El nuevo curso político

Casado llama a “rebelarse” contra el nacionalismo y advierte de que el PP jamás le ofrecerá nada ni ahora ni nunca

El líder del PP, Pablo Casado, durante un acto de partido en Barcelona.

El PP no es un “partido residual”. Representa “la moderación”. “Yo no soy un tipo de Madrid que viene a Cataluña a decir a los catalanes lo que tienen que hacer”. Esto era lo que Pablo Casado aseguraba en enero a pocos días de las elecciones catalanasaseguraba que concluyeron con un varapalo histórico para su partido: menos del 4% de los votos, por detrás de Vox y de Ciudadanos.

En aquel momento ni siquiera negó que su hoja de ruta electoral supusiese una enmienda a la totalidad da la estrategia del Gobierno de Mariano Rajoy. “No lo sé”, respondió cuando le preguntaron. “Quiero ser presidente del Gobierno y Cataluña es clave. No se puede tener un proyecto en España sin entender las necesidades y problemas de Cataluña”, añadió admitiendo por primera vez algo que a menudo le ha reprochado Sánchez: el PP no puede tener un proyecto nacional siendo una “fuerza residual” en Cataluña o en Euskadi.

Siete meses después de aquella derrota, que el PP tapó en mayo con el buen resultado de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, las intervenciones de Casado en Cataluña tienen un tono muy distinto. Este martes, en un acto en Barcelona al que sólo había invitado a representantes de organizaciones sociales contrarias al independentismo —la Fundación Joan Boscà, Sociedad Civil Catalana, S’ha Acabat y Asamblea por una escuela bilingüe—, el líder del PP arremetió con extrema dureza contra el presidente Pedro Sánchez y su política de diálogo sobre Cataluña y confirmó, por si había alguna duda, que su partido no tiene intención de buscar un punto de acuerdo con la mitad de la sociedad catalana que vota a partidos secesionistas.

Su plan para Cataluña es simple: “No cambiar de rumbo el tiempo que haga falta. Durante una legislatura, dos o las que sean precisas”. El único reencuentro que está dispuesto a ofrecer a los catalanes independentistas es “la Constitución, el Estatuto y la ley. Derrotaremos a los secesionistas el día en que entiendan que jamás nos cansaremos de defender la ley”, enfatizó. “Son ellos los que tienen que perder la esperanza, no nosotros. Y si lo vuelven a hacer, volveremos a derrotarlos. No hay plan mas eficaz que este, fortalecer nuestra paciencia y acabar con su falsa esperanza”.

Su planteamiento incluye, recordó, reformas legales para enmendar al Gobierno de Pedro Sanchez: recuperar el delito de referendum ilegal, prohibir los indultos para delitos de sedición y rebelión, creación del delito de rebelión impropia (sin violencia) asimilándolo al de alta traición que forma parte en los códigos penales de la mayoría de los países europeos, suprimir Diplocat y lo que llamó la “acción exterior independentista”, acabar por ley “con la propaganda en medios públicos” y con “el adoctrinamiento” en las escuelas, garantizar la elección del castellano en las aulas, crear un MIR educativo nacional y establecer un sistema de acceso a la universidad común a toda España.

Sánchez quiere “mutar” la forma de Estado

Casado, como ya es habitual, fue especialmente duro con Sánchez, que “ha renunciado a su juramento constitucional” para “seguir en el poder”. Y al que acusó de impulsar, a través de la ponencia marco que el PSOE debatirá en su congreso de octubre, “la impugnación de la Constitución y el desmantelamiento del estado autonómico. No son accidentes, sino un plan voluntario para una mutación de la forma de Estado”,mutación proclamó.

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Una ponencia que, según la lectura que él hace de la ponencia marco socialista, propone “rechazar acuerdos con el centro derecha y la vieja socialdemocracia en declive”, lo que en su opinión vendría a demostrar “que era mentira su apelación al dialogo” con la oposición. En realidad concluyó, Sánchez “usa al nacionalismo como combustible para su proyecto de ingeniería social, que le va a acabar estallando en las manos”.

En realidad, el texto de la ponencia marco del PSOE que Casado citó en su intervención no dice eso. Denuncia la política de “grandes coaliciones con el centroderecha” de la “vieja socialdemocracia en declive” y lo hace porque, según sus redactores, ha limitado las políticas de la izquierda a la gestión y ha impedido ejercer una verdadera “vocación reformadora”.

La solución, concluyó Casado, es “rebelarse” y “defenderse”. “Hay que impedir que Sánchez consolide” un “pacto de sumisión” con el independentismo “protegiendo a la mayoría catalana frente a cualquier nueva agresión”. Hay que rechazar la interlocución privilegiada con los secesionistas que siguen sin ceconocer la Constitución y la ley”.

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