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La reacción antifeminista Análisis

Así es la alianza (con cómplices en PP y Vox) que creó el mito del 'hombre discriminado'

Un manifestante contra las llamadas "leyes de género" sostiene un cartel donde se lee "Stop feminazis", en Madrid en 2021.

¿El hombre, discriminado por serlo? A priori, no parece una idea con fácil encaje. Pero ahí está, ganando enteros. Y no por generación espontánea. La tesis del varón perseguido e incluso odiado, ya en absoluto marginal, es una obra a múltiples manos. Es fruto de la constancia de la derecha católica radical y de los grupos de hombres que se declaran discriminados por una legislación que ven injusta. Es resultado del empeño de Vox. Debe mucho a un puñado de abogados activistas. Es un hito impensable sin la expansión a gran escala –gracias a las redes sociales– de planteamientos que antes parecían condenados a quedar como cosa de cuatro exaltados. Y es también una idea que está contando con focos de difusión en el PP, singularmente Isabel Díaz Ayuso, para quien el feminismo dominante no busca igualdad sino "ventaja".

El origen de las "guerras de género"

La encuesta sobre igualdad del CIS conocida esta semana ofrece blancos y negros. Por un lado, muestra el profundo calado del ideario feminista. Pero, al mismo tiempo, ilustra la fuerza de una tesis según la cual el feminismo ha conquistado tanto terreno que el varón juega ahora en desventaja. Ahí va un dato: el 44,1% de los hombres están de acuerdo con que "se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres". Así que hay tanto un flujo de ideas feministas como un reflujo contrario, con una clara división en el eje izquierda-derecha.

¿Cuál es el origen del reflujo? Siguiendo el detallado relato del informe De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español, la primera emergencia de conflicto político en torno a lo que hoy llamamos "guerras de género" se produjo a raíz de la reacción conservadora a medidas como el matrimonio igualitario (2005) o la asignatura de Ciudadanía (2006). No fue una eclosión completa porque el PP quiso guardar un equilibrio. Por un lado, votaba en contra de estas medidas y enviaba delegados a las manifestaciones en su contra alentadas por grupos como Hazte Oír, Foro de la Familia o Profesionales por la Ética, alineados con la Conferencia Episcopal. Por otra, trataba de que no fuera un asunto central, para así evitar fugas en el electorado moderado.

La cuerda se acabó rompiendo. Cuando el Constitucional avaló las leyes de igualdad (2007) y matrimonio igualitario, recurridas por el PP, el partido de Rajoy intentó evitar una sobrerreacción y pasó página, pero para entonces ya había toda una pléyade de grupos y medios que a todas horas martilleaban con la idea de que Zapatero había inoculado una "ideología de género" que destruía las categorías de moral, familia y sexo, convirtiendo al hombre heterosexual en el villano de la película. El germen ya estaba ahí.

Una de las derivadas del discurso presentaba al varón como discriminado no sólo por la Ley de Igualdad, sino también por la Ley contra la Violencia de Género. Esta norma obtuvo un respaldo unánime en el Congreso (2004), pero figuras de gran influencia en la derecha se salieron de aquel marco. Fue clave Jiménez Losantos, que primero desde la COPE y luego desde EsRadio levantó la bandera del agravio por esta ley. El aval del Constitucional no detuvo la denuncia de la supuesta quiebra de la presunción de inocencia, discurso amplificado tanto por grupos de la derecha radical católica como por una incipiente red de asociaciones de hombres que se declaraban víctimas de la norma. El germen había cogido cuerpo social y ya sólo faltaba un referente político. No tardaría.

Vox, los abogados y los "silenciados"

Cuando Vox nace a finales de 2013, traba de inmediato alianzas con los sectores del PP que habían roto con Rajoy por su tibieza en temas morales como el aborto. Destacó el fichaje por parte de Vox de Lourdes Méndez Monasterio, hermana de Kiko Méndez Monasterio, estrecho colaborador de Abascal, que era el cordón que había unido al PP a la miríada de grupos radicales que nunca han dejado de denunciar la "ideología de género", incluida una supuesta postergación del hombre.

Como señala Felipe G. Santos, investigador en la City University of London y la Universidad Babeș-Bolyai de Cluj-Napoca, es coherente en el plano "ideológico" que Vox se sumase a la corriente victimista, básica en los proyectos de nacionalismo autoritario de ayer y hoy. Lo escribía Michela Murgia en Instrucciones para convertirse en fascista: "Cuanto más víctima se sienta el pueblo, más se unirá para defenderse y buscar un jefe fuerte que lo guíe". En cuanto a la elección del hombre como sujeto/víctima, es también coherente con el diseño del partido y con la tradición de la ultraderecha española.

Pero, además del ideológico, está el factor estratégico. A Vox, que necesitaba temas con los que diferenciarse, le convenía aliarse con todo el magma organizativo defensor de aquellas ideas que, precisamente por ser marginales, tenían tanto margen de crecimiento, como demostraba el éxito republicano en las "guerras de género" de EEUU. Este cartel de un acto en 2015 ilustra aquella voluntad de cooperación y presenta algunos nombres propios que ya entonces lo daban todo por esta causa, permitiendo tirar de hilos que llegan hasta hoy.

Además de los principales dirigentes de Vox, con Abascal al frente, en el cartel hay representantes de entidades contra las "denuncias falsas" como SOS Papá y la Asociación de Víctimas de la Ley de Violencia de Género. También figuran dos abogados de trayectoria destacada en este mundillo. Uno es José Luis Sariego, especializado en derecho de familia, al que Libertad Digital presentaba así en un artículo hace cuatro meses: "El abogado que ofrece a los hombres un manual para evitar denuncias falsas y destroza la Ley de Violencia de Género". Según Sariego, "desde que nace un varón ya sufre discriminación". En España hay "más de 400 leyes" que discriminan al hombre, añade el abogado, que da consejos como este en X, donde tiene más de 23.000 seguidores.

El otro abogado es Javier Pérez-Roldán, especializado en "denuncias falsas". Secretario general de la Comunión Tradicionalista Carlista, es autor del conocido como Informe Pérez-Roldán, 147 páginas de masiva difusión en el ámbito del derecho de familia en las que trata de demostrar la discriminación legal del hombre. Pérez-Roldán, habitual de tertulias televisivas, es uno de los entrevistados en Silenciados, documental contra la Ley de Violencia de Género de 2017 con más de 210.000 visionados en Youtube. En dicho documental, afirma que no sabe cuántos hombres mueren dentro de la pareja, pero expone una hipótesis: "Las mujeres suelen ejercer más la violencia psicológica. Y hay muchos hombres que mueren víctimas de un suicidio, no sabemos hasta qué punto podría ser responsable la mujer".

A juicio de Pérez-Roldán, los datos de la encuesta del CIS son muestra de un despertar social. "Cada vez es mayor el número de hombres y mujeres que perciben la realidad discriminatoria", dice. Es sencillo detectar, entre quienes sostienen que el hombre vive discriminado por serlo, la impresión de que la encuesta muestra la progresión de sus ideas y el convencimiento de que hay que seguir empujando. Miguel Tomás, de Hazte Oír, cree de hecho que los porcentajes se quedan cortos: "Sería seguramente cercano al 100% [el porcentaje de quienes ven discriminación al hombre] si preguntan a todos los padres y familiares afectados por la Ley de Violencia de Género", afirma.

El juez mártir y la profesora "sin complejos"

Otros dos entrevistados en Silenciados y presentes en el cartel de 2015 son figuras relevantes en la aún breve historia de Vox e ilustran la apuesta del partido por el discurso del hombre agraviado, sin la que es difícil entender su progresión social. El primero es Francisco Serrano, juez que cuando nació el partido estaba inhabilitado por prevaricación al haber favorecido injustamente al padre frente a la madre en un régimen de visitas. Lejos de caer en desgracia, el impulsor de la Plataforma por la Igualdad escribió un libro, La dictadura de género (2012), y se erigió en la figura que más alto clamaba contra la supuesta injusticia de una legislación antihombres que a su juicio propicia un "genocidio".

Con estas credenciales, Abascal lo eligió como su líder en Andalucía, colocándolo como candidato en 2015 y más tarde en diciembre 2018. En aquel segundo intento, fue Serrano quien puso rostro al regreso de la ultraderecha a la instituciones. Sus días de gloria duraron poco. Serrano tuvo que dejar su acta en 2020, investigado por un posible fraude de subvenciones. Eso sí, durante su etapa como parlamentario aprovechó para dejar constancia de sus fijaciones, publicando un nuevo libro, Guía práctica para padres maltratados, y utilizando su alta tribuna para alertar de las "denuncias falsas" y negar la "brecha salarial".

El otro martillo antifeminista al que Abascal puso galones es la profesora de educación física Alicia Rubio, autora de Cuando nos prohibieron ser mujeres y os persiguieron por ser hombres (2016). "Hay maltrato hacia las mujeres, como hay maltrato hacia los hombres”, declaraba en una entrevista sobre su "biblia antifemnista". Ya consagrada como "guerrera cultural", Vox la metió en en 2019 en la Asamblea de Madrid, cubriendo una etapa durante la cual publicó Feminismo sin complejos (2021), trabajo prologado por el agitador derechista argentino Agustín Laje, próximo a Javier Milei, que denuncia el trato al hombre como "el enemigo, el opresor, el maltratador intrínseco". "Se propondrá desde su castración hasta su desaparición física", augura Laje en el prólogo.

Visto en perspectiva, ¿no tiene sentido pensar que toda esta incesante percusión ha acabado surtiendo más efecto del que parecía?

Ideas más visibles defendidas por más grupos

Serrano y Rubio son dos casos emblemáticos, pero el énfasis de Vox en la victimización del hombre ha sido generalizado (y hoy sabemos que probablemente fructífero). La censura contra un "feminismo radical" que discrimina al hombre está en el abecé del partido, que en sus 100 medidas para la España viva mantiene desde 2018 la propuesta de "derogación ley de violencia de género y de toda norma que discrimine a un sexo". Es decir, la insistencia en la figura del hombre odiado y perseguido es estratégica en el tercer partido de España, donde son usuales las voces que niegan la brecha salarial o incluso alertan de una oleada de suicidios de hombres por Ley de Violencia de Género.

Vox puede presumir de haber catapultado ideas que antes no encontraban apoyo en el ruedo político. Y también de haber fortalecido el tejido social que las sostiene, incluidas organizaciones en su órbita, como Mujeres por la Igualdad. Además, ha respaldado iniciativas como la denuncia por parte de la Asociación Hombres Maltratados contra una monologuista por un supuesto "delito de odio contra los hombres".

Al mismo tiempo, grupos con más pedigrí, como Hazte Oír, han visto recompensada su apuesta inicial por Vox ganando en repercusión y cobertura institucional. Lo cual, a su vez, ha atraído a más grupos e iniciativas. ¿Ejemplos? Por una parte, la red de organizaciones por la maternidad Women of the World, que tiene a Profesionales por la Ética entre sus impulsores, alerta contra el "odio al varón" del feminismo. Por otra, la Asociación de Abogados contra la Corrupción anuncia que lleva ante la justicia europea la Ley de Violencia de Género, que ha dejado "cuatro millones de hombres víctimas".

Ha sido un quid pro quo. El movimiento social ha fortalecido a Vox y Vox ha fortalecido al movimiento social. Entre unos y otros han contribuido a engordar el mito de un país que discrimina al hombre.

A ello se suma que Internet ha facilitado la difusión de la narrativa del hombre perseguido, especialmente entre los jóvenes, como ha alertado la Fundación FAD y refrenda la politóloga Carmen Lumbierres, que ve en el victimismo una válvula de escape para generaciones en las que se multiplican las "expectativas frustradas" a causa de crisis sucesivas. Son fáciles de encontrar mensajes de alcance masivo que dan la razón a los que piensan que el feminismo ha descarrilado y no aporta igualdad sino discriminación. "España es un país que discrimina al hombre", afirma el youtuber Roma Gallardo, con más de 1,9 millones de suscriptores, alegando que hay trato de favor a la mujer para obtener "subvenciones" y "vivienda social". Infovlogger, con más de 110.000 en X, afirma que los "hombres heterosexuales" no disfrutan de "presunción de inocencia". Aitor Guisasola, con más de 380.000 en Youtube, dice que "ser hombre es agravante penal". En los canales de Telegram de difusión de bulos y conspiraciones la figura del hombre víctima es con frecuencia protagonista.

Ayuso se suma

Las redes ofrecen una mirilla para contemplar una explosión de contenido que oscila entre las fake news y la desmesura, entre el machismo y la misoginia. Por eso, porque conoce lo que ahí se cuece y también lo que se oye a pie de calle, a Carmen Lumbierres no le sorprenden los nuevos datos del CIS. Profesora de Ciencias Políticas en la UNED, cree que la pulsión antifeminista "estaba ahí, más o menos soterrada", y que el auge de la extrema derecha ha contribuido a aflorarla. "Antes había una cierta vergüenza, ya no tanto. Pasa igual con la inmigración", afirma Lumbierres, que atribuye parte del mérito a Vox pero cree que es un fenómeno que desborda al electorado ultra y pone bajo presión al PP. Coincide Felipe G. Santos, que de hecho recuerda que el PP "cede cada vez más" en cuestiones de género y es corresponsable del "caldo de cultivo" que explica que las ideas contra el feminismo estén lejos de ser marginales.

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La posición del PP es ambigua. Al mismo tiempo que trata de presentarse como freno a las pretensiones más radicales de Vox, ve cómo prosperan discursos a los que el partido solía tratar de resistirse. Un dato: Cayetana Álvarez de Toledo, que en 2019 afirmó que la Ley de Violencia de Género es una "aberración" que rompe el principio de "igualdad", es hoy portavoz adjunta del PP. No obstante, la figura que más fuerte choca con el feminismo es Ayuso, al frente de la Comunidad de Madrid, locomotora ideológica de la derecha española desde hace tres décadas, que se suma al discurso según el cual hubo un buen feminismo hoy borrado por otro que no busca igualdad sino prebendas.

Oigamos distintas posiciones de la presidenta. Por ejemplo, afirma que ella lucha "contra la discriminación", pero "no contra los hombres", frase que podría suscribir Leonor Tamayo, líder de Women of the World. A su juicio, existe un feminismo que ve al hombre como su "enemigo eterno", afirmación que parece tomada de un párrafo de Alicia Rubio. Hay –dice– feministas que "buscan ventaja por ser mujer", enunciado que podría levantar la ovación del juez Serrano. ¿Y la violencia de género? "Es un tipo de violencia muy concreto, está ahí", responde Ayuso. "Pero también hay violencia sobre el propio hombre, de hecho sufre incluso más agresiones que nosotras".

Todo ello lo suscribirían las asociaciones contra la legislación de género, como también esto: "El feminismo trasnochado consiste en atacar al hombre". Esta misma semana la presidenta lamentaba que "se acose sistemáticamente al hombre o que haya discriminación positiva". Es el tipo de contenido que puede agradar tanto a los incels que pueblan la "manosfera" como a las autoproclamadas víctimas de la "cultura de cancelación" dictada por las "feminazis", como al lobby integrista, como a los predicadores del apoteosis de las "denuncias falsas", integrantes todos ellos de un frente que ayer parecía de resistencia pero que ahora, poco a poco, pasa a la ofensiva.

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