¿Ningún médico quiere formarse en Teruel? Las mejores notas MIR dejan desierta la España vaciada

Imagen de archivo de una manifestación en Madrid en defensa de la sanidad pública.

El municipio navarro de Tudela se llenará este viernes de médicos y médicas. Desde por la mañana, y hasta el sábado día 10, la ciudad acogerá el que será el quinto Congreso de Medicina Rural de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). El principal cometido de la cita será la divulgación científica, pero el escenario escogido no lo ha sido por casualidad. A 24 horas de que diera comienzo la convención, la revista de la asociación publicaba la que bautizaron como Declaración de Úbeda, un manifiesto "que denuncia la crítica situación que atraviesa la atención sanitaria en el mundo rural". "Falta de profesionales médicos, escasez de recursos, condiciones laborales adversas y ausencia de reconocimiento profesional", enumeraban en el texto. Al mismo tiempo, otro hecho apuntalaba ese diagnóstico: los médicos recién graduados que en enero se habían enfrentado al examen MIR escogían en Madrid su especialidad y dónde formarse en ella. Seis provincias seguían vacías después de 48 horas de elección, cuando las 1.400 mejores notas elegían sus destinos. Eran municipios, todos ellos, de esa España vaciada.

La coincidencia temporal resulta oportuna. La Declaración de Úbeda no hace sino ahondar en algo que los profesionales llevan advirtiendo casi el mismo tiempo que los pacientes lo llevan sufriendo. En el Hospital de El Bierzo (Ponferrada, León), por ejemplo, el déficit de oncólogos se ha convertido en un problema estructural, por lo que los pacientes con cáncer se encuentran con una cara al otro lado del mostrador en cada visita que realizan. En la sierra norte de Sevilla hay que recorrer 90 kilómetros si se quiere visitar a un dermatólogo y en Galicia hay que viajar hora y media en coche para poder ser atendido por un cardiólogo.

La situación, en cualquier caso, no pilla por sorpresa. Como explican siempre los expertos, la formación de un especialista que pueda trabajar en la sanidad pública requiere entre diez y doce años de formación, por lo que una mala planificación tiene un impacto evidente en el Sistema Nacional de Salud, aunque se note tarde. Sin ir más lejos, ya en 2018 el Ministerio de Sanidad alertó de que hasta 2030 se preveía que la demanda de médicos especialistas experimentaría un crecimiento del 8,9%, pero la oferta caería un 1,2%, lo que provocaría un déficit demasiado elevado de facultativos. Hoy, el incremento progresivo de plazas de Formación Sanitaria Especializada (FSE) ha conseguido que el futuro tenga una imagen mucho más esperanzadora. "En unos años habremos llegado ya a un equilibrio", explica Vicente Matas, médico jubilado del Sindicato Médico de Granada.

Ahora bien, ¿es ese incremento de la oferta de plazas la panacea a todos los problemas de la sanidad? Ni mucho menos. La propia Declaración de Úbeda indica que esa medida "ha demostrado su inutilidad" año a año. Más que nada porque hay plazas que son las últimas en cubrir porque las mejores notas, una vez tras otra, las rechazan. Suelen compartir dos características: o son las de Medicina Familiar o Comunitaria o se encuentran en la España vaciada. O ambas.

Seis provincias desiertas en dos días de elección

Los dos primeros días de elección de plazas Formación Sanitaria Especializada —cuando pudieron elegir los 1.400 médicos con mejores notas en el examen MIR— lo dejaron claro. Según el análisis realizado por Matas, hasta este jueves por la mañana había seis provincias, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, que todavía no habían adjudicado ni uno solo de los puestos ofertados, que eran en su mayoría para dedicarse a la atención primaria. Eran Ávila, Cuenca, Huesca, Palencia, Segovia y Teruel, que habían convocado un total de 132 plazas, de las cuales 65 eran de Medicina Familiar y Comunitaria. Es decir, casi la mitad, el 49,2%. Este jueves por la tarde, cuando habían escogido destino las 2.800 mejores notas, quedaba todavía Teruel por estrenarse.

"Se trata de provincias pequeñas, con poca oferta de plazas de formación y con casi toda ella además centrada en especialidades que, a nivel general, tienen muchos puestos en otras ciudades. Por eso no sorprende que en los primeros días de elección nadie las escoja", diagnostica desde el otro lado del teléfono el secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), Víctor Pedrera. Medicina Familiar y Comunitaria ha sacado por ejemplo 2.508 vacantes, la cifra más alta de toda la convocatoria. En las primeras 48 horas, los mejores expedientes habían escogido 22, lo que supuso una tasa de cobertura del 0,9%. Para entonces, Cirugía Plástica y Dermatología, las más codiciadas de cada año, ya habían agotado su oferta (55 y 131 puestos, respectivamente).

Pero en cualquier caso, ¿por qué han sido esas seis provincias? Y sobre todo, ¿por qué no sorprende? Todos los expertos consultados ofrecen la misma explicación, que tiene mucho que ver con el tamaño del territorio, como indicaba Pedrera. Los centros de salud y los hospitales más punteros están en las grandes capitales, que son las que resultan por tanto más atractivas para los médicos recién graduados. "Es una cuestión puramente formativa. Las ciudades más pobladas tienen los centros con mayor innovación y es eso lo que más buscan los recién graduados", explica Sheila Justo, vicepresidenta de Amyts. "Siempre va a haber provincias vacías porque los médicos buscan centros grandes y potentes", completa Pedrera.

Otro reciente análisis llevado a cabo por el Sindicato Médico de Granada sobre las provincias preferidas por los MIR en las elecciones de los últimos cinco años reveló que los nombres se repiten siempre. Madrid y Barcelona encabezan; Teruel, Ávila y Soria —que este año sí ha adjudicado una plaza entre las mejores notas— se quedan en el vagón de cola.

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Cambiarlo, por tanto, resulta casi imposible. Primero por una cuestión meramente estructural y, segundo, porque tampoco hay margen para incrementar la docencia debido, en síntesis, a que las malas condiciones laborales tampoco facilitan la cobertura de puestos estructurales, ya no sólo MIR. "En estas provincias no hay que centrarse ya en que puedan formarse más especialistas, sino en que se pueda dar una cobertura sanitaria adecuada", explica Justo. Dicho de otro modo: la necesidad de atractivo de estas zonas no es algo que sólo incumba a los especialistas en formación, sino también a los ya formados. Al final, explica Matas, lo segundo influye en lo primero.

Si una persona no vive en una de esas áreas de la España vaciada, y las condiciones allí tampoco son buenas, ni dispone de las tecnologías más punteras, ¿qué incentivos hay para escogerla como destino?

Hay muchas comunidades que sufren estas situaciones y saben que las suyas son de esas llamadas plazas de difícil cobertura, una denominación que se ha utilizado sobre todo —y hasta la ministra de Sanidad, Mónica García, lo ha hecho— con los puestos de atención primaria. La solución que proponen los expertos, y la recién publicada Declaración de Úbeda, es tirar de incentivos, económicos y profesionales, que hagan que cada vez más profesionales acudan a rellenar todas esas vacantes. "Sólo así será posible afrontar el problema de la España vaciada (sanitariamente)", subraya Semergen en su documento.

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