Dos lecturas sobre la invasión de Rusia en Ucrania

Antonio Estella de Noriega

Existen dos lecturas sobre la invasión de Rusia en Ucrania. Estas dos lecturas no se pueden atribuir concretamente a ningún autor, sino que reflejan más bien distintas corrientes de opinión sobre la cuestión. Es importante entender con claridad cuál es la motivación fundamental de la invasión rusa en Ucrania, porque de ello depende en gran medida nuestra capacidad de hacer pronósticos más o menos certeros sobre la evolución futura de este conflicto, y, también, de diseñar estrategias sobre cómo debemos de actuar en relación con este asunto.

Hay una visión de este conflicto que destaca los elementos estrictamente regionales y nacionalistas del mismo. De acuerdo con esta visión, a Rusia le interesaría conquistar Ucrania, eliminar a los dirigentes actuales de este país y poner un gobierno títere que pueda controlar, igual que está haciendo en otros países de su entorno. Las motivaciones de esta actuación tan agresiva por parte de Rusia en relación con otro país soberano serían variadas: a Rusia le interesaría el control de los recursos naturales y agrícolas de este país; a Rusia le interesaría proteger a las minorías pro-rusas que habitan en determinadas zonas del país, y visto su escaso éxito a la hora de protegerlas, vería, en el control de toda Ucrania, la única forma de hacerlo; a Rusia le interesaría, además de todo ello, establecer un cordón de seguridad en torno a este país que evitara la expansión política de la Unión Europea y la expansión militar a través de la OTAN hacia el Este de Europa. Se trataría, desde esta última perspectiva, de implementar una política preventiva que evitara tener a los “enemigos de Rusia” en las puertas mismas de este país. En definitiva, de acuerdo con esta lectura, a Rusia le interesaría Ucrania, y nada más.

Pero hay una segunda visión de las cosas que va mucho más allá de Ucrania. Desde esta segunda perspectiva, a Rusia lo que le interesaría sería Europa, y no Ucrania. Ucrania habría sido un medio para hacer daño a Europa. Rusia se siente, para empezar, humillada por Europa, concretamente, por la Unión Europea. Ha manifestado en más de una y de dos ocasiones que no está de acuerdo con la política de ampliación hacia el Este europeo cercano a Rusia. Muchos de estos estados pertenecieron no ya a la extinta Unión Soviética, sino al propio Imperio Ruso, como es el caso de Ucrania, al menos en parte. Importantes líderes de la revolución soviética, como Lev Trotsky, eran originarios de este país. Por tanto, Rusia ha visto siempre con verdadero recelo, por no decir con rencor, las ambiciones “ampliacionistas” de la Unión Europea en esa zona del mundo. Ambiciones que se complementan por una política de la OTAN que refuerza y apoya la propia idea de ampliación de la UE hacia esa zona de Europa, haciendo invitaciones muy expresas a muchos de los países que se encuentran cerca de la zona de influencia de Rusia, llamémosla así por emplear lenguaje propio de la guerra fría, a adherirse a esta organización militar. En definitiva, desde este punto de vista, el objetivo inmediato de Rusia sería Ucrania, pero el mediato sería Europa, la Unión Europea

No soy un experto militar, y no tengo mucha más información de la que tienen todos ustedes en relación con este conflicto. Pero salvo que emerja información que en este momento desconocemos, siempre me ha parecido, desde el primer momento de la guerra, bastante extraña la estrategia militar de Rusia en Ucrania. No me creo que Rusia no tenga medios militares suficientes como para acelerar mucho más de lo que lo está haciendo la guerra en Ucrania y llegar a una victoria definitiva en un corto plazo. Es más, parece como si los rusos estuvieran regalando tiempo al enemigo, a sabiendas de que cuanto más tiempo pase, más posibilidades tendrán los ucranianos de rehacerse, con la ayuda, por ejemplo, armamentística de la UE y de la OTAN. De esta manera, quizá se consiga un objetivo soterrado de Vladímir Putin en relación con esta cuestión: que la guerra se enquiste, que dure todo lo que sea posible, años, decenios si es menester.

La crisis de la inflación ataca al corazón mismo del proyecto europeo: pone de manifiesto nuestras limitaciones a la hora de generar una gobernanza estable de nuestra política más importante, del símbolo de la unidad europea, el euro

Hay un ejemplo que siempre pongo en las conversaciones que mantengo con distintas personas sobre la guerra, para ilustrar este último punto: me refiero al asalto a la acería de Mariúpol. Como recordaremos, el ejército ucraniano se hizo fuerte en esa acería. No había prácticamente civiles en el recinto, de hecho las autoridades militares rusas permitieron que los civiles que se encontraban en la acería salieran de la misma. A partir de ahí, muchos de nosotros pensamos que Rusia haría una exhibición de su poderío militar, arrasando la acería a través del empleo de artillería pesada, y con el uso de la aviación, en cuestión de pocos días. Sin embargo, la estrategia fue otra completamente diferente: hacer morir de hambre y sed a los soldados ucranianos que estaban parapetados en la acería, hasta conseguir su rendición. Si mis cuentas no fallan, ésta se produjo un mes después de que las tropas ucranianas se refugiaran en la acería. Algo que se hubiera podido solventar en un día, tardó más de un mes en resolverse.

A medida que todo esto está ocurriendo, los precios de la energía siguen subiendo en Europa, en parte por la manipulación de los precios que está realizando Rusia, y en parte, por efecto de la propia guerra. Putin lleva empleando su control del gas natural y del petróleo no ya de forma geopolítica, sino abiertamente, como parte de su estrategia militar, desde hace ya mucho tiempo, incluso desde antes de que la guerra diera comienzo. El efecto desestabilizador que tiene todo ello en la UE es de primerísima magnitud. Primero, porque la crisis de la inflación se suma, en Europa, a la crisis financiera de 2008 y a la crisis del covid. Tengo alumnos en mis cursos de Derecho de la UE que solamente identifican a la UE con la idea de crisis permanente. Y en segundo lugar, la crisis de la inflación ataca al corazón mismo del proyecto europeo: pone de manifiesto nuestras limitaciones a la hora de generar una gobernanza estable de nuestra política más importante, del símbolo de la unidad europea, de lo que constituye la promesa de bienestar económico más contundente, el euro. Dicho de otra manera, la estrategia de Putin contra Europa expone de manera fehaciente nuestras propias vergüenzas.

Si, como pienso, la desestabilización de Europa es el objetivo último de Putin, y no la conquista de Ucrania, entonces nos debemos preparar para un conflicto muy largo que tiene todas las probabilidades de acabar enquistándose. Si esto es así, entonces a la Unión Europea le esperan tiempos de precios altos, y sobre todo de inestabilidad monetaria y económica, tiempos que pueden ser mucho más largos de lo que nuestra endeble estructura de gobernanza económica quizá podría llegar a soportar. Y si todo esto es así, entonces quizá tengamos que cambiar nuestras estrategias en relación con este conflicto, de tal manera que el mismo se acorte lo más posible en el tiempo. Sin duda alguna esta guerra prolongada tiene costes también para Putin, como estamos viendo en estos últimos días. La cuestión es quién puede soportar de mejor manera el coste del paso del tiempo, si ellos o nosotros. Y no está nada claro que estemos en una posición de ventaja para aguantar. Aunque por el momento no estamos viendo revueltas sociales ante la situación económica y social que la guerra está creando en Europa, sí que estamos viendo expresiones políticas del enfado ciudadano con la situación, y en países importantes de la UE, como Italia. La revuelta puede no tomar la forma de una nueva revolución francesa, pero sí que puede articularse simplemente a través de las urnas. Termino diciendo que solamente espero estar equivocado, y que los defensores de la primera tesis que he expuesto sean los que tengan razón. De lo contrario, las consecuencias para Europa son completamente imprevisibles.

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Antonio Estella de Noriega es Director del Master de Gobernanza Económica Europea de la Universidad Carlos III de Madrid.

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