El futuro de la izquierda

La crisis catalana ahoga la colaboración parlamentaria entre PSOE y Podemos para propulsar una agenda social

Pablo iglesias y Pedro Sánchez se saludan frente a los fotógrafos y en presencia de diputados de sus respectivos grupos.

La colaboración parlamentaria entre el PSOE y Unidos Podemos, acordada por los líderes de ambas formaciones a mediados de julio, apenas un mes después del regreso de Pedro Sánchez a la Secretaría General de su partido, se ha atascado. Tres meses después de la escenificación del acuerdo, en presencia del estado mayor parlamentario de los dos partidos, los socialistas reconocen que el balance es inexistente. “No hay nada”, admiten fuentes del grupo socialista. Por decir algo, citan la creación de la comisión de investigación del accidente ferroviario de Angrois aunque, en rigor, no se trata de un acuerdo, sólo de una tramitación conjunta de dos iniciativas separadas, que es lo que acabó haciendo el pleno del Congreso de los Diputados.

¿Qué ha pasado? Los socialistas culpan a la crisis política catalana, que no sólo ha consumido la energía de ambos partidos, argumentan, sino que ha dejado sin espacio mediático y parlamentario la defensa de iniciativas sociales. No se trata, sostienen, de un problema de entendimiento entre ambos partidos, sino de una derivada del intento de la Generalitat de Cataluña de activar mecanismos para ejercer el derecho de autodeterminación que claramente están fuera del ordenamiento constitucional. Un problema que ha alcanzado tal envergadura que, como informó infoLibre y reconocen las mismas fuentes, acabará condicionando lo que queda de legislatura.

Podemos también constata que la colaboración entre los dos partidos no ha conseguido, de momento, ningún fruto. Aunque, a diferencia de los socialistas, no creen que se trate sólo de una consecuencia más del omnipresente debate sobre Cataluña, sino de un aparente desinterés por parte del PSOE. Prueba de ello, aseguran, es que el partido de Pablo Iglesias lleva desde el verano tratando de convencer a sus interlocutores de la necesidad de convocar una reunión de la mesa de coordinación creada en julio. Una cita en la que quieren agilizar la colaboración que ambas formaciones acordaron hace ahora tres meses pero que sigue sin fecha.

Con la reanudación del período de sesiones, los diputados del partido de Pablo Iglesias han observado cómo los socialistas alargan los procedimientos y hasta dejan sin respuesta algunas de las propuestas de Podemos, como la elaboración de unos presupuestos alternativos, aseguran. Una propuesta que la formación morada revindica como suya y que, cuando vieron que el PSOE la presentaba como propia, trataron de negociar para hacer posible plantear unos presupuestos alternativos en nombre de toda la izquierda. No hubo respuesta.

En Podemos afirman haber trasladado a los socialistas este problema, discretamente pero a todos los niveles: Pablo Iglesias a Pedro Sánchez, Irene Montero a Margarita Robles y Ione Belarra a Adriana Lastra. Sánchez, reconocen fuentes de Podemos consultadas por infoLibre, es el que más intensamente está apostando por la colaboración entre ambos partidos. Más incluso que muchos de los diputados de su grupo, que juzgan la colaboración con el partido de Iglesias con mucho más escepticismo que su líder.

De hecho, Sánchez ha tenido que emplearse a fondo para convencer a los miembros del grupo socialista de la necesidad de explorar a fondo la colaboración con Podemos en vez de limitarse a plantear en solitario sus propuestas. El líder socialista quiere engrasar la cooperación con el tercer grupo del Congreso, al que se refiere con frecuencia como socio preferente, porque cree que las posibilidades de un gobierno de izquierdas en la próxima legislatura pasan, casi con toda seguridad, por un acuerdo entre ambas formaciones en el que el PSOE aspira a llevar la voz cantante.

Aunque el esfuerzo para desarrollar una agenda social no está funcionando bien, en Podemos sí valoran que el cambio de interlocutores que se ha producido en el PSOE con el regreso de Pedro Sánchez se ha traducido en mayor facilidad para llegar a acuerdos en iniciativas concretas, sobre todo a la hora de tramitar proposiciones no de ley sobre asuntos muy variados. La negociación es más fluida y es más sencillo acordar contenidos susceptibles de recibir el apoyo de ambas formaciones. Hay también voluntad, reconocen, de desbloquear leyes, como la del salario mínimo interprofesional.

En cualquier caso, Podemos mantiene como prioridad intentar sostener una colaboración preferente con el PSOE, una formación con la que, de manera recíproca, consideran imprescindible llegar a acuerdos para, entre otras cosas, sacar adelante una agenda social en el Congreso. Y no quieren poner en peligro el potencial de trabajo de esa colaboración, ni siquiera por el hecho de que los socialistas hayan decidido respaldar la respuesta de Mariano Rajoy al president Carles Puigdemont. “Siempre habrá vías abiertas”, aseguran. No hacerlo sólo acabaría provocando frustración, tanto por parte de quienes apoyan a Podemos como por la de quienes auparon el regreso de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE.

La agenda social

La mesa de colaboración parlamentaria que crearon ambos partidos en julio como marco de una interlocución preferente perseguía, al menos para Podemos, sentar las bases de la construcción de un Gobierno alternativo. Y construir ese consenso a partir de medidas concretas impulsadas de manera conjunta en materia de pensiones, subidas del salario mínimo interprofesional, renta mínima o negociación colectiva, entre otras materias se marcado contenido social.

Ya desde el principio se hizo visible que Cataluña no iba a formar parte de los acuerdos más allá de la creación de una subcomisión en el Congreso para la reforma y evaluación de Estado autonómico con el fin de reconducir a un escenario parlamentario el debate sobre el encaje de Cataluña en España. En este asunto la diferencia es sustancial. Los socialistas buscan legitimar un nuevo estatus para Cataluña en España mediante dos referéndums: el primero, para votar una nueva Constitución a gusto de los catalanes y del conjunto de los españoles; el segundo, para aprobar un nuevo Estatuto que ponga fin a siete años de autonomía catalana durante los cuales la norma reguladora del autogobierno no ha contado con el respaldo de los ciudadanos (la que ellos habían validado en referéndum fue anulada parcialmente por el Tribunal Constitucional). Podemos, en cambio, quiere negociar una ley orgánica que haga posible el derecho a decidir de Cataluña mediante una referéndum pactado.

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No obstante, y aunque en este ámbito la diferencia de criterio es evidente, el diálogo entre los dos partidos se mantiene. En conversaciones privadas, Pedro Sánchez ha transmitido a Iglesias su convencimiento del riesgo que corre Podemos al alinearse junto a los independentistas catalanes. Una posición que el líder del PSOE está seguro de que sólo puede beneficiar al PP. Si los socialistas hicieran lo mismo, sostiene Sánchez, la derecha acabaría arrasando por completo a la izquierda.

Iglesias, por el contrario, así como muchos de los dirigentes de Podemos, desconfía de los contactos que Sánchez mantiene con Rajoy. El compromiso que ha arrancado al presidente del Gobierno para, dentro de seis meses, abrir la reforma constitucional, aleja casi definitivamente la posibilidad de que los socialistas se decidan a plantear una moción de censura que remueva al PP del Gobierno y que, durante el último año, ha sido la piedra angular de la estrategia política de Podemos.

 

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