El sector de las residencias necesita cambios urgentes

Alejandro J. Salado Monreal

Quería pedir ayuda e implicación a la sociedad, para así poder presionar y tratar de cambiar muchas de las situaciones tan complejas por las que están pasando miles de personas en muchos centros residenciales y para personas con discapacidad. También pedir implicación y cambio para que las personas puedan prolongar la estancia en sus hogares lo máximo posible, rodeadas de sus familiares y de su entorno, ofreciéndoles las mismas ayudas que dan a muchas empresas privadas subvencionándoles las plazas (en muchas ocasiones superando con creces los 2.000 euros). En algunos casos estas empresas actúan indebidamente, incumpliendo la normativa y los convenios reguladores, sobre todo en su actividad principal, poniendo en riesgo la salud de residentes y trabajadores.

Algunos familiares y empleados,  ya desde antes de la entrada de la Covid, advertimos que las condiciones en las que se encontraba el sector eran muy complejas y precarias, sabiendo que en algún momento algo grave podía pasar. Aclarar que nunca pensamos que podría llegar a la magnitud que ha llegado dejando tantos fallecidos. La falta de personal, los problemas estructurales, la falta de profesionalidad, el abandono que sufre el sector, la precariedad socioeconómica de muchos trabajadores y un sinfín más de situaciones, hicieron la fórmula perfecta para que todo reventase; creando una de las situaciones más devastadoras de los últimos años. Pero “como son mayores,” da la sensación de que este término justifica lo ocurrido.

La entrada de la Covid nos demostró que teníamos razón, dejando miles de fallecidos en unas circunstancias de extrema gravedad. Nuestra situación personal es muy difícil de afrontar, ya que no es comprensible que demos unos cuidados tan indignos a las personas que pueden ser nuestros padres, madres, hermanos/as, abuelos/as y nosotros mismos el día de mañana. Muchos profesionales huimos cansados y destrozados anímicamente de este sector porque no nos dejan desempeñar bien nuestro trabajo, tratándonos de debilitar mediante actuaciones muy injustas, al más grave estilo mafioso. Como trabajador soy víctima y testigo directo del gran dolor y sufrimiento que hicieron y están haciendo pasar a miles de personas. Resaltar que muchas empresas no deberían estar funcionando, porque no ofrecen un trabajo digno para una persona, ni un sitio decente para pasar los últimos años de nuestra vida, incumpliendo con total impunidad sus obligaciones. Espero que entre todos cambiemos esta situación tan compleja en una sociedad cada vez más envejecida. Esperemos que mañana todos tengamos un final de vida tranquilo y sin sobresaltos adicionales por terceras personas, simplemente por una gestión que no va dedicada al bienestar del ciudadano, sino a potenciar y enriquecer a grandes empresas e inversionistas.

Como saben algunos lectores, soy ex trabajador y denunciante, colaboro con varias plataformas de familiares y trabajadores para no permitir estas atrocidades. Escribí el libro Lodo y Fango en las Residencias, plasmando mi vivencia y la de trece personas más (trabajadores y familiares) que representan miles de situaciones muy duras y trágicas. Soy familiar por parte de mis difuntos abuelos, pasando tres de ellos por estos centros, permaneciendo dos de ellos más de ocho años en residencias diferentes. Un total de más de veinte años inmerso en esta odisea. Toda esta situación ha reventado mi ser más profundo y me ha creado un dolor que indudablemente me acompañará toda mi vida, pero me siguen haciendo daño por el dolor que causan a los demás, todo derivado de la injusticia y de miles de situaciones muy complejas vividas en primera persona, quizás esta sea la clave de mi insistente lucha.

A continuación enumeraré varios de los problemas por los que están pasando actualmente miles de personas silenciosamente, como si a nadie le importara, situaciones que si se dieran con otros colectivos, pondrían a la sociedad en pie:

Algunos familiares y trabajadores, ya desde antes de la entrada de la Covid, advertimos que las condiciones en las que se encontraba el sector de las residencias eran muy complejas y precarias, sabiendo que en algún momento algo grave podía pasar

1. Época estival y deshidratación: nos llega información preocupante; ya en algunos centros se están dando temperaturas superiores a los 30 grados, incluso en ocasiones superándolos con creces.  El deterioro cognitivo y la vejez en sí hacen que bebamos y nos hidratemos menos, incluso llegando a perder la sensación de sed. En las habitaciones donde hay concentradores de oxígeno, aumenta la temperatura considerablemente. La falta de personal y muchos de los problemas citados anteriormente, son precursores de que no se tenga controlada la hidratación de cada residente. El sindicato Mats y Marea de Residencias ya han demandado la implementación de acciones para mitigar el calor. Es un mal que se da año tras año y que yo personalmente he comprobado. Se aconseja a las familias que estén pendientes de esta situación y que en caso de notar calor en alguna visita, coloquen si pueden un termómetro que registre máximas y mínimas, si el registro puede ser por horas mejor (se evita que se manipule).

2. Por algún causal y siempre en épocas estivales y vacacionales, disminuye considerablemente el número de trabajadores por turno, siendo una norma generalizada y normalizada, llegándose a duplicar el trabajo porque la plantilla se reduce a la mitad de lo que estipulan por normativa, teniendo un impacto muy grande hacia el trabajador y los cuidados que recibe el residente. El problema siempre es el mismo; la falta de personal. Es inexplicable y da la impresión de que en los pliegos de condiciones que les estipulan a estos centros no sean importantes estas cuestiones organizativas y que afectan directamente al buen funcionamiento y a la básica atención de las personas, más aún cuando publicitan unos cuidados de calidad. A esto le sumamos la falta de profesionalidad del sector, lo mal remunerados que están sus trabajadores para la carga y la productividad que tienen, los turnos complicados para la conciliación y las proposiciones “indecentes”, que en muchas ocasiones ofrecen a los trabajadores para suplir la necesidad de incorporación de personal; proposiciones que si no aceptas es como si fueras  en contra de los intereses de la empresa. Otro tema importante es la carga emocional y la presión que en muchas ocasiones ejercen sobre el trabajador, sin poder desempeñar tu trabajo de forma profesional, haciéndote víctima y verdugo a la vez. Según información de la Cadena Ser, la Comunidad de Madrid quiere que el personal sanitario de las residencias públicas trabaje más horas para cubrir las vacaciones de verano. Mediante carteles publicitarios en estos centros firmados por la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS), ofrece al personal sanitario, al diplomado en enfermería (Due) y al personal técnico en cuidados auxiliares de enfermería (Tcae) un “segundo” contrato laboral temporal de, como máximo, 30 horas semanales. Sumando los dos contratos, hacen un total de 67 horas semanales. Es dantesco que el personal en estos centros siempre esté bajo mínimos, ya que el impacto que tiene en su actividad principal, “cuidar a la persona”, es muy grande, al igual que un exceso de horas en un trabajo tan físico para una plantilla que lleva años aguantando. Pero más preocupante es lo que está pasando en el sector privado/concertado, ya que directamente esos permisos y bajas no se cubren. Curiosamente estos días ha contactado un/a excompañera de una de las residencias donde trabajé, otro/a gerocultor/a que no puede más. Trabaja en el turno de noche y dice que tiene sesenta y seis residentes para él/ella, de los cuales cuarenta y nueve son severos y grandes dependientes. Entre sus funciones, tiene que hacerle como mínimo tres cambios a cada persona, reflejándolos en un registro. También tiene la obligación de acostar a todos los residentes que el turno de tarde, y una vez más por falta de personal y de tiempo, deja sin acostar. A estos cambios se le tiene que sumar una recena a media noche y varias ingestas hídricas y más en época estival. Tiene que acudir a cada llamada de habitación cuando lo requiere un residente. En muchas ocasiones tiene que atender las urgencias que puedan ocurrir a mitad de la noche y se necesite mayor supervisión (vómitos, diarreas, diferentes situaciones de enfermedad, fallecimientos…). El trabajador/a no puede cumplir con todos sus cometidos por exceso de trabajo. Está obligado a meter en el registro de datos digital los tres cambios, las ingestas y las recenas obligándoles en muchas ocasiones a falsear los datos para así cumplir con las presiones de la dirección, porque realmente no hay tiempo para todo. También me comentaba muy triste que no puede cogerse una baja, ya que su situación económica y social no se lo permite, teniendo familia a cargo; y en caso de que se la cogiera, al ser enfermedad común, perdería el plus de noche que tiene por horas, repercutiéndole en su economía sin poder llegar a final de mes. La situación es dramática. También me contó que hacía poco tiempo había ido una inspección y que en principio todo correcto. Que no entendía cómo no comprobaban personal, carga asistencial y la multitud de problemas que se están dando cuando los datos están reflejados. Simplemente se basan en registros de actuación.

3. Muchas de estas empresas no actúan adecuadamente amparadas por unas inspecciones y unas medidas sancionadoras muy livianas para la repercusión y el impacto que tiene en la salud de las personas que viven en muchos de estos centros. Un ejemplo claro es una de las empresas en las que trabajé, donde curiosamente en seis años han pasado ocho directores. En esta empresa tambien tuvieron varios problemas y escándalos con la justicia en su país de origen,  obteniendo como resultado final: “dos exejecutivos en prisión preventiva en Francia un año después de las revelaciones de infolibre", acusados de los delitos de abuso de confianza, fraude, abuso de activos corporativos, blanqueo de capitales, organización y corrupción. Posiblemente todo esto solo sea la punta del Iceberg, por eso es tan importante que se haga una buena investigación en profundidad. Pero no hay intención de ello, cosa que los que llevamos años pidiendo verdad y justicia no llegamos a comprender. Por otro lado no entendemos el abandono y el poco caso que hacen nuestras instituciones a la hora de escuchar a trabajadores, familiares y muy tristemente algún residente que se ha atrevido y ha podido alzar su voz. Dejando en situación de desamparo e indefensión a cualquier persona. Lo he vivido en mis propias carnes. Nunca perdonaré a una justicia que creo que se ha equivocado al no reconocer el gran daño que me hicieron.

Por todos estos puntos y muchos más que se pueden leer en otros artículos, es importante que nuestra sociedad nos ayude y luche uniéndose para combatir una realidad muy triste que se está dando en un supuesto sistema donde continuamente invertimos nuestro tiempo en la búsqueda del bienestar.

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Alejandro J. Salado Monreal es técnico en cuidados auxiliares de enfermería, técnico en atención sociosanitaria y escritor del libro 'Lodo y fango en las residencias'.

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