Crisis del coronavirus

El cerco contra el tabaco se estrecha más que nunca por su potencial de contagio: "Es el momento ideal para dejarlo"

Un hombre con mascarilla y guantes fumando un cigarro en Sevilla.

Cuando hablamos de Salud Pública, tan desgraciadamente de actualidad en estos tiempos, es inevitable pensar en el tabaco, considerado también por los médicos  una epidemia contemporánea –en sentido figurado–. Su relación con el covid-19 preocupa y desconcierta a partes iguales, aunque poco a poco las incógnitas se van resolviendo. Fumar es considerado un factor de riesgo durante una pandemia cuya enfermedad responsable afecta principalmente a las vías respiratorias. Hay, sin embargo, dudas razonables aún sobre si la nicotina, uno de los principales componentes de los cigarrillos, previene o no el contagio. Y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) ha contradicho en parte a la cabeza visible del país contra el coronavirus, Fernando Simón, asegurando que fumar cerca de otras personas puede potenciar el contagio. Sanidad no recomienda consumir en terrazas y algunos expertos proponen endurecer la ley y prohibir fumar en estos espacios, aunque sean al aire libre.

"Es un momento ideal para dejarlo", explica el neumólogo y presidente de Separ, Carlos Antonio Jiménez. Cree que el Gobierno debería intensificar sus campañas de información y concienciación, ya que "el covid afecta a un fumador en el sentido de que hay un mayor riesgo de generar una forma clínica grave de la enfermedad. Hay mayor riesgo de complicaciones, de necesitar ventilación mecánica, ir a la UCI o morir", sentencia. Jiménez recuerda que desde el 1 de enero "disfrutamos de la financiación pública de los tratamientos del tabaquismo". El Gobierno subvenciona parte del coste del medicamento Champix, con una alta tasa de éxito. "Ahora que se ha pasado el culmen de la pandemia, es un buen momento para ir al médico" y pedir, explica, "tanto apoyo psicológico como farmacológico": las dos patas para terminar con la adicción.

Pero no se trata solo de que los fumadores tengan más peligro de pasar por una sintomatología grave de covid-19. También se empieza a demostrar, según estudios de la propia Separ, que encender un cigarrillo y expulsar el humo por la boca puede soltar al aire pequeñas partículas con carga viral, hasta a dos metros de distancia, que permanecen en el aire unos minutos. "Son invisibles para el ojo humano, pero si una persona fumadora está contagiada de covid, puede expulsar partículas virales", explica Jiménez. Son las mismas, apunta, que las que se emiten al toser, aunque en este caso la carga es muchísimo mayor. Aun así, el humo de un consumidor que se encuentre –por ejemplo– en una terraza puede llevar el agente patógeno de una persona a otra.

Por eso el Ministerio de Sanidad ha recomendado que se evite el consumo de tabaco en estos espacios, a pesar de que está ampliamente aceptado por un gran porcentaje de población y amparado por la ley antitabaco. La comunicación ha causado confusión, ya que días antes, el coordinador del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, declaró que "no tengo ninguna información que me permita decir que quitarse la mascarilla para fumar vaya a hacer que esta persona vaya a inhalar el virus, porque el virus no se transmite por aerosoles".

Simón solo se refirió al peligro al que se expone el fumador, no el que recibe el humo. Y además, no mencionó la diferencia entre aerosoles y las "gotitas" a las que se refiere Jiménez, y que sí son un peligro en el caso del tabaco. El contagio por aerosoles es en base a partículas de menos de cinco micras de diámetro, que permanecen suspendidas en el aire durante horas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) explicó que no hay pruebas de que en la vida diaria se produzca contagio por esta vía, salvo en entornos muy específicos: intervenciones médicas como intubaciones, broncoscopias o ventilaciones artificiales. Por eso la institución aseguró que el coronavirus no se transmite "por el aire", como titularon algunos medios, lo que no es lo mismo que "por transmisión aérea", ya que las gotitas sí que pasan de un cuerpo a otro sin contacto.

El papel de la nicotina

Más allá de la evidencia científica disponible sobre el daño pulmonar del humo que inhalan los fumadores, dos estudios apuntaron a que la nicotina puede ayudar a prevenir el contagio. Los trabajos que se publicaron en abril apuntando a esta posibilidad no son demasiado rigurosos ni cuentan con una muestra lo suficientemente alta como para sacar conclusiones, opina el presidente de Separ. "Su metodología es insuficiente y deficiente", concluye. En todo caso, la discusión científica sigue viva, como explica aquí Voz Pópuli, con resultados preliminares que indican que esta sustancia podría mitigar la tormenta de citoquinas, es decir, la respuesta inmunitaria exagerada que muchas veces conduce a la muerte con rapidez. Otra cosa es que este beneficio inesperado compense el contrastado efecto de pulmones negros que provoca el tabaco.

Jiménez explica que otros estudios han apuntado a la dirección exactamente contraria. En este caso, las protagonistas son unas membranas celulares llamadas AC2, los receptores a través de los cuales el virus se reproduce sin control. "Los fumadores tienen células con muchísimos más receptores. Por eso en los fumadores la sintomatología es más grave que en los no fumadores", asegura el neumólogo. 

Medidas más severas

José María Martínez, epidemiólogo y doctor en Salud Pública de la Universitat Internacional de Catalunya, lo tiene claro: el Gobierno debería ser más duro a la hora de estrechar el cerco contra el tabaco. Defiende dos medidas principales: subir el precio de la cajetilla y prohibir fumar en terrazas, más ahora que es un vector de contagio. "Es irrisorio lo que cuesta el tabaco aquí en España, comparado con países de nuestro entorno", asegura. Cobrar unos euros más tiene dos ventajas asociadas, explica: "poner más complejo el acceso a la población joven que se inicia, así como a las clases desfavorecidas, que son las que más fuman". Opina lo mismo el catedrático de Salud Pública Joan Villalbí, pero matiza que algunas personas podrían seguir fumando a pesar de que se gasten un dinero que no tienen: así funcionan las adicciones. En todo caso, apunta el experto, la tasa lleva años "congelada" y determinados productos, como el tabaco de liar, tienen una fiscalidad muy baja.

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Con respecto a la prohibición de las terrazas, Martínez cree que, aunque levantaría mucha polvareda al principio, se acabaría aceptando. "Tenemos ejemplos de éxito, se ha visto que se puede regular. La aceptación de la población, una vez que se implementa, aumenta. Todo el mundo pensaba en 2007 que iban a cerrar los bares y los restaurantes y no ha pasado. Ahora lo agradecen". El epidemiólogo lo ampliaría a otros espacios al aire libre, como las puertas de determinados edificios o, incluso, viviendas en pisos. "En Estados Unidos alquilé un inmueble que estaba en un edificio libre de humo, y si saltaba la alarma de incendios se denunciaba al fumador", rememora.

Villalbí añade la prohibición de fumar en coches, sobre todo si se encuentran menores a bordo: el Gobierno ya afirmó antes de la pandemia que era su intención. Así como "las marquesinas de autobuses", donde "no se renueva lo suficiente el aire". Además, defiende controlar, en la medida de lo posible, la "promoción en formatos digitales". "La industria tabaquera está pagando a influencers para que salgan fumando", denuncia.influencers

No es solo una cuestión de contagio del coronavirus: se estima que el tabaco mató a más de 56.000 personas en España durante 2019.

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