Subir salarios, contener precios, más igualdad

Unai Sordo

“Subir salarios, contener precios y medidas para la igualdad” es la síntesis de lo que reivindicaremos el próximo domingo en más de 60 localidades. En esta secuencia de dos crisis casi inéditas en muchas décadas, CCOO enfoca el reto de continuar protegiendo a la clase trabajadora. Si en la crisis pandémica lo más importante era proteger la propia pervivencia del empleo en un momento de parálisis de la actividad, en este momento se trata de salvaguardar los salarios ante el embate de unos precios desbocados.

Lo que sucedió después de marzo de 2020 está suficientemente documentado y merece poco comentario explicativo más. A grandes rasgos, en el marco tripartito del diálogo social, Gobierno, sindicatos y organizaciones empresariales fuimos capaces –en contraste con un ambiente de extrema crispación política– de encontrar elementos de interés común para salvaguardar millones de empleos y decenas de miles de empresas.

Los ERTE supusieron una socialización temporal del coste salarial, que aunque mermaba temporalmente los ingresos de los trabajadores, sirvieron para salvar millones de puestos de trabajo. Las empresas se veían exoneradas de la mayor parte del coste salarial y además evitaron el coste de extinguir esos millones de contratos producto de la inactividad. Evidentemente, la aportación del Estado representado por el Gobierno, con varias decenas de miles de millones de euros, fue el elemento necesario para que este ejercicio de corresponsabilidad diera resultados sin precedentes en la historia de las crisis españolas: por primera vez la caída del PIB se tradujo en una caída significativamente menor del empleo, y el país se situaba en mucha mejor posición para recuperarlo cuando se relajaron las restricciones de actividad. Hoy superamos los 20 millones de cotizantes a la Seguridad Social.

De este relato conocido quiero destacar el nivel de corresponsabilidad de gobierno y agentes sociales. Y lo hago para señalar que apreciamos que, ante esta nueva crisis, esa corresponsabilidad está brillando por su ausencia por parte de las patronales. La invasión rusa de Ucrania (además de las consecuencias humanitarias) ha precipitado un deterioro de la situación económica global, que vuelve a situar a nuestro país ante algunas de sus debilidades estructurales. Las subidas de precios energéticos han contaminado el conjunto de la cesta de la compra hasta situar una inflación interanual en el 8,4%, que supone una erosión intolerable de los salarios en general y de los más bajos en particular.

Las empresas paulatinamente están repercutiendo este incremento de costes a los precios y la inflación subyacente se ha ido a un 4,4%. Un dato muy preocupante. Es en este contexto donde CCOO plantea su reivindicación salarial. Los sueldos no pueden sufrir una nueva merma. Una inflación temporal de estas magnitudes dificulta muchísimo la negociación colectiva, pero para hacerla viable consideramos que las cláusulas de revisión salarial son la herramienta que permite mantener el poder adquisitivo y a la vez evitar cualquier riesgo de espiral inflacionista en España.

Las organizaciones empresariales no pueden pretender que el incremento de precios recaiga en la clase trabajadora. El empresariado repercute el incremento de costes a precios, como demuestra la inflación

Dicho sea de paso, pensamos firmemente que ese riesgo no existe. Más bien pensamos que una devaluación salarial conllevaría un debilitamiento de la demanda interna, lo que supondría un lastre para un factor clave en la recuperación de la economía. Téngase esto en cuenta en una perspectiva de dificultad para recuperar las tasas de comercio internacional ante la inestabilidad geopolítica, o las incertidumbres sobre la evolución de un sector que aporta tantos recursos externos como el turismo que llega desde fuera de nuestras fronteras.

Las organizaciones empresariales no pueden pretender que el incremento de precios recaiga en la clase trabajadora. El empresariado repercute el incremento de costes a precios, como demuestra la inflación. Si CEOE no facilita una negociación de los convenios –tras apropiarse de recursos públicos multimillonarios–, el escenario de movilización estará servido. Pongámonos en esta hipótesis: si hubiera una contención de los costes energéticos y sus derivadas en la segunda parte del año, ¿habría una reducción de precios en la misma proporción? Todos sabemos que no. Es perfectamente factible que se diese una mejora de los márgenes empresariales, que si no va acompañada de acuerdos salariales suficientes, conllevaría una distribución intolerable del crecimiento. No nos vamos a resignar a ese escenario. Desde CCOO estamos en disposición de afirmar que habrá una estrategia conjunta con UGT para llevar a cabo un proceso de tensionamiento en la negociación de los convenios colectivos para escalar una movilización. Y el carácter de esa movilización llegará hasta donde tenga que llegar y los sindicatos seamos capaces de conducir a quienes representamos y organizamos. No vamos a contener la movilización, la vamos a incentivar.

La segunda reivindicación principal de este Primero de Mayo tiene que ver con controlar los precios. El sistema de fijación de precios energéticos debe ser modificado, evitando que el disparatado precio del gas determine el conjunto de precios de la energía. El acuerdo de España y Portugal con la Comisión Europea puede servir para una contención de precios que es absolutamente necesaria y tiene que recaer en los márgenes multimillonarios y no justificados que este sistema facilita a las empresas energéticas.

Y por último hay que apostar por medidas que favorezcan la igualdad y la cohesión social. Nuestra sociedad está siendo atravesada por múltiples situaciones de exclusión y precariedad laboral, pérdida de expectativas vitales en amplias capas de población, inseguridades e incertidumbres ante las profundas transformaciones económicas y sociales que se suceden de manera acumulativa y a gran velocidad. Existen territorios –o zonas en casi todos los territorios– que se perciben como agraviadas y alejadas de los circuitos de modernización.

Este contexto explica en parte la irrupción de opciones políticas de carácter ultraderechista que pretenden ofrecer puertos seguros en mares crispados y sin mapas fiables. Y para ofertar esos puertos, falsean viejas certezas dotándolas de una caracterización reaccionaria, atrasista y opresora. Determinada forma de entender la patria, los roles de género, la homogeneidad racial y sexual, o la seguridad, nos conducirían a una sociedad odiosa, pero no quiere decir que esa distopía no sea posible. El neofascismo se ha normalizado en España y en otros países.

Ante esta realidad no cabe remitirse solo al discurso del miedo a los ultras. Hay que generar alternativas ilusionantes de vida mejor, de certidumbres, de pedagogía y de batalla por las ideas. La organización colectiva de las personas trabajadoras como sujetos empoderados en la mejora de los derechos laborales –es decir, el sindicato–, las condiciones de vida dignas, la protección social, los servicios públicos (que crean conciencia pública, en palabras de Luis García Montero) son bases materiales y de conciencia, necesarias para defender la democracia y la dignidad de la vida de las mayorías sociales. Para eso, también por eso, vamos a las calles este Primero de Mayo.

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Unai Sordo, secretario general de CCOO

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