Plaza Pública

Las niñas a casa

Protesta de judíos ultraortodoxos en Israel.

Mercè Rivas Torres

Cualquier motivo es bueno para que la comunidad jaredí (temerosos de Dios) no cumpla las normas. Suponen un once por ciento de la población de Israel y viven en barrios como BneiBrek en Tel Aviv o Mea Shearim, en Jerusalén, que son auténticos guetos donde tratan de mantenerse lo más aislados posible del resto. Nueva York también tiene su reducto,Williamsburg, en el barrio de Brooklyn.

Los ultraortodoxos o jaredíes suponen un once por ciento de la población de Israel, aunque aumenta día a día debido a que las familias suelen ser muy numerosas.

Según los datos del estudio anual que realiza Israel DemocracyInstitute, se calcula que en 2030 los ultraortodoxos supondrán el 16 por ciento de la población judía de Israel y en 2065 el porcentaje se elevará al 40. Un crecimiento basado en la media de 6,9 hijos que tiene cada mujer ultraortodoxa, muy superior al 2,4 del resto de mujeres no jaredíes.

Se han caracterizado durante la pandemia por hacer oídos sordos a las normas, a la distancia social, a las mascarillas, pero la última noticia recibida sobrepasa todos los límites. Han decidido que las niñas no acudan a clase mientras que los niños sigan estudiando, al peor estilo talibán.

Los hombres dedican su vida a estudiar la Torá, no cumplen con el servicio militar obligatorio, apenas pagan impuestos y viven de subsidios del gobierno de Israel.

Ya el pasado 28 de abril, en pleno confinamiento, la policía disolvió el funeral de un rabino judío ortodoxo en Brooklyn, y el alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, calificó el evento de "absolutamente inaceptable". En este barrio los colegios funcionan con su propio horario escolar que respeta el Shabbat y el estudio de los textos sagrados de la Torah ocupa casi todo el tiempo, sobre todo para los estudiantes varones. Un alumno puede no saber escribir su nombre en inglés hasta la secundaria. Así como oyen.

Ese mismo mes en Israel y más concretamente en el barrio de BneiBrak, al sur de Tel Aviv, más de mil agentes de la Policía israelí bloquearon las entradas y salidas de dicha localidad e incluso se llegó a desplegar el Ejército, ya que sus habitantes se negaban a seguir un mínimo confinamiento.

BneiBrak, conocida como «la ciudad de la Torá», es un bastión de la comunidad judía ultraortodoxa que se ha convertido en el foco principal de coronavirus en Israel, ya que los responsables de sanidad estiman que el 40 por ciento de los vecinos están infectados.

Además del cierre total del barrio, los ministerios de Interior y Defensa ordenaron la evacuación de 4.500 ancianos mayores de 80 años a un hotel reconvertido en centro de cuarentena.

A esto se le añade que no tienen acceso a la información, no ven televisión ni radio, ni siquiera leen periódicos. Solo obedecen a sus rabinos y no vacunan a sus hijos. Son negacionistas en estado puro. Los matrimonios son concertados y se separa siempre a niños de niñas.

Un reputado rabino ordenó en 2018 a los varones y mujeres ultraortodoxos que caminaran por aceras diferentes en algunas calles de Jerusalén y Tel Aviv. El motivo de esta orden, que finalmente no prosperó, eraevitar el roce o el mero contacto visual entre hombres y mujeres”. Pero lo que sí se lleva a cabo es que vayan separados en los autobuses. Los hombres cuando se cruzan con mujeres por las calles miran al suelo y eso que ellas provocan poco. Se rapan cuando se casan y se colocan una peluca hasta el resto de sus días. Las relaciones sexuales son a través de una sábana.

De momento la comunidad ultraortodoxa propone que las niñas se queden en casa para dejar aulas libres que puedan utilizar los niños, a fin de garantizar su distanciamiento. Un paso más a su talibanización, por muy contradictorio que parezca el término.

___________

Mercè Rivas Torres es editora de Catarata.

Más sobre este tema
stats