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El megafondo Blackrock extiende su influencia en la UE con una millonaria red de veinte lobbies

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el fundador y máximo dirigente de Blackrock, Larry Fink, durante una reunión mantenida por ambos en enero de este año.

Larry Fink (Los Ángeles, 1952), presidente de Blackrock, es mucho más que un multimillonario. Es un gurú, un guía, un hombre que aspira a marcar el rumbo de la economía global. Y, lo que es más importante, un hombre que dispone de herramientas para ello. Aparte de ganar dinero para la empresa que lidera, para sí mismo y para los inversores a los que les mueve el dinero por todo el mundo –en permanente especulación para obtener beneficios, también en continua búsqueda de liderazgo en sectores estratégicos–, le gusta salpicar sus mensajes con palabras como "sostenibilidad", "valores" e incluso "igualdad". Para sus defensores, visión de futuro. Para sus detractores, fachada.

Adalid de la nueva élite financiera, considerado el hombre más poderoso de Wall Street, Fink está perseguido por acusaciones de conflicto de interés, que recalcan la contradicción que supone su condición de cooperador con los grandes decisores políticos –la FED, la Unión Europea– que al mismo tiempo se puede beneficiar en primera persona de las decisiones. En La nueva clase dominante (Arpa, 2020), el sociólogo Rubén Juste recuerda cómo, tras la caída de Lehman Brothers, "Blackrock se encargaría de gestionar las ruinas de la crisis financiera (reflotar las hipotecas subprime y productos asociados que el propio Fink había comercializado en sus comienzos) mandatado por la Reserva Federal". En una reciente entrevista, The Economist presentaba al personaje con una fórmula que subrayaba ese carácter ambivalente: "Todo lo que pretendía era salvar el planeta mientras amasaba una fortuna con su empresa".

Lo seguro es que Fink no disimula su voluntad de influencia. Su agenda es propia de un jefe de gobierno. En el caso de España, en apenas dos años, entre 2021 y 2023, ha mantenido al menos dos encuentros con Pedro Sánchez. El líder del IBEX extiende sus dominios a la banca, la energía y la vivienda. Es definido como "sistémico", lo cual le da enorme capacidad de influencia sobre la política y las grandes empresas. Sus cartas a dirigentes y accionistas son leídas con lupa. Como esta, que sintetiza su tono y mensaje. Sus movimientos desencadenan reacciones globales. Cualquier "apuesta" de Fink es protagonista de la prensa salmón, sean las criptomonedas o la reconstrucción de Ucrania.

Toda esa vocación de influencia se plasma también a escala europea de una forma que ha pasado mucho más inadvertida que sus cartas públicas y agudos pronósticos. ¿Cómo? Blackrock se ha integrado en una red tan extensa como profunda de organizaciones dedicadas a la influencia. La compañía forma parte de más de veinte asociaciones, federaciones, confederaciones y redes de distinta naturaleza con actividad en la UE. De ellas, al menos 19 están dadas de alta en el registro oficial obligatorio para poder realizar tareas de lobby ante las instituciones comunitarias y como mínimo 16 han destinado fondos para ello en los dos últimos años, como ha comprobado infoLibre a partir de diversa documentación depositada en el registro. A estos números hay que sumar a la propia Blackrock, que también ejerce directamente como lobby. La cantidad destinada a trabajos de lobby en la UE por estas 16 organizaciones en su último año consignado, más la dedicada a ello por Blackrock directamente, supera los 15 millones de euros [ver nota metodológica].

Blackrock, empresa y lobby

Circulan cuantiosos listados de las mayores gestoras de activos del mundo, lo que comúnmente se conoce como fondos de inversión. Todos sitúan en la cúspide a Blackrock, que llegó a manejar más de 10 billones de dólares. Como segunda, tercera y cuarta suelen aparecer Vanguard, Fidelity y State Street, no siempre en ese orden. La quinta puede variar, pero las big four son las big four, las cuatro estadounidenses. Pues bien, las cuatro están registradas para realizar tareas de lobby ante la UE, es decir, para intentar influir a su favor en las políticas comunitarias. Nada hay ilegal en ello. Lo que hay es una expresión de voluntad de poder.

Blackrock es la que más destina a este fin: entre 800.000 y 900.000 euros. Después van, siempre con datos de 2022, State Street, de 700.000 a 800.000 euros; Fidelity, de 500.000 a 600.000; y Vanguard, de 400.000 a 500.000. Resultado: las cuatro grandes destinaron a tareas de lobby en Bruselas en 2022 entre 2,4 y 2,8 millones de euros.

Así que Blackrock –la empresa como tal, la matriz del grupo, con su sede principal en Nueva York– está registrada en el directorio de lobbies de la UE, ante cuyas instituciones pretende "contribuir positivamente a la legislación y reglamentación que afecta a los inversores", "distinguir a nuestra empresa como un recurso de confianza para los responsables políticos" y "demostrar un liderazgo de pensamiento". Suena a discurso del propio Fink.

La gestora de activos dedica un total de 12 personas a las tareas de lobby ante la UE, a las que en 2022 destinó entre 800.000 y 900.000 euros. Estos trabajos los desarrolló tanto directamente como a través de Fleishman-Hillard, una agencia de relaciones públicas que también cabildea para Apple, Pfizer, Nike, Amazon, Santander e Iberdrola.

Una red por toda Europa que desemboca en Bruselas

Pero no es ser la integrante de las big four que más destina al pasilleo europeo lo que hace sobresalir con mayor claridad a Blackrock en este terreno, sino su red. Aquí están las organizaciones con actividad en la UE a las que pertenece la gestora de Fink, por orden de mayor a menor gasto en lobby:

Con sede en Londres, la Association for Financial Markets in Europe (AFME) destinó de noviembre de 2021 a octubre de 2022 entre 3,5 y 4 millones de euros a tareas de lobby en la UE. Como es regla extendida en todo este listado, no se trata de una organización dedicada en exclusiva a la defensa de los intereses de las megagestoras. "Nuestro consejo está compuesto principalmente por bancos de inversión mayoristas", señala AFME. Junto a "miembros asociados" como Blackrock o State Street hay bancos convencionales, entre ellos los españoles Santander y BBVA. La AFME, que declara 48 hombres y mujeres como participantes en estos trabajos en la UE, pretende "servir de puente entre los participantes en el mercado y los responsables políticos de toda Europa".

La European Fund and Asset Management Association (Efama), con sede en Bruselas, sí está más claramente enfocada a los gestores de activos. Dentro están las big four, las cuatro grandes, y otros gallos –con presencia, por cierto, en el IBEX– como Amundi, Invesco, T. Rowe... También hay entidades nacionales, como la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco), radicada en España y de la que Blackrock también es miembro. La Efama destinó en 2022 entre 2,25 y 2,5 millones de euros a las actividades cubiertas por el registro, es decir, a lo que comúnmente se conoce como "hacer lobby". Su propósito en la UE es "promover unas condiciones óptimas para el sector europeo de gestión de fondos y activos en sus esfuerzos por crear valor para los inversores".

La tercera en gasto anual es la International Swaps and Derivates Association (ISDA), radicada en Nueva York, con una horquilla de entre 2 y 2,5 millones de euros. Su secretario es Jack Hattem, a su vez alto directivo de Blackrock. Lo acompañan en la cúpula de la asociación responsables de Société Générale, JP Morgan, Goldman Sachs... ISDA representa a una amplia gama de participantes en los mercado de derivados, el espacio donde se intercambian contratos financieros. Ahí hay gestoras como Blackrock, pero también compañías de seguros, energéticas o bancos.

El Bundesverband Investment und Asset Management (BVI), con sede en Frankfurt (Alemania), destinó a tareas de lobby ante las instituciones de la UE entre 1,5 y 1,75 millones y 2022, trabajos de los que se benefician Blackrock, Vanguard, State Street y Fidelity, al frente de más de cien miembros. El BVI, que "acompaña" el proceso de legislación en "todas las fases", se centra en los intereses de firmas y filiales alemanas.

Ya por debajo del millón de euros, concretamente entre 900.000 y 999.999 euros en doce meses entre 2021 y 2022, se sitúa ICI Global, con base en Washington, que promueve la "comprensión" del trabajo de las gestoras y su importancia.

El resto de asociaciones de las que forma parte Blackrock son expuestas aquí de forma más esquemática con nombre, país base, la horquilla económica destinada a tareas de lobby en la UE y el año, todo ello según la documentación del registro oficial comunitario.

Investment Association. Reino Unido. Entre 900.000-1 millón de euros. 2022.

Alternative Investment Management Association. Reino Unido. 900.000-1 millón de euros. 2021.

Association of Luxembourg Funds Industry. 800.000-900.000 euros. 2022.

Irish Funds Industry Association. 700.000-800.000 euros. 2022.

Association Française de la Gestion Financiere. 600.000-700.000 euros. 2022.

Dutch Fund and Asset Management Association. Países Bajos. 400.000-500.000 euros. 2021.

International Capital Markets Association. Suiza. 300.000-400.000 euros. 2022.

Assogestioni. Italia. 200.000-300.000 euros. 2022.

Institutional Money Market Funds Association. Reino Unido. 100.000-200.000 euros. 2022.

Plato Partnership. Luxemburgo. 50.000-100.000 euros. 2021.

Eumedion. Países Bajos. 10.000-25.000 euros. 2021.

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Todas las organizaciones citadas tienen varias cosas en común. La primera es que Blackrock forma parte de todas ellas junto a otras gestoras –ya sean empresas o filiales de grupos bancarios o de seguros, en ocasiones en gran número–, así como junto a bancos y otros operadores en el sector financiero. La segunda es que están registradas ante la UE para realizar tareas de lobby. La tercera es que han destinado fondos a dichas tareas.

Además, infoLibre ha localizado tres asociaciones más que tienen a Blackrock como miembro y que están dadas de alta en el registro de transparencia de la UE, requisito obligatorio cuando una organización quiere realizar allí tareas de relaciones públicas. En estos casos, se trata de entidades que no declaran ningún gasto específico a tareas de lobby en sus fichas. Son: Bruegel, un think tank belga; Eurofi, otro centro de pensamiento, en este caso parisino y de alcance europeo; y New Financial, con base en Reino Unido.

La compañía que preside Larry Fink está presente en otras organizaciones con actividad en Europa de las que este periódico no ha localizado ficha en el registro de lobbies, como European Capital Markets Institute (ECMI), un think tank que pretende influir en el debate sobre regulación financiera, y Pensions Europe, que representa a gestores de planes de pensiones. Eso además de la española Inverco. En Estados Unidos, Blackrock tiene un destacado papel en Business Roundtable, un foro de ejecutivos de grandes compañías que pretende ser influyente en el rumbo económico.

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