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Se convirtió en protagonista involuntaria de la sesión plenaria que debatía una proposición de ley sobre el derecho al aborto. Mientras defendía desde la tribuna de oradores la posición de su grupo, un diputado de Vox (juez de profesión) le gritó “bruja” y también “borracha”. El pleno tuvo que interrumpirse porque los parlamentarios de extrema derecha se negaron a acatar las órdenes de la Presidencia de la cámara para que el insultador abandonase el hemiciclo. Es el último episodio de una escalada verbal que empieza a tralasdar a los pasillos del Congreso un ambiente irrespirable.

Laura Berja es diputada del PSOE y nació en Linares (Jaén, 1986). Un día de junio de 2015 la llamaron para que fuese a Madrid a sustituir al senador de su provincia. Tenía 28 años. Se cogió un tren y entró en la Cámara Alta en vaqueros y camiseta. Al llegar, los ujieres le preguntaron, sorprendidos, que quién era. La recibió el entonces portavoz socialista en el Senado, Óscar López, hoy flamante jefe de gabinete de Pedro Sánchez. Cuando le contó su trayectoria como psicóloga especializada en temas de Igualdad, la designó portavoz de esa comisión.

Hija de un albañil y de una ama de casa, llenó la tribuna de invitados el día de su toma de posesión: “Se vino medio Linares”, recuerda. Elige hacer la entrevista entre la Sala Campoamor y la espectacular biblioteca del Senado. En la primera, que rinde homenaje a la escritora y al voto femenino, vivió como portavoz en 2017 la aprobación del pacto de Estado contra la violencia de género por una unanimidad difícilmente imaginable hoy. En la biblioteca se exponen estos días las obras completas de Campoamor con motivo del 90 aniversario de su histórico discurso en defensa del voto de las mujeres. Berja se queda con el libro El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, que recoge parte de ese discurso. Y avisa: “Los derechos de las mujeres siempre están en riesgo. La lección de estos 90 años es que no hay que relajarse”.

Pregunta: "Bruja" y "borracha". Se lo dijo un señor que es juez. No sé ni por dónde empezar.

Respuesta. Imagina si es capaz de decirme eso a mí con micrófonos y cámaras delante, ¿de qué no habrá sido capaz ante mujeres más indefensas? Es juez y habrá dictado sentencias sobre muchas mujeres de este país desde esa visión que tiene sobre nosotras.

P. ¿Cómo vivió el momento?

R. Con indignación y con impotencia. Al principio no sabía lo que me había dicho pero veía que mis compañeras y compañeros estaban escandalizados. Al bajar me dijeron que llevaba toda mi intervención soltando barbaridades.

P. ¿Es habitual?

R. Desgraciadamente, estamos acostumbradas a recibir insultos de toda índole. Cuando una mujer se sube a la tribuna del Congreso siempre empieza una especie de rumor, como un murmullo. Es muy desagradable.

P. ¿No ocurre cuando suben compañeros?

R. No, es muy muy diferente. Ser mujer, política, de izquierdas y encima joven... Es el cóctel molotov perfecto para que la ultraderecha te agreda verbalmente.

"Siempre que una mujer sube a la tribuna empieza un murmullo muy desagradable"

P. Los insultos parecen escogidos, además. Lo de borracha suena un poco a: “pero bueno, si es que encima de todo también te atreves a beber”.

R. Sí, sí, la condena nos viene por todos lados. Eres mujer y está feo que bebas, parece decir. Y lo de bruja... en fin, también las perseguían por ser demasiado reivindicativas.

P. ¿Se ha normalizado que el simple hecho de hacer vuestro trabajo os suponga una exposición constante a insultos o al acoso en redes?

R. No es que lo hayamos normalizado, pero al final aprendes a convivir con eso. Nuestra obligación es denunciarlo porque es verdad que ocurre. Las mujeres que sufrimos este tipo de acoso, que es indistinto a la formación política a la que pertenezcas, tenemos que hacer un ejercicio de red para denunciar juntas lo que nos ocurre.

P. ¿También insultan a diputadas del PP o de Ciudadanos?

R. A todas. Hay una compañera muy joven de ERC, por ejemplo, a la que llaman cachorra. A otra la llaman sudaca… Y si somos mujeres que reivindicamos políticas de igualdad, peor. 

P. ¿Existe entonces un componente de género en esa violencia verbal?

R. Es misoginia. El discurso de Vox es de odio hacia las mujeres, niegan la violencia que sufrimos. Y también hay un componente clasista. Te miran por encima del hombro.

P. Igual que los ataques son transversales, imagino que el machismo también lo es. Que hay machistas de izquierdas, vamos.

R. Sí, también. El machismo impregna a la sociedad en su conjunto. No tiene mucho sentido ser progresista y ser machista porque se supone que tus valores supremos son la igualdad y la justicia social. Pero sí, los hay.

"He coincidido después con el diputado en la cafetería, no se disculpó"

P. ¿Consiguen amedrentar con los insultos?

R. Ellos quieren generar ese miedo. A mí no me dan ninguno, pero su discurso es muy peligroso. Y es político. Que me llamen bruja y borracha no es personal, es político. Yo estaba defendiendo un posicionamiento democrático reconocido en el ordenamiento jurídico español. Igual piensan que de esa forma pueden conseguir frustrar las inquietudes políticas de otras muchas mujeres.

P. Que no compense.

R. Exacto.

P. ¿Se ha vuelto a cruzar con él?

R. De cerca, no. Solo nos hemos cruzado en la cafetería.

P. ¿Se acercó a disculparse?

R. No. Ni él ni nadie de Vox.

"Tenemos que ir un paso más allá y señalar a los que agreden. No todos insultamos"

P. ¿Qué es lo peor que ha escuchado en el Congreso desde que es diputada?

R. Me pareció repugnante que en plena pandemia nos llamaran gobierno criminal, asesinos. Era un momento tan duro, tan delicado... Aquello fue inhumano.

P. Esta pasada semana la presidenta del Congreso ha intentado parar esta deriva. ¿No llegamos todos un poco tarde a frenar lo intolerable? Me refiero a políticos y a medios. Recuerdo cómo en el minuto 1 de la legislatura se llamó “asesina” a la diputada Mertxe Aizpurua. Llevamos dos años escuchando barbaridades.

R. Se ha generado una imagen pública de que en el Congreso hay un ambiente de confrontación irrespirable. El problema es que eso nos sitúa a todos en el mismo sitio y yo creo que es un error. Lo que tenemos que empezar a hacer es señalar quiénes son los que insultan, los que agreden. No todos insultamos en el Congreso. Algunos recibimos esos insultos, otros los lanzan.

P. Pues la presidenta Batet no hizo esa distinción. ¿Lo echó en falta?

R. Ella tiene un papel institucional y yo creo que intentó no generar más crispación. Y la entiendo. Pero pienso que tenemos que ir un paso más allá. Tenemos que señalarles. Se están pasando líneas rojas desde hace mucho tiempo. El camino es empezar a señalar

P. ¿Ha podido hablar con compañeras de formaciones conservadoras de este tema?

R. Sí, de Ciudadanos y también con alguna compañera del PP.

P. ¿Qué le dicen? ¿Coinciden en el diagnóstico?

R. Totalmente, y me han mostrado su apoyo. Compartimos que esto no es una cuestión personal, que es política, y que todas las mujeres que subimos a la tribuna nos vemos sometidas a esa situación tan desagradable.

P. ¿Cree que esas mujeres de formaciones conservadoras pueden liderar en sus respectivos partidos una reflexión en torno al distanciamiento con la extrema derecha como pasa, por ejemplo, en Alemania?

R. A mi no me gusta darle más responsabilidad a las mujeres de la que ya tienen solo por el hecho de ser mujeres. Es verdad que la ultraderecha tiene un nivel de aceptación como el que tiene en España por la fortaleza que le ha dado el PP en las instituciones. Para que Vox pierda fuerza y apoyo social sería necesario otro PP. En Alemania, la ultraderecha no resulta útil porque ninguna otra fuerza política les ha regalado influencia. Aquí en España, el PP naturaliza los pactos con la extrema derecha. Eso es un riesgo para los valores básicos de la democracia.

P. Le decía lo de las mujeres conservadoras acordándome, por ejemplo, del caso de Begoña Villacís. Ella es vicealcaldesa de Madrid gracias a Vox y esta pasada semana un concejal de Vox inició una campaña en redes contra ella con la foto de su bebé. A Ignacio Aguado o Albert Rivera seguro que no se lo hicieron, así que esa perspectiva solo la tiene Villacís. 

R. Lo que tenemos en común todas las mujeres es la desigualdad estructural que sufrimos por ser mujeres, independientemente de la ideología. Por tanto, Villacís también es víctima del machismo. Es verdad que su partido se ha beneficiado políticamente del apoyo de un partido misógino y al final ella es una víctima más. Que mujeres con liderazgo político denuncien este tipo de situaciones, ayuda. Pero vuelvo a recalcar: no creo que la responsabilidad tenga que recaer en las mujeres porque al final caemos en la trampa del machismo de poner el foco siempre en nosotras.

P. Hablábamos de que el diputado que la insultó es juez. ¿Tenemos un problema de jueces machistas?

R. Hay falta de formación y sensibilización feminista en la justicia y por eso una parte de la justicia sigue emitiendo sentencias machistas. Recuerdo que, durante la evaluación del pacto de estado, varios comparecientes coincidieron en señalar un problema grave: muchas mujeres víctimas de violencia se sienten culpables cuando se sientan delante de un juez. Parte de la administración de justicia tiene el machismo muy interiorizado. Lo hemos visto en sentencias como la de la manada. Muchos comparecientes señalaron también al tipo de argumentos que se ofrecen para absolver a maltratadores o agresores.

"Los derechos de las mujeres siempre están en riesgo, no hay que relajarse"

P. Frente a los discursos negacionistas, ¿podría decirme alguna situación a la que usted tenga que enfrentarse ahí afuera y que yo probablemente no haya vivido por ser hombre?

R. El acoso callejero es una realidad común, por ejemplo. O que vayas en el metro y haya alguien que se te acerca por detrás e intente manosearte, tocarte. O estar en un bar o en una cafetería y que alguien a tu lado se salte toda la barrera de la distancia personal y te sientas intimidada e incluso tengas miedo. Todo eso es habitual en mi vida y en la de cualquier mujer.

P. 1.113 mujeres asesinadas desde 2003. ¿Cómo hemos alcanzado ese nivel de tolerancia ante estos crímenes?

R. Es impactante. El sistema siempre ha intentado que la violencia contra las mujeres quede en la parte privada. La violencia es la herramienta para mantenernos silenciadas y no supone un escándalo público porque entra dentro de los marcos naturales de la educación de la opresión. También se ha intentado mantener en la parte privada para que no podamos construir una idea política del tema y no se pudiera desmantelar el sistema que lo perpetúa. Es escandalosa la normalización. Ahí los medios tenéis un papel importante.

P. ¿Dejar de ser machista es, antes que nada, desaprender?

R. Sobre todo para vosotros, sí. Supone que renunciéis a una serie de privilegios con los que habéis nacido, y eso es complejo. Se requiere un ejercicio de conciencia, un esfuerzo. Ser feminista es muy duro. Es muy importante que leáis a compañeras feministas.

P. Recomiéndeme un libro.

R. Se aprende leyendo a Clara Campoamor, a Celia Amorós, a Amelia Valcárcel, a Simone de Beauvoir. Pero para un primer acercamiento recomiendo Feminismo para principiantes, de Nuria Varela. Ella democratiza el feminismo, lo hace muy accesible.

P. ¿Y cuál le regalaría al diputado que la insultó?

R. Pues mira, como es un juez y habrá dictado sentencias sobre muchas mujeres de este país le recomendaría ¿Cerró usted las piernas?, de Marta Jaenes y Rosa Márquez. Para ver si se identifica con alguno de los comportamientos que se denuncian en ese libro.

P. ¿Qué nota le pone al Ministerio de Igualdad?

R. Al gobierno entero le pongo un diez.

P. Ya, ya. Pero digo…

R. A ver... El Ministerio de Igualdad está haciendo un buen trabajo y soportando las críticas machistas que siempre llegan cuando hay un gobierno progresista. Ya le pasó a Bibiana Aído. La ley de libertad sexual, la del sí es sí, es un avance muy importante porque era una asignatura pendiente que el convenio de Estambul nos mandata.

P. Otro diez, entonces.

R. Un diez para todo el Gobierno.

P. ¿Qué se hace con la prostitución?

R. Abolición. No hay debate. No se pueden abrir debates en torno a los derechos humanos. La prostitución es una forma de esclavitud de las mujeres, se mercadea con sus vidas. A lo que tenemos que aspirar es a abolirla.

P. Como exsenadora, le tengo que pedir un favor.

R. A ver…

P. Lo he intentado varias veces, pero no consigo que mi madre entienda para qué sirve el Senado. Inténtelo usted.

R. Pues es una Cámara de segunda lectura que tiene una visión diferente al Congreso porque la representación es distinta, cuenta más el equilibrio territorial que el criterio poblacional…

P. Disculpe, pero por ahí ya lo he intentado y nada. ¿Algún ejemplo más práctico?

R. Pues mira, para otra cosa que sirve, por ejemplo…

P. Yo le recuerdo lo del 155.

R. ¡No! Sirve también para renovar la composición del 50% de los miembros del CGPJ...

P. Disculpe otra vez, pero eso ahora mismo sí que es como decir que no sirve para nada...

R. Sirve, sirve. Lo que pasa es que hay un secuestro de formaciones como el PP que se saltan a la torera la Constitución y los consensos democráticos...

P. No le pillo en una ¿eh?

R. También vale para aprobar los Presupuestos, para hacerle control al gobierno...

P. Vale, se lo diré. Gracias. 

R. Un placer.

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Publicado el
4 de octubre de 2021 - 06:00 h
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