina y no el trasto de dos metros que asomaba por nuestra ventanilla. Era todo tan surealista y tan inverosímil que, cómo no, a Miguel le pareció que todo tenía sentido y que además era una anécdota que justificaba el viaje y, por supuesto, la inauguración de una tienda de los que una vez fueron troskistas para acabar vendiendo no sólo cultura, sino hasta televisores.

Voy a echar mucho de menos sus ironías y su buen juicio. Y todos los ratos en los que la conversación era un lujo y un lugar desde el que refugiarse. Y lo mismo que su vida no puede comprenderse sin la presencia de Charo, de Carme y de Dreydi como compañeras de viaje (volvamos al lenguaje de otros tiempos), la mía queda huérfana de un gran amigo, una gran persona.

Acabemos como termina su poema Jaime Gil de Biedma:

¡Ay el tiempo! Ya todo se comprende.

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Daniel Fernández es presidente de Ediciones Prensa Libre.

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