Plaza Pública

Entre vientres de alquiler y sindicatos de prostitución

Albino Prada

Existen diversas formas de vender el propio cuerpo: desde la prostitución a un tatuaje publicitario, una llamada caravana de mujeres, la venta de óvulos o esperma, ser una cobaya médica, los vientres de alquiler, o el tráfico de sangre o de órganos. Situaciones en las que una sociedad decente debiera evitar que la ganancia y el provecho corrompan otros valores. Singularmente si ponen en riesgo la dignidad, el respeto, el altruismo, la libertad o la equidad.

Esos, y otras muchas situaciones sociales, serían casos donde no debe mandar el dinero. Todas estas situaciones en las que se vende nuestro cuerpo, literal o figuradamente, suponen autodegradarse (aunque se haga con total consentimiento del vendedor).

Son casos en los que se vende algo que no puede estar en venta, un don o atributo que debiera usarse responsablemente al margen del dinero. Casos en los que se pone en serio peligro el respeto a nosotros mismos, situaciones en las que un incentivo económico o un precio pueden dañar los valores y las actitudes necesarias para ese respeto. Situaciones que corrompen el prestigio de la donación o de la entrega incondicionada.

En todas las citadas (y en no pocas actividades en las que se camufla esa autodegradación: publicitarias, desfiles de modas, servicios de atención personal…) en una sociedad decente las autoridades judiciales y la fiscalía debieran actuar de oficio para evitar que el dinero corrompa esos otros valores.

Son argumentos que tomo del excelente libro de M. J. Sandel Lo que el dinero no puede comprar: Los límites morales del mercado, donde pueden leerse criterios de mucho peso sobre esos y muchos otros dilemas a los que nos enfrenta la actual sociedad, que no economía, de mercado.

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En esta cita de su página 115, Sandel distingue, para la venta del propio cuerpo, una objeción no pequeña de justicia, de otra no menor relativa a la degradación: “No son pocos quienes se oponen a la prostitución por la razón de que esta raras veces, si acaso alguna, es verdaderamente voluntaria. Argumentan que las mujeres que venden sus cuerpos para el sexo se ven normalmente forzadas a hacerlo a causa de la pobreza, la drogadicción o amenazas de violencia. Esta es una versión de la objeción referida a la justicia. Pero también hay quienes se oponen a la prostitución por la razón de que ésta es degradante para las mujeres, se vean o no forzadas a ejercerla. Según este argumento, la prostitución es una forma de corrupción que rebaja a las mujeres y fomenta actitudes indeseables respecto al sexo. La objeción referente a la degradación no depende de que esta sea consentida; condena la prostitución incluso en una sociedad en la que la pobreza estuviera ausente y a las prostitutas no les desagradase su oficio y lo eligieran libremente”. Fin de la cita.

Argumentos de mucho peso para que deba perseguirse la compraventa del propio cuerpo ya sea en servicios sexuales o en vientres de alquiler. Y que mientras tanto, en vez de sindicatos, el Estado dé cobertura de rentas mínimas y servicios sociales, o de adopción, a quien los necesite. _________________

Albino Prada es doctor en Economía y ensayista. Su último libro es El despilfarro de las naciones

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