Entrevista | María de la Fuente
"Necesitamos saber de qué hablamos cuando hablamos de feminismo y que no valga cualquier cosa"
El trabajo de la teórica feminista María de la Fuente Vázquez, doctora en Ciencia Política por la Universidad Autónoma y responsable del Observatori iQ, hace una radiografía de las principales corrientes dentro del movimiento. Aborda las distintas perspectivas, la evolución y, por qué no, también las contradicciones –sanas y comunes en política– del feminismo en el mundo y su teoría académica a lo largo de las últimas décadas. Y ayuda a entender qué está pasando este 8 de marzo en España y en todo el mundo, de dónde salen las reivindicaciones, cómo ha mutado y transformado una corriente que no es de ahora: ellas llevan años empujando y luchando por introducir prioridades en la agenda pública.
El artículo de De la Fuente en el que basamos la entrevista, Ideas de poder en la teoría feminista, desgrana al detalle los principales debates que se han mantenido en el movimiento en torno a un concepto tan complejo, y tan amplio, como el poder. A través de cómo han entendido las distintas olas y las distintas autoras la relación de las mujeres con el poder en los órganos de toma de decisiones, en las empresas, en la sociedad y en la familia, la teórica desgrana al detalle de dónde vienen y qué quieren decir los lemas y los gritos de hoy en día.
La académica, recogiendo y matizando el trabajo de sus predecesoras, distingue distintas perspectivas feministas del poder: la del poder como recurso, propia del liberalismo, que establece que el propio poder es "algo asimilable a un bien injustamente distribuido" y que genera un problema que se soluciona, simplemente, con medidas políticas; la del poder como dominación, que introduce el concepto del patriarcado y que defiende que existe un sistema social de subordinación de la mujer con respecto al hombre que debe ser abolido; y las perspectivas que reivindican el poder de agenda de la propia mujer, asegurando que si bien está discriminada bajo ese mismo patriarcado, puede y debe revertir dinámicas.
De la Fuente, en su trabajo, las distingue en dos: el poder como cuidado, del que deriva la idea del empoderamiento, las mujeres participando en espacios de colaboración y de concienciación mutua; y el poder como libertad, que considera que el concepto "debe ser sustituido por un repertorio de prácticas alternativas" al margen de los significados del orden patriarcal.
Profundizando en el repaso a la teoría feminista que hace De la Fuente podemos identificar debates muy vigentes hoy, como el que se plantea en la década de los 90, en la revisión de la segunda ola (que deja de defender derechos sin más para identificar estructuras de opresión), sobre el significado y las connotaciones de la palabra patriarcado patriarcado. Por ejemplo, en la segunda ola, explica, se identificó como un sistema equivalente en el plano estructural e individual: todos los hombres oprimen a todas las mujeres. El concepto fue revisado posteriormente: intervienen otros conflictos como el de clase, por lo que la opresión no es universal en todas las culturas ni sociedades; el mecanismo es más inconsciente que proactivo, etcétera. Hablamos del pasado, del presente y del futuro del feminismo con la investigadora en una jornada histórica.
PREGUNTA. Su trabajo revisa los planteamientos de la segunda ola del feminismo, iniciada en los 70. ¿Estas revisiones se encuadran dentro de la tercera ola, o la tercera ola es algo diferente, que abarca otras temáticas?
RESPUESTA. Estamos en la tercera ola, probablemente. Puede ser que lo que estamos viviendo sea la tercera ola en la calle, aunque empezó en los años 90, que de alguna manera supera todas las formas de entender el poder de la segunda. Lo coge desde otro punto de vista. Entiende que el género es una construcción del poder que determina incluso la identidad sexual y que vincula la heterosexualidad normativa con el género, etcétera. Y en tanto que quiere desmontar eso, porque lo considera una dominación, intenta romper con todas las prácticas normativas de género. Yo creo que ya estamos en una lógica diferente.
P. El planteamiento de poder como recurso, que defiende que las mujeres tienen poca cuota de poder y que se soluciona simplemente dándoles más, ¿es propio de la derecha política en España? Los discursos de partidos como PP y Cs recuerdan a esta postura.
R. Yo no lo pondría en la derecha. Son posiciones liberales en el sentido de que no cuestionan el sistema, pero mucha de la socialdemocracia también creo que estaría aquí. Los partidos de derechas no entran en esta lógica porque no son feministas. Son los que se quedan en resolver el tema con cuotas en los lugares de decisión y creen que con eso y con la igualdad salarial está todo hecho.
P. ¿Podemos entender entonces el rechazo que han manifestado a la huelga en estos términos?
R. La gente que desde la derecha es contraria a la manifestaciones y a la huelga no son feministas liberales, es que no son feministas.
P. Menciona conceptos como patriarcado y empoderamiento, vigentes en el discurso feminista actual, y las distintas interpretaciones que diversas teóricas feministas han hecho durante la revisión de la segunda ola. ¿Alguna de estas interpretaciones se ha impuesto en las movilizaciones de ahora?patriarcadoempoderamiento
R. Ahora mismo (las movilizaciones) están siendo tan masivas y tan transversales que resulta muy difícil identificar cual es el discurso hegemónico en la calle. Justamente puedes encontrar demandas de todos los tipos de feminismo, de segunda y de tercera ola, en la calle. Creo que están desde las que hablan de patriarcado, que entienden el poder como dominación y que luchan desde los años 70 y están intentando revertirlo desde entonces… por ejemplo, un lema, "luchamos para avanzar", esa es la idea del poder como dominación. Pero luego está el poder como agencia, como empoderamiento, se nota en otro tipo de carteles, seguramente de gente más joven… por ejemplo, "estoy hasta el coño de tener miedo". Yo me pongo a mí misma sobre el tablero, reivindico mi agencia y digo que estoy hasta el coño, y eso es poder.
Luego están las lógicas todavía más de tercera ola que usan sus propios cuerpos, por ejemplo. Y los memes, y todo un registro de comunicación completamente nuevo, que también está en la manifestación… que no tiene nada que ver con el feminismo de los años 70. Y ahí está todo. A lo mejor la lucha se va consolidando y en un futuro se impone una visión, pero ahora mismo es un momento muy abierto para el feminismo.
P. Respecto al concepto de patriarcado, dice que ha habido dificultades para acotarlo. ¿Limita eso sus posibilidades de que todo el mundo lo asuma y se convierta en común para todas las capas de la sociedad?patriarcado
R. Es un concepto que han utilizado desde la segunda ola de los años 70, y ha habido gente que lo ha asumido y gente que no. Por ejemplo, todas las mujeres migrantes o que postulan por posiciones postcoloniales lo que critican es que esa figura tan pensada desde la mujer blanca de clase media no les representa. Si no entendemos el sistema patriarcal relacionado con el capitalismo y la descolonización, no lo estamos entendiendo, aseguran. Hay un debate ahí. Para unas significa demasiado y para otras significa demasiado poco.
P. Dentro del concepto de empoderamiento, ¿qué fenómenos se están dando en la sociedad española que lo ponen de manifiesto?empoderamiento
R. Pienso que buena parte del empoderamiento lo protagonizan las mujeres más jóvenes y lo realizan en las redes sociales. Es ahí donde más claramente lo identifico. No es un fenómeno solo español, pero la campaña del Yo te creo contra las víctimas de abusos sexuales es un acto de empoderamiento muy claro. Desde tu posición individual, empoderas a esas víctimas y a su vez te empoderan las otras en una dinámica de red. Lo veo mucho en redes aunque ha existido desde hace años en los grupos de mujeres, un trabajo de autoconcienciación. Aunque eran muy pequeños y llegaban a poca gente. Pero a través de las redes estos procesos colectivos alcanzan a muchísimas más personas.
P. Su artículo evidencia y analiza las distintas corrientes y voces que han existido siempre en el feminismo, algo normal en cualquier proceso político. ¿Cree que se puede llegar o que se está llegando a un proceso de polarización de las distintas corrientes que estanquen el movimiento? ¿Existe ese peligro?
R. No estamos en ese momento. A lo mejor más adelante acabará habiendo tensiones, porque siempre las ha habido en el movimiento, pero creo que ahora estamos en un momento, al revés, de transversalidad máxima, de una agenda de mínimos, me da la sensación, que es lo que nos une a todas, desde nuestras experiencias. Si se consolida esta tendencia al alza del movimiento, quizá si aparezcan esas tensiones. Pero no hay que poner la tirita antes de la herida.
P. Hablando más de la actualidad, ¿cómo cree que llega el movimiento feminista al 8M en España?
R. Es muy difícil de decir, porque estamos en ello. Tiene que ver la crisis democrática que hemos sufrido, que hace que los referentes tradicionales se pongan en cuestión y que se pueda discutir sobre todo. También pienso que de nuevo las redes han dado un canal de comunicación a mujeres que de otra manera no estaban organizadas y eso ha dado una oportunidad bestial. Eso es tercera ola. No te obliga a identificarte en un colectivo, organizarte, ir a las reuniones. Pactar la agenda. No te obliga a eso, pero no te quita capacidad de acción colectiva. La mantienes por otros canales.
Esos canales han permitido un empoderamiento colectivo en base a casos muy icónicos, como el de La Manada o el de Juana Rivas. Si este 8 de Marzo se celebra una manifestación como la que estamos viendo es porque es una bola de nieve que ha venido de fuera y desde las élites sociales, en parte. Todo el mundo de Hollywood, con el movimiento #MeToo, ha contribuido a que ciertos temas se pongan sobre la agenda y a que todo el mundo empiece a decir que es feminista, cuando era una palabra que estaba proscrita hace menos de 10 años.
P. ¿Cuáles deberían ser los siguientes pasos y cómo cree que va a avanzar el movimiento?
R. Qué pregunta más difícil (ríe). Yo creo que hay que hacer una agenda. Ahora mismo la brecha salarial y la violencia machista están claramente encima de la mesa, pero hay que ampliar esa agenda y meter otros temas. Qué pasa con las migrantes, qué pasa con los trabajos superprecarios y feminizados como el trabajo de cuidados, la ley de dependencia… Temas que ni siquiera se me pueden ocurrir aún. Pero necesitamos esa agenda común. Hay que acabar de hacer, además, el traspaso generacional y dejar que las jóvenes tomen las riendas.
P. ¿Hay un peligro de mercantilización en particular del 8M y en general del feminismo? Que el capitalismo se apropie del discurso y lo anule.
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R. Existe ese riesgo, desde luego. Por eso necesitamos una agenda. Necesitamos saber de qué hablamos cuando hablamos de feminismo y que no valga cualquier cosa.
P. Sin embargo, si por ejemplo dentro de 20 años un partido de derechas hegemónico mantiene un discurso equivalente al feminista radical de ahora, ¿no se consideraría un éxito?
R. ¿Un discurso feminista radical? Me resulta imposible de pensar. Eso quiere decir que has hecho un proceso de revolución entre medias. Un feminismo liberal, más igualitarista, que entienda que la mano de obra femenina es igual de valiosa que la masculina… sí podría pasar, haciendo un poco de ficción. Es complicado porque es complicado mantener ese discurso igualitarista esquivando la cuestión del trabajo doméstico, de la violencia de género. Si aceptas estas otras cosas, ya no eres un partido de derechas. Pueden quedarse en un feminismo más epidérmico. ¿Sería un éxito? Sí, creo que sí. Un éxito parcial que a la vez implicaría una dificultad añadida para poner otros temas sobre la agenda. Pero si pasa, ya veremos si es un triunfo o no.