“Son mujeres alegres como conchas. Siempre están con la pandereta, dale que dale con las manos y no paran de tocar”, dice Manuel Cajaraville, del grupo Aturuxo, sobre las Pandeireteiras de Mens, en el reportaje documental de Tareixa Navaza para TVE emitido en 1983. Manuela Lema, Teresa García Prieto y Prudencia y Asunción Garrido Ameixenda formaron parte de este grupo de tocadoras de Mens, Malpica, que un día, ya mayores, se subieron a los escenarios.
Lo mismo le pasó a Eva Castiñeira, de Agranzón, en Muxía, que trabajaba en la casa de uno de los socios de la discográfica Ruada, quien al escucharla cantar quedó sorprendido con su talento. Por eso acabó colaborando con Milladoiro, convirtiéndose en la primera tocadora en acompañar en directo a un grupo folk gallego.
“Empezó a cantar de una forma que yo no había escuchado a nadie”, cuenta el músico Richi Casás sobre su abuela, Rosa Casás, quien junto a su sobrina Adolfina Casás fue una de las mejores informantes de Dorothé Schubarth para el Cancioneiro popular galego, elaborado con la ayuda de Antón Santamarina. “Recuerdo que me pregunté si eso era algo que solo hacía mi abuela o si más gente lo haría”, añade.
“Las mujeres fueron figuras centrales en la creación, preservación y transmisión de la cultura: se ha dicho que las pandeireteiras son símbolo de resistencia, empoderamiento y sororidad. Cantadoras, tocadoras y bailadoras fortalecían los lazos comunitarios en el ocio colectivo, probablemente inconscientes de su fuerza emocional y política, como apunta la musicóloga Beatriz Busto”, asegura la académica Ana Boullón Agrelo, impulsora de la candidatura de la poesía popular oral para el Día das Letras Galegas.
Este año es difícil no darse cuenta de que se acerca el 17 de mayo, las actividades son tantas, tan variadas y tan repartidas por el país que prácticamente toda la población tiene algún plan relacionado con esta celebración a un paso de casa. “No debe haber ni una sola mujer que sepa tocar la pandereta que no tenga una actuación este mes”, ironiza la poeta María Lado, encargada de recoger el legado de las cantareiras y acercarlo a las lectoras a partir de once años con el libro Canta, miña compañeira (Xerais), que lleva en la portada la ilustración de Xiralúa que ilustra este reportaje.
Paula Carballeira traza un hilo conductor entre las cantareiras del pasado y del presente del país en la obra teatral As ferreñas, escrita para la iniciativa de la Academia Primavera das Letras, que cuenta con el apoyo de la Diputación de A Coruña y las ilustraciones de Nuria Díaz. “Quería dar un mensaje de esperanza, de alegría para el futuro. A veces, cuando hablamos de tradición pensamos que es cosa del pasado. Pero la tradición tiene que estar viva, de otra forma, no existiría el presente. Estas mujeres crearon poesía oral y mantuvieron viva una parte fundamental de nuestra cultura como pueblo”, asegura Carballeira, que vive de “contar cuentos” y fue reconocida en 2023 con el Premio Nacional de Literatura Dramática.
“Parece que siempre estamos como secundarias en la Historia, así que ya es hora de que nos dejen ocupar nuestro lugar. Que este año se le dé el protagonismo a las cantareiras es muy merecido. Además, son muchas las mujeres que están trabajando en ese nuevo aire de la música tradicional, aportando una visión contemporánea: lo que no hace sino demostrar que estas músicas están vivas”, añade Carballeira.
Paula Carballeira no puede dejar de señalar la importancia de la oralidad, porque dice que es necesario que exista un archivo, y pone en valor el arduo trabajo de Dorothé Schubarth y Antón Santamarina con el Cancioneiro popular galego, pero defiende que “la oralidad tiene que existir”. Por eso, As ferreñas podría convertirse en un programa de radio además de ser teatro.
“Lo bonito de la oralidad es que da vida de nuevo, tenemos que aprovechar este año para que lo que quedó en la escritura vuelva a ser oral y se siga transmitiendo. Debemos celebrar que tenemos una cultura viva, una cultura que nos hace estar en el mundo de otra manera”, afirma.
“Yo pretendía acercar la vida de las cantareiras, trazando también un dibujo del momento en el que viven y cómo es la Galicia en la que nacen, crecen y se convierten en mujeres con cierta presencia pública como cantareiras”, explica María Lado, quien aprovecha para destacar el papel de la oralidad en la cultura gallega: “Durante tres siglos, la oralidad era lo único que había”.
En Canta, miña compañeira, María Lado introduce curiosidades como la forma de construir un instrumento que hace su madre todos los veranos para los niños de la familia, la historia de una mujer gaitera o incluso un cuento tradicional que le contaba su bisabuelo y que aprendió años después gracias a Celso Fernández Sanmartín.
En las presentaciones del libro, Lado está encontrando gente que dice estar muy lejos del cancionero popular, pero luego resulta que todos conocen los cuatro primeros versos de los poemas de Cantares Gallegos de Rosalía de Castro, que son precisamente los populares, los que no son de Rosalía.
El grupo de música Caldo, que bebe directamente de la música tradicional y la lleva a su terreno, también ha querido participar en la transmisión de este patrimonio a las generaciones más jóvenes. Lo hace a través del cuento Dinguirindiña (Cumio), la historia de Saleta, la pandereta, que nos enseña los ritmos tradicionales para todos los públicos.
Anaïs Barbier (voz y pandereta), María Jorge (violín) y Pedro Fariñas (guitarra) publicaron un primer álbum como Caldo en el que apenas se atrevieron a modificar las letras de las coplas populares. En su segundo trabajo, Lugar A Ponte, intensifican la experimentación y crean la mayoría de las letras. Eso sin dejar de acudir a los cancioneros y archivos como el del APOI del Museo do Pobo o el del músico Xisco Feijoó, maestro en la ETRAD, la Escuela Municipal de Vigo de Música Folk y Tradicional.
Dinguirindiña es una palabra que sirve para seguir el ritmo de la muiñeira y, como lo de Caldo es la música, además del libro hicieron una canción [que puedes escuchar sobre estas líneas], que es una muiñeira, con la misma protagonista que ilustró Ro Ledesma en el cuento. “Las melodías no tienen por qué estar descontextualizadas, pero las letras en muchos casos sí, y es nuestra responsabilidad cambiarlas para poder identificarnos realmente con ellas, para que puedan reflejar el momento vital en el que nos encontramos ahora”, explica María Jorge.
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La casualidad quiso que fuera este año, coincidiendo con las celebraciones de las Letras, cuando se publicara otro libro, Tacón, punta, tacón (Xerais), de Anxo Iglesias, que no fue pensado para acompañar las festividades propuestas por la RAG, pero que demuestra la buena salud de la música y la poesía populares. Un libro pensado para los más pequeños que engancha por los juegos con las palabras, amplificados por las ilustraciones de Laura Romero.
“La intención del libro es poética, que niños y niñas pierdan el miedo a la poesía, que para mí es un refugio y me ayuda a encontrar las palabras. Yo quería hacer un juego para situar en el mapa lo que es Galicia y cómo somos las gentes de aquí. Eso hace que conecte con la tradición”, detalla Iglesias, que habla de Elisa y Marcela, Teresa Portela o Iago Aspas, las Tanxugueiras y cuenta con la colaboración del periodista de la Radio Galega Roberto Carballo y de la compañía teatral A Panadaría, entre otros.
El humor, la retranca e incluso la picaresca de algunas coplas. Las rivalidades entre tocadoras. El compañerismo siempre en la base. Entre ellas se entendían, se avisaban, sabían de qué estaban hablando. Su realidad, en aquellos tiempos de forma más extrema, era muy diferente a la de los hombres. Con lo que cantaban, estas mujeres se reivindicaban de manera grupal. Una mirada cargada de prejuicios podría ver en ellas el atraso, pero nada más lejos de la realidad. “Tenemos que usar el ingenio para darle la vuelta al atraso”, destaca Paula Carballeira.
“Son mujeres alegres como conchas. Siempre están con la pandereta, dale que dale con las manos y no paran de tocar”, dice Manuel Cajaraville, del grupo Aturuxo, sobre las Pandeireteiras de Mens, en el reportaje documental de Tareixa Navaza para TVE emitido en 1983. Manuela Lema, Teresa García Prieto y Prudencia y Asunción Garrido Ameixenda formaron parte de este grupo de tocadoras de Mens, Malpica, que un día, ya mayores, se subieron a los escenarios.