CRISIS DE PRECIOS

Comparar ofertas, planificar la compra y apostar por las legumbres: el trío de la victoria contra la inflación

Varias personas compran en un puesto de fruta y verdura en el Mercado Central de València.

Con la inflación a casi el 10% por la guerra y la crisis de suministros, todo está más caro. Esto puede ser un ligero inconveniente para las clases más acomodadas y una cuestión de supervivencia y salud para las más bajas. Sobre todo en la cesta de la compra, que se puede llevar hasta un tercio del presupuesto mensual de una familia, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), hay mucho margen para ahorrar y resistir el envite de la situación económica. Pero no solo. La crisis es, en buena parte, energética, y un simple vistazo a la factura y dos llamadas nos pueden ahorrar sustos y quebraderos de cabeza. En otros productos vitales para el día a día también se puede gastar menos. El esfuerzo, como es habitual, termina recayendo en el que menos puede; pero a veces no queda otra.

Las legumbres pueden salvarte el mes

Empezando por la visita recurrente al supermercado, el mercado o la tienda de barrio: no todos los platos permiten la misma cantidad de ahorro, ni todos los ingredientes. Hay grandes aliados, como las legumbres, y otros productos a evitar. El primer paso es negar un mito muy recurrente: comer bien y más sano no es más caro y puede ser más barato. Evidentemente, hay ultraprocesados muy atractivos a los sentidos, muy asequibles, muy rápidas y muy perjudiciales. Pero las recetas de siempre lo tienen todo: buenas para la salud, para el bolsillo y para el planeta.

"Hay mucha gente que se piensa que comer saludable es llenar tu nevera de cosas exóticas, como leche de yak, arroz salvaje, quinoa roja... nada más lejos de la realidad. Muchas veces, comer saludable es comer económico", explica el nutricionista Aitor Sánchez. En este sentido, las legumbres son las ganadoras de calle en esta carrera. "Si queremos unir salud y economía, las legumbres son un alimento fundamental".

Por varias razones. Aportan las proteínas que también aportan la carne y el pescado, de mayor precio y menor sostenibilidad; son muy baratas y se pueden comprar de bote sin que cambie sustancialmente su coste o su calidad, por lo que su preparación es más rápida; sacian y son el elemento principal de guisos y platos de cuchara que dan para varios almuerzos o para congelar y consumir más adelante sin que se pierda ninguna propiedad. Las lentejas, los potajes, los cocidos o los pucheros deben ser los grandes protagonistas de una cesta de la compra sana y asequible.

Sánchez aporta también en este vídeo más consejos de carácter nutricional para comer más barato y más sano. No todos son fáciles de seguir: será necesario desprenderse de algunos hábitos. Refrescos y bebidas azucaradas no aportan nada que no pueda aportar un vaso de agua del grifo; la bollería industrial es barata y tentadora, pero el pan integral o los copos de arena funcionan mejor; las marcas blancas no cuentan con ningún tipo de desventaja; e hidratos de carbono como la patata nos sientan mejor que un abuso de la pasta o del bollo blanco.

Otros grandes aliados de la compra barata y sana son los productos de temporada. Como explica el nutricionista, las verduras y frutas que se consumen cuando llega su fecha están más buenas, cuestan menos y es más probable que sean de proximidad, por lo que evitaremos el impacto climático de un alimento que ha tenido que cruzar el océano para llegar a nuestra mesa. Aquí, el Ministerio de Consumo explica cuáles son las de abril.

La OCU aporta también otra serie de trucos para esquivar la inflación en el súper. Lo principal es elegir un buen supermercado con su comparador: a nivel nacional, Alcampo y Mercadona van ganando, aunque depende de la zona se pueden encontrar otras grandes superficies más competitivas. Hay que mirar bien las ofertas tipo "2x1", sobre todo si no tenemos pensado cómo cocinar o cuándo consumir el producto. Es mejor ir con una lista de la compra cerrada e ir a comprar sin hambre y con tiempo para evitar impulsos y ejercer un consumo lo más racional posible.

La planificación es amiga del ahorro

No hay que renunciar ni al sabor ni a la salud: pero para gastar menos hay que invertir tiempo. La precariedad, los horarios imposibles y la escasa conciliación a veces lo hacen difícil, pero lo más útil para ahorrar es sentarse, hacer la lista de la compra y mirar las facturas. Hay también mucho margen para un coste más ajustado de los suministros energéticos, sobre todo durante la crisis de precios que sufre el país desde el verano pasado. En cuanto a la electricidad, OCU propone revisar el término de potencia: lo que pagamos para tener capacidad de poner varios electrodomésticos a la vez sin que salten los plomos, que puede ser superior a lo que realmente necesitamos. La comparadora Selectra ofrece aquí una fórmula para calcular lo que se necesita: el ahorro puede superar los 100 euros anuales y se ejecuta en un par de llamadas a la comercializadora, que tienen prohibido negarse.

La eterna duda es más vigente en estos días que nunca: ¿tarifa regulada o mercado libre? El modelo intervenido, conocido como Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC), sufre directamente los vaivenes y los altos precios de los últimos meses en el mercado mayorista. Las tarifas del mercado libre, en el que las comercializadoras ofrecen el precio que creen conveniente, tienen la posibilidad de amortiguar la subida y de ser más estables.

Sin embargo, es conveniente mirar la letra pequeña de las tarifas del mercado libre para comprobar en qué ocasiones las comercializadoras se reservan en derecho a subir el recibo, con poca o nula antelación. Y, por otro lado, la situación del PVPC puede cambiar radicalmente en las próximas semanas; si el Gobierno logra poner un límite al gas en el mercado de la electricidad, el coste caerá automáticamente y la opción regulada podría convertirse en la más competitiva. Para comprobarlo, solo hay que echar un vistazo a esta página de Red Eléctrica Española (REE) para ver el coste del KWh y compararlo con la oferta de la eléctrica en cuestión.

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El efecto de los tramos horarios se ha reducido por la bajada en los cargos impulsada por el Gobierno y financiada por los beneficios "caídos del cielo" de las eléctricas y el adelantamiento de la deuda del Recore. Sin embargo, sigue siendo posible ahorrarse unos euros concentrando el uso de los electrodomésticos que más consumen, como el lavavajillas o la lavadora, en fin de semana o a partir de las 12 de la noche.

Con el gas no hay tanta duda: la modalidad más competitiva es la regulada, conocida como Tarifa de Último Recurso (TUR), porque su precio está intervenido por el Gobierno. Es la mejor opción, sobre todo si se cuenta con calefacción a gas natural en casa y teniendo en cuenta que a abril aún le quedan unos cuantos días de frío.

Los comparadores son útiles (si sabes usarlos)

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ofrece un comparador para estimar cuál es la mejor tarifa de gas y de luz. La gran ventaja con la que cuenta es que se trata de un organismo público: no hay trampa ni cartón. Servicios de comparación de ofertas privados hay por decenas, y son una buena opción para pagar menos por el consumo habitual de multitud de productos. Se pueden comparar seguros, hipotecas y hasta gasolineras, clave para no pagar el combustible a precio de oro. Sin embargo, es importante comprobar que estos comparadores no tienen sus propios intereses: en ocasiones, destacan a una empresa por encima de otras, fruto de acuerdos de colaboración, como explica el bloguero Luis Pita. Venga de donde venga la información, es clave leer la letra pequeña y ejercer un consumo consciente para saber lo que se está pagando.

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