El pelotazo del negocio del alquiler conquista un nuevo barrio en Madrid y desata la alerta vecinal

Varias personas se manifiestan durante una marcha del Sindicato de Inquilinas bajo el lema ‘No al pelotazo en la Ermita del Santo’ por la subida de los alquileres en febrero en Madrid (España).

Laura Prieto

Puerta del Ángel ha sido una especie de burbuja cerca del centro de Madrid. A pocos kilómetros de la Plaza Mayor y a orillas del Manzanares persisten edificios de poca altura, ladrillo y toldos verdes, sin grandes urbanizaciones. Quedan bares de toda la vida y comercios tradicionales: fruterías, panaderías o droguerías que aguantan frente a la gentrificación. Sin embargo, todo está desapareciendo poco a poco. Los grandes inversores no han tardado en darse cuenta del potencial de esta zona, atractiva para turistas y estudiantes por su buena conexión y precios asequibles. El metro cuadrado, según datos de Idealista, está en los 15,4 euros. Hace una década no llegaba a los 10. Los alquileres se han encarecido cerca de un 20% en el último año y un 50% desde 2014. Una vivienda familiar de dos o más dormitorios puede alcanzar los 2.000 euros al mes y una habitación individual ya llega a los 700. 

“En los últimos años los alquileres han subido más de un 60% en algunas zonas, lo que tiene que ver con que hace cinco años que las inmobiliarias y los fondos buitre empezaron a comprar edificios enteros, finiquitar los contratos de alquiler antiguos y hacerles pequeñas reformas para duplicar el precio”, explica Jennifer, portavoz del Sindicato de Vecinas.

Esta plataforma, junto con otras asociaciones del barrio y AMPAS, salieron a la calle a finales de septiembre para denunciar el deterioro que se está produciendo. No era la primera vez que lo hacían, pero sí una de las más decisivas, porque ese mismo día 30 de septiembre se acababa el contrato de 11 vecinos a los que una socimi quiere echar de sus casas. Se han organizado en el Bloque en Lucha de Ermita del Santo 14.

Martina es una de las afectadas. Su vida dio un vuelco el pasado 27 de julio, cuando estaba de vacaciones. Como al resto de afectados, le llegó un burofax en el que le informaban de la finalización de su contrato de alquiler y le daban dos meses de plazo para abandonar la vivienda. Ella lleva cinco años viviendo allí, pero algunas de sus otras tres compañeras viven en el bloque desde hace una década. “No dimos crédito, porque de un mes para otro, te ves sin casa. Enseguida vimos que había más vecinos en la misma situación”, cuenta. 

En total han sido cuatro los pisos notificados, además de algunos a los que les llegó el aviso pero todavía no les cumple el alquiler, por lo que, al menos de momento, no tendrán que marcharse. “Nos echan con la excusa de reformar, pero sólo hacen cambios mínimos: cambian los muebles, pintan y ponen unas cerraduras electrónicas como de hotel en el portal. Luego nos encontramos en las inmobiliarias los pisos por el doble de precio o por habitaciones”, explica Martina, que además señala que los nuevos propietarios buscan un tipo de inquilino muy concreto: muy jóvenes, sin pareja ni mascota, y que no quieran estar más de un año

Para los 11 vecinos del bloque tener que dejar sus casas ahora supondría una subida “exorbitante” en el alquiler y tener que dejar el barrio. Martina y sus compañeras están pagando ahora mismo 900 euros, algo menos de 300 cada una, y han visto pisos iguales al suyo por 670 la habitación. De momento no tienen pensado irse, van a resistir junto con los otros tres pisos (la cuarta casa afectada decidió mudarse). Este mes han pagado su alquiler y eso es lo van a seguir haciendo, mientras intentan retomar las negociaciones con Vitruvio. La semana pasada consiguieron reunirse en persona con ellos, pero no han dado su brazo a torcer. Sólo les han ofrecido unos días para organizarse. 

“Si nos quieren echar nos tendremos que ir, pero va a ser muy difícil, después de tantos años y con cómo están las cosas”, lamenta Martina. “He tenido días de mucha ansiedad, de desesperación, pero otras veces pienso que no estoy haciendo nada malo. Me ayuda saber que no estoy sola, que los cuarenta pisos estamos luchando juntos porque todos saben que, si no, les va a tocar a ellos más pronto que tarde”, concluye.

Este bloque, situado frente de Madrid Río, ha sido uno de los seleccionados por la empresa Vitruvio para impulsar otro tipo de alquileres en el barrio. En su página web, donde ya lo anuncian, lo describen así: “inmueble residencial situado frente al río Manzanares caracterizada por haberse reconvertido en un barrio moderno y revitalizado desde la creación de Madrid Río”. “A este fondo, Vitruvio, se suma Madlyn, que ya se ha hecho con más de 30 edificios con relativa facilidad, en los que han hecho exactamente lo mismo. Sabemos que incluso han comprado locales para renovar el comercio”, explica Jennifer.

Los vecinos se plantan frente a la gentrificación

Álvaro Domínguez lleva toda la vida, desde los dos años, viviendo en Puerta del Ángel. El año pasado se organizó junto con medio millar de vecinos en el movimiento No al Pelotazo de Ermita del Santo. Llevan desde entonces luchando para impedir un nuevo pelotazo urbanístico, que les dejaría sin centro comercial y deportivo, para colocar un enorme bloque de 28 plantas,  hasta 600 viviendas y un parking con capacidad para 2.000 coches, una operación que triplica la edificabilidad actual. 

Se enteraron del proyecto en otoño de 2022. “La empresa compró el centro por 17 millones, consiguió que el Ayuntamiento recalificara los terrenos y ha aumentado su rentabilidad en hasta 94 millones de euros. Esto lo sabemos porque vinieron al barrio a contarlo”, explica Domínguez. De su puesta en marcha se enteraron prácticamente por la prensa, porque tras la modificación del Plan General de Ordenación Urbanística ya no es obligatorio comunicar este tipo de decisiones a los agentes sociales afectados. 

“Nunca se nos informó y en todo este tiempo no hemos podido reunirnos con nadie del Consistorio. Hemos acudido a plenos, recogido miles de firmas, presentado un millar de alegaciones sin respuesta y lo máximo que hemos podido es trasladar nuestra preguntas a través de otros grupos políticos” lamenta el portavoz de esta plataforma, que ahora se plantea escribir al Defensor del Pueblo. 

Almeida, la Ermita del Santo, el bien y la belleza

El gobierno de José Luis Martínez-Almeida ha argumentado durante este tiempo que el proyecto pretende acabar con la falta de viviendas en la zona, pero los vecinos insisten en que el problema está en la subida "desproporcionada" de los precios y en las trabas que ponen los nuevos propietarios para realizar alquileres a largo plazo. “Este es un barrio de viviendas baratas de los años 50 y 60. Ahora les pasan el polvo y las sacan a la venta por hasta 2.300 euros. Es una locura”, añade Domínguez. 

Este vecino, arquitecto de profesión, detalla algunos de los principales problemas que acarrearía al barrio este nuevo bloque: “Quedaría todo el día en sombra. Son 28 plantas frente a seis, y hemos hecho informes que lo demuestran. Luego está la falta de servicios públicos...que ya son insuficientes y no están adaptados a la llegada de miles de nuevos vecinos. Nada de esto se ha contemplado en ningún informe”.

Desde Ecologistas en Acción también denuncian los problemas medioambientales y de salud pública del nuevo proyecto, que destruiría un 70% de los espacios verdes de la zona, tardando “hasta 30 años” en recuperarse y potenciando el “efecto isla de calor” que se vive en Madrid. Por otro lado, los vecinos alertan de que un nuevo parking podría convertir el barrio en el nuevo aparcamiento para quienes no pueden entrar con su vehículo en la zona de Madrid Central

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