Si Kapuściński levantara la cabeza

Santiago González Vallejo

El escritor y periodista polaco Ryszard Kapuściński era un reputado periodista de los que llamamos periodistas de raza. Célebre por sus reportajes de guerra en Angola, análisis del régimen del Sha de Irán y sus descripciones de la Europa del Telón de Acero. Y comprenderán que empiece este artículo hablando de este reconocido periodista, para pasar a otro periodista, Pablo González, tristemente desconocido porque lleva cerca de 18 meses en una prisión polaca sin acusación formal. Con indiferencia de las autoridades de nuestro país. Con carencias solidarias de sus compañeros de profesión. Con limitado eco de los medios de comunicación españoles e internacionales de que Pablo González, un trabajador periodista, lleva cerca de año y medio en una prisión polaca. 

Pablo González es, como Kapuściński, otro periodista de raza. Fue a Ucrania para contar con sus ojos y oídos lo que sucedía. Con su verdad, lo más objetiva posible. Nunca desmentida. Sabedores de que la objetividad en periodismo no es posible. Pero sí la honestidad y la investigación periodística más profunda posible. El 28 de febrero de 2022, Pablo González se encontraba en la frontera polaca-ucraniana, documentándose y entrevistando a personas, muchas mujeres, que salían de Ucrania tras la invasión rusa. Ese fue el momento en el que las autoridades polacas lo arrestaron.

Se supone que sospecharon que era un espía al servicio de Rusia. Como hasta la fecha no hay pruebas en su contra, ni acusación formal, la única explicación que cabe para que este periodista español lleve desde esa fecha en prisión es porque habla ruso, por ser descendiente de un niño de la guerra civil española y por tener doble nacionalidad, española y rusa. Está especializado en ese espacio eslavo. Lo que, sin duda, es una ventaja para cubrir los conflictos previos y la guerra entre Rusia y Ucrania, que después se ha convertido en su perdición. 

La Comisión Europea es conocedora de la falta de buenos procedimientos y trato al detenido Pablo González. Incluso ha hecho recomendaciones sobre cómo deben ser los procedimientos "europeos" judiciales y el trato a los detenidos preventivos antes de su juicio. Es importante subrayar que la Comisión Europea recomienda la posibilidad de que la persona detenida pueda estar vigilada en su país de origen hasta la celebración del juicio. Y por último conviene recordar que desde el Parlamento Europeo se ha redactado un informe crítico del sistema judicial polaco.

La detención de Pablo González no es solo un flagrante atentado a los derechos humanos, atenta contra el derecho de informar

Sin embargo, las recomendaciones y advertencias de la Comisión Europea sobre el trato a los detenidos europeos han sido baldías. El periodista Pablo González no está en España a la espera de juicio. No se le ha presentado una acusación formal, ni aportado pruebas que le inculpen de algún delito. No está con nosotros. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, repite insidiosos comentarios "de oídas" y acata la decisión de Polonia de mantener a un compatriota español en una cárcel polaca, alejado de su país. Con sólo dos visitas de su mujer, una vez con su hijo mayor. Con carencias para una mínima defensa. Y bastante silencio de los medios de comunicación de su triste situación.

Pablo no está completamente solo. 

La detención de Pablo González no es solo un flagrante atentado a los derechos humanos, la conculcación de la presunción de inocencia, sino que atenta contra el derecho de informar. Y ser informados. 

Si el polaco Kapuściński levantara la cabeza quizás se preguntaría en qué momento se perdió la libertad de información y de expresión y cuándo la indiferencia, la omisión y la complicidad estuviera tan extendida. Y defendería a Pablo. 

Está en nosotros la posibilidad de cambiar las cosas, exigir la libertad de Pablo González y reclamar u optar por medios más amantes de informar y no repetir narrativas interesadas.

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Santiago González Vallejo pertenece al Grupo de Apoyo a Pablo González de Madrid.

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