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La reforma del Tratado de la Unión Europea. ¡Ahora!

Francisco Aldecoa Luzarraga

Tradicionalmente el nueve de mayo se viene celebrando el Día de Europa con motivo de la conmemoración del aniversario de la Declaración Schuman de 1950. Por ello, el Movimiento Europeo en España, a través de sus presidentes Fernando Álvarez de Miranda y Carlos María Bru, solicitaron al entonces alcalde de la ciudad de Madrid, Enrique Tierno Galván, la celebración del izado de la bandera europea, desde el año 1981. Desde entonces venimos celebrando este acto de forma ininterrumpida, incluyendo el año de la pandemia. Teniendo un eco en las Comunidades Autónomas y ayuntamientos, como es el caso de Extremadura, en que la práctica totalidad de los municipios izaron a lo largo de este día la bandera europea. Este año el acto tuvo lugar en la Plaza España, recién remodelada, de Madrid.

El 9 de mayo fue un día sin precedentes ya que nos ha alegrado enormemente que, por vez primera, la Presidenta de la Comisión Europea participase en la celebración del Día de Europa en la capital ucraniana, en Kiev, en donde, hasta ahora, se celebraba, como ocurre en el caso de Rusia y de los países del área de influencia de la antigua URSS, el Día de la victoria sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Con este ejemplo, Ursula von der Leyen ha dado muestras, una vez más, de la solidaridad y unidad europea con Ucrania, y la importancia de revalorizar esta fecha como símbolo de la identidad europea y de nuestro modelo propio basado en los valores, derechos y el Estado de Derecho. 

Para nosotros la celebración del Día de Europa este año ha tenido una importante significación dado que coincide con la celebración del 75 aniversario del Congreso de Europa en la Haya en 1948, siendo este encuentro el origen del proyecto europeo y, posteriormente, materializando su espíritu en la Declaración Schuman dos años después. Con este motivo, el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo ha publicado, por vez primera en castellano, las actas de dicho Congreso en una obra titulada El Congreso de Europa (1948). El nacimiento de la Unión Europea (Madrid, Catarata, 2023)

En el Congreso de Europa en la Haya convocado por la Comisión Internacional de Coordinación participaron importantes intelectuales, 10 rectores universitarios, empresarios, interlocutores sociales, federalistas convencidos, unionistas, representantes del movimiento de mujeres, representantes de las Iglesias y las confesiones religiosas y otros muchos actores de lo que hoy denominamos la sociedad civil. Incluso hay que destacar la presencia como observadores de representantes de los países bajo influencia soviética. Así como de todos los confines de Europa, incluidos los países no democráticos, como es el caso de España. 

En el caso español fueron invitados, en un primer momento, cuatro representantes observadores, Salvador de Madariaga, quien presidió la Comisión de Cultura en el Congreso; Indalecio Prieto, que había sido ministro y representaba al gobierno español en el exilio; el cirujano catalán Josep Trueta; y Josep Sirau, profesor universitario. Posteriormente se concedió la categoría de delegados a todos ellos

A ellos hay que sumar la presencia de tres representantes vascos como fueron José Antonio Aguirre, Lendakari; Francisco Javier de Landaburu, Vice-Lendakari del gobierno vasco en el exilio, y Juan Carlos Basterra, representante del gobierno vasco. Si bien es cierto que no fueron invitados, sí que se “colaron”, probablemente a través de la delegación británica, en la recepción previa a la celebración del congreso, donde manifestaron a los dirigentes y organizadores del mismo su interés en participar en este profundo debate sobre el futuro de Europa.

Lo que provocó que, a partir de entonces, y de la mano de Madariaga, quien en un inicio se había opuesto a su presencia, van a poder asistir como invitados a los debates. Desde este momento la relación entre ambos, Madariaga y Aguirre, será estrecha, llegando incluso a crear el Movimiento Europeo en España, primero en el exilio, y tras la llegada de la democracia, en el interior.  

Como profesor universitario y discípulo de Don Antonio Truyol conozco bien la relevancia de las conclusiones del citado Congreso de la Haya que siempre me impresionaron. Ahora, con motivo de la publicación de las actas he tenido oportunidad de leer a fondo los debates que se produjeron a lo largo de los tres días del mes de mayo de 1948 y, en especial, los relativos a la primera comisión política. 

Me han llamado la atención la riqueza y la profundidad de los debates de personas con gran capacidad política e intelectual, donde defendían posiciones muy distintas, incluso antagónicas en ocasiones

Me han llamado la atención la riqueza y la profundidad de los debates de personas con gran capacidad política e intelectual, donde defendían posiciones muy distintas, incluso antagónicas en ocasiones. Pero siempre con un auténtico respeto a las posiciones contrarias y con el ánimo de tratar de acercar posturas y alcanzar un acuerdo. Concretamente se me ocurren tres importantes temas: en primer lugar, el debate entre unión y federación. Existía un grupo importante de federalistas, como Alteiro Spinelli o Henry Brougmans, que defendían esta posición con pasión. Existía otro grupo, liderado por los británicos, entre ellos Dunkan Sandins, que defendió la posición contraria, la de que el proyecto habría de ser una unión de estados. En la declaración final se materializará un compromiso, que no era otro que un punto medio entre ambas posiciones, al afirmar que el objetivo final será la creación de una “Unión o Federación Europea”.

El segundo de los temas es el de la soberanía compartida, donde para los federalistas esta era una cuestión capital queriendo darle la máxima relevancia, mientras que los unionistas seguían creyendo que la soberanía debía recaer, especialmente, en los estados nacionales. Al final la resolución estableció: “Ha llegado la hora de que las naciones de Europa transfieran algunos de sus derechos soberanos para ejercerlos, en adelante, en común, con vistas a coordinar y desarrollar sus recursos”.

Una tercera cuestión es la del papel del Parlamento o de la Asamblea. Ya que los federalistas querían una asamblea constituyente elegida por sufragio universal, teniendo esta la encomienda de elaborar una constitución europea. Los unionistas defendían que la elección del Parlamento se realizase a través de los parlamentos nacionales. El acuerdo final alcanzado fue: “Requiere que se convoque con toda urgencia una asamblea europea elegida por los parlamentos de las naciones participantes en su seno o fuera de ellas”. Sin embargo, se dejó abierta la posibilidad de una elección directa como, desde 1979, viene sucediendo en el Parlamento Europeo. 

A lo largo de este ciclo político que ya se acerca a su fin, he sido miembro del Pleno de la Conferencia sobre el Futuro de Europa. Y me produce rubor comparar los resultados de ambas reuniones. El problema de esta última fue el excesivo papel de los miembros elegidos por sorteo en el desarrollo de la misma. Estoy seguro de que si este procedimiento se hubiese aplicado hace 75 años no hubiese nacido la Unión Europea, y el resultado que hoy conocemos en castellano es bastante diferente.

 

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Francisco Aldecoa Luzarraga es presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo y catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid. 

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