La hipocresía de la FIFA

Féliz Población

¿Por qué esa entidad apoya al pueblo ucraniano ante una invasión militar y no solo no hace lo propio con un futbolista que respalda al pueblo palestino ante la invasión israelí que sufre su territorio desde hace demasiados decenios, sino que lo sanciona?

Todos los recordamos, sobre todo quienes están más sensibilizados con la tragedia que vive desde hace demasiadas décadas el pueblo palestino. Fréderic Kanouté fue un futbolista de origen maliense nacido en Francia (1977) que ocupó la posición de delantero centro durante su etapa en activo en el Sevilla, equipo con el que logró seis títulos y un buen número de goles, dadas sus magníficas condiciones para ello.

Había sufrido Gaza uno de aquellos desproporcionados y masivos bombardeos con los que el estado de Israel castigaba a la población palestina después de algún lanzamiento de cohetes de Hamás, siempre con un balance mortal crecido de víctimas entre los menores, y el futbolista tuvo la gallardía de mostrar en el césped durante un partido una camiseta en la que se solidarizaba con el pueblo palestino. La FIFA sancionó al futbolista, por haber exhibido un mensaje a su juicio político en un terreno de juego. 

Esa misma organización internacional ha mostrado una actitud muy distinta ante la invasión de Ucrania por Rusia, eliminando de sus competiciones a los equipos de esta nacionalidad. ¿Por qué esa entidad apoya al pueblo ucraniano ante una invasión militar como la que ocupa estos días la actualidad y no solo no hace lo propio con un futbolista que respalda al pueblo palestino ante la invasión israelí que sufre su territorio desde hace demasiados decenios, sino que lo sanciona? 

En la brillante carrera deportiva de este futbolista no encontramos alusión alguna a la mencionada sanción que honra la biografía de Fréderic Kanouté. Creo que es el momento oportuno para hacerlo y repudiar la hipocresía de la FIFA, que ha impedido a la selección nacional rusa intervenir en el próximo Mundial de fútbol de Qatar, un país en el que, según Amnistía Internacional, está restringida la libertad de expresión, de asociación y de reunión, prohibidos los partidos políticos y sindicatos de trabajadores extranjeros y se vulneran, en la práctica, los derechos de la infancia, donde todavía existe la pena de muerte —hubo dos sentencias—, y los derechos laborales y humanos están más que cuestionados en las obras de construcción para el torneo. 

Es sabido también que la tutela masculina cercena en Qatar los derechos de las mujeres con restricciones que afectan a su independencia para casarse, estudiar, trabajar y viajar. Ese es el país que centrará la atención del mundo, generalmente masculino, en cuanto el balón empiece a rodar sobre los céspedes de los grandes estadios construidos con mano de obra emigrante, en unas condiciones máximas de explotación y con mucho riesgo para la seguridad de los operarios en el desempeño del trabajo.

No hay que olvidar que una investigación llevada a cabo por el diario The Guardian desveló en su día que más de 6.500 trabajadores migrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka fallecieron en Qatar desde que comenzaron las obras para que ese emirato fuera la sede de la Copa del Mundo de fútbol, que será mediáticamente muy celebrada en todo el planeta y con muy pingüe rendimiento para sus organizadores.

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Félix Población es periodista y escritor

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