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MOCIÓN DE CENSURA

Fracasa la moción Tamames: la izquierda exhibe unidad frente a un Vox descolocado y un PP de refilón

Tamames y Abascal

Día y medio de debate intenso en el Congreso de los Diputados, con la mayoría de diputados criticando el “esperpento” y la “vergüenza”. Y la moción impulsada por Vox, con Ramón Tamames como candidato, fracasó con el bloque de investidura exhibiendo unidad frente al camino que supondría los gobiernos del PP en Vox en comunidades, ayuntamientos y el Palacio de La Moncloa.

El miércoles al mediodía la pantalla dibujó el resultado: 201 ‘noes’, 91 abstenciones y 53 ‘síes’ (Vox y el exdiputado de Cs Pablo Cambronero).

La moción de censura dejó a un Vox descolocado, sin ofrecer ninguna propuesta ni alternativa concreta, sólo centrado en cargar contra el Ejecutivo de coalición y con un Santiago Abascal escondiéndose detrás de su candidato, Ramón Tamames. El economista sorprendió a todos no por discursos de catedrático, sino por apenas hablar y no querer contestar casi a los intervinientes (hasta declinó responder en el segundo turno al final). La sensación era unánime entre el resto de grupos: la ultraderecha se ha pegado un tiro en el pie.

La abstención del PP

Todo ello con un Partido Popular, sin Alberto Núñez Feijóo en el Hemiciclo, justificando su abstención porque no podía votar que sí por respeto a España pero que optaba por ese lugar intermedio por “respeto” a Ramón Tamames, aunque el propio líder ya avanzó que no votaría en contra en febrero antes de saberse quién sería el aspirante de la moción impulsada por la ultraderecha.

El candidato impulsado por Vox, que militó en su día en el PCE e IU y fue diputado en las Cortes, ni siquiera pronunció durante sus intervenciones el objetivo principal de la moción: la convocatoria de elecciones anticipadas. El economista, que no aplaudió a Abascal en sus turnos, no esbozó un programa de Gobierno, ni siquiera una batería de medidas. Dejando frases como “Para mujeres, ya tenemos a Isabel la Católica” o que “los jóvenes urbanistas se enteren de dónde está el campo”. “Me cuento bastante a gusto en la caverna, los proponentes de Vox han tenido la valentía que no ha tenido otro grupo”, se defendió al final.

El Gobierno sale más cohesionado con el tique Díaz-Sánchez

Estas dos jornadas de debate han servido principalmente, desde el lado del Gobierno, para cohesionar a la coalición y coger fuerza de cara al ciclo electoral. Con una imagen, un mensaje y una estrategia directa: el tique electoral de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Los dos pactaron la forma de abordar el debate y se repartieron papeles, con reivindicaciones desde los dos lados de cariño y cuidado de la coalición.

Tanto Sánchez como Díaz defendieron las medidas puestas en marcha por el Ejecutivo frente al modelo de las derechas, especialmente el de los recortes de Mariano Rajoy o la política del actual Ejecutivo de Castilla y León, con el PP y Vox. Sobre la mesa pusieron la reforma laboral, la ley del aborto, los ERTE o el salario mínimo. 

Otra idea que también se trasladó desde el Ejecutivo y los grupos que lo sustentan fue que el PP y Vox representan el mismo pack de cara al ciclo electoral y que son las “derechas de siempre”, como dijo Patxi López. Esta abstención, según dijo el portavoz socialista, supone blanquear e ir de la mano de los negacionistas de la violencia de género o del cambio climático.

A pesar de que en Vox se diga en público que ha salido todo bien, la sensación no era la euforia. Muy elocuente durante estos dos días ha sido la cara de Javier Ortega Smith, que ni siquiera acompañó a su candidato a la entrada y la salida. La operación que nació en una sobremesa en una marisquería fue fruto de críticas de la mayoría de grupos. Una “tomadura de pelo”, llegó a decir Cuca Gamarra (PP). Los populares han intentando pasar del debate lo máximo posible, con una sola intervención, y renunciando la exalcaldesa de Logroño a su segundo turno.

En privado muchos populares decían que servirá a la coalición para coger fuerza pero también creen que ellos salen beneficiados, por eso no hubo ninguna alusión a votantes de Vox para no molestar. Tampoco demasiadas críticas a Santiago Abascal, con el fin de allanar el camino de esos gobiernos. La estrategia del PP pasa por intentar lograr las mayorías más holgadas que le permitan gobiernos sin Vox dentro. En su turno, Gabriel Rufián (ERC) indicó que el gran ganador con lo que había sucedido era el Partido Popular.

Díaz se lanza al ruedo

Esta moción supuso también la gran puesta de largo de Yolanda Díaz como candidata del espacio a la izquierda del PSOE. Muchos diputados reconocieron el “discursazo” que dio al mediodía del martes, con la derecha ya bramando que es el inicio de su campaña. También entre las filas socialistas gustó el tono y el modo empleado por la vicepresidenta: “Hay que ayudarla y darle proyección”, sostenían fuentes de fuentes del Gobierno.

Porque el PSOE y una buena parte de Unidas Podemos salieron del Hemiciclo ya el miércoles, tras la votación, con la idea reforzada de que se necesitan los dos para lograr La Moncloa de nuevo y que deben ir de la mano, aunque haya diferencias, ante unas derechas que van a ser implacables y que dibujan un panorama apocalíptico. Saben que esa es una de las virtudes: ser capaces de montar mayorías que superen al PP y Vox, que se encuentran muy aislados en la escena política y sin apenas capacidad de crear nuevos puentes con otros partidos.

Vox contra Vox y Tamames contra Tamames

El Gobierno se quiso tomar muy en serio la moción y, por ello, Pedro Sánchez quiso tomar la palabra también el martes antes de la votación. El presidente del Gobierno tildó de “show” y de “fraude constitucional” la moción, reprochando al final a Tamames que se hubiera tomado poco en serio al Parlamento. Otra de las ideas fuerza de Sánchez y de la izquierda fue que a las derechas sólo les une las ansias de poder y derrocar al Gobierno para que no pueda desplegar sus políticas feministas.

También se desmontó la imagen que quería dar la derecha, con Tamames diciendo que se presentaba porque le unía la bandera a Vox. Pero desde las bancadas progresistas se remarcó que hoy Cataluña está mucho mejor que 2017 y que se cumple la Constitución (menos el PP con el Consejo General del Poder Judicial), y que los populares y Vox quieren el conflicto por mero interés electoral.

El PP trató de pringar algo el debate hablando del caso de tito Berni, pero desde el PSOE, a través de Patxi López, se le recordó la situación de la alcaldesa de Marbella, la imputación de Jorge Fernández Díaz (al que el fiscal pide 15 años de cárcel) y las fotos de Feijó veraneando con Marcial Dorado, condenado por narcotráfico.

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