Elecciones 24-M
Ministros y dirigentes del PP piden a Rajoy que no se limite a cambiar caras y revise el discurso
El Partido Popular de Mariano Rajoy se juega mucho en los próximos meses. Perder la mayoría absoluta en todas las comunidades autónomas en las que gobernaban y 2,4 millones de votos en las municipales no es el mejor entrenamiento para un partido que viene de ganar las elecciones generales de 2011 por mayoría absoluta y que aspira volver a gobernar. Es en este contexto, y ante el enfado de unos barones regionales boquiabiertos tras escucharle el lunes que, pese al varapalo, todo iba a seguir igual, en el que Rajoy se mostró abierto a cambios tanto en el Gobierno como en el partido. Pese a que en los últimos días el foco está puesto en el quién, en los rostros que deben inaugurar una nueva etapa en las filas conservadoras, las fuentes del partido y el Ejecutivo consultadas por infoLibre demandan que no se pierda de vista el cómo: el discurso y la ideología. "De los datos del domingo [24-M] se desprende que los ciudadanos perciben que nos hemos alejado del centro. Y los electores siempre tienen la razón. O nos hemos alejado del centro o no hemos sabido explicar por qué tomábamos una u otra decisión", valora un miembro del Gobierno.
"Por mucho que insistiésemos en campaña en que Ciudadanos era un partido de izquierda, el mensaje no caló en la gente. La gente les votó porque a nosotros se nos vio percibió poco centrados, escorados a la derecha, antipáticos", valora un dirigente provincial que admite "errores de estrategia" a la hora de planear los mensajes de campaña.
En los próximos días, como ya ocurrió tras las europeas del año pasado, el equipo de Rajoy se irá reuniendo con las direcciones regionales y provinciales del partido para analizar de forma pormenorizada los resultados del 24-M. Como ya ocurrió tras los comicios al Parlamento Europeo, los cargos del partido, y así lo sostienen varios de ellos en conversación con este diario, insistirán en que siguen teniendo "un problema de discurso".
Ya de partida, recuerdan que si a RajoyRajoy no se le puede echar en cara falta de trabajo en esta campaña, con al menos dos actos al día, cometió un error de bulto cuando en lo que los suyos definen como un "lapsus" llegó a preguntar lo siguiente en un acto de campaña: "¿Quién habla hoy de rescate, la recesión o el paro?". "Del paro. Con un país en el que hay más de cinco millones de parados. Muchos de los que nos votaron están en paro. Aunque fue involuntario suena clasista. Dio mucha munición a nuestros rivales y contribuyó a dibujarnos como un partido radical", señala un cargo municipal.
Fue a principios de año cuando la dirección nacional del PP admitió, porque así quedaba patente en un vídeo protagonizado por la cúpula del partido, que tenía un problema de "piel", de cercanía con los ciudadanos. A tenor de los resultados del 24-M, el problema sigue estando ahí.
De nada sirve, según las mismas fuentes, que Rajoy prescinda, por ejemplo, de María Dolores de Cospedal como secretaria general en la dirección nacional del partido si el discurso sigue siendo el mismo. O si mueve piezas en el Gobierno y las últimas iniciativas que salgan del Consejo de Ministros no acercan al Ejecutivo a los ciudadanos. En definitiva, si el PP no se presenta a los ciudadanos como un partido capaz de atraer a todos aquellos ciudadanos que no se sientan identificados con los socialistas o con Podemos.
Todo en manos de Rajoy
Sin posibilidad, al menos, en el horizonte de que el presidente del Gobierno y del PP dé un paso atrás, este giro al centro está en sus manos. Ni en el PP ni el Gobierno se mueve nada si él no da el visto bueno. De nada sirve, coinciden las fuentes consultadas, si el jefe de los conservadores apuesta por perfiles más jóvenes y menos vinculados al pasado del partido como el diputado Pablo Casado o el círculo de confianza de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, si el discurso sigue siendo el mismo. La pelota, de nuevo, vuelve a estar sobre el tejado de Mariano Rajoy.
¿Es compatible este giro al centro que demandan ahora muchos en el PP con los "principios y valores" que siempre esgrimen veteranos dirigentes como Esperanza Aguirre o José María Aznar? Las fuentes consultadas están convencidas de que sí. Que el PP no va a dejar de ser PP por acercarse más a los ciudadanos, por comunicar mejor y por hacer autocrítica. "Nos hemos acostumbrado a la mayoría absoluta y a lo mejor hemos pecado de prepotencia y falta de humildad. La política ha cambiado y la sociedad también y no pasa nada por tener que hablar y pactar. No se hunde el mundo", valora un miembro del Comité Ejecutivo Nacional. La misma fuente se muestra convencida de que los casi 11 millones de votos que cosecharon en 2011 sólo pueden buscarse por el camino del centro. Y de que fiarlo todo a la economía, como ha hecho Rajoy en los últimos meses, no ha tenido venta ni la va a tener en los próximos meses.
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La presidenta del PP de Aragón, que ya anunciado que dejará la presidencia de la formación regional a principios de 2016, ya dijo este lunes a sus compañeros de partido en el Comité Ejecutivo Nacional que, a tenor de los resultados del 24-M, ha quedado constatado que existe un rechazo del PP como marca. Es una idea ampliamente compartida por los suyos.
En los últimos días, el PP y el Gobierno viven en un hervidero de rumores sobre posibles cambios, relevos, dimisiones... en muchas de las conversaciones entre cargos del partido y del Gobierno sale a relucir la posibilidad de que se hayan pasado de frenada agitando al miedo a Podemos y, en menor medida, a Ciudadanos. Uno de los ejemplos que más se cita es el de la campaña de Esperanza Aguirre, muy polarizada en una especie de 'o yo o la izquierda radical'. "La gente no es de una manera u otra sin matices. Y eso tenemos que aprenderlo", señala un alto cargo del Gobierno.
Tras las europeas del 25-M, Pedro Arriola, sociólogo de cabecera de Mariano Rajoy, alertó de que la mayor fuga de voto se había producido por el centro. Ahora, los estrategas electorales del partido están convencidos de lo mismo. Rajoy tiene seis meses para modular el discurso. Se juega la estabilidad de un partido ya agitado.