El poder en la Iglesia

El Opus Dei intenta resarcirse de los mazazos del papa con un "milagro" y una nueva canonización

El papa Francisco, en una imagen de 30 de septiembre.

Seguramente al lector se le haya cruzado en el último año algún titular de este tipo: El papa degrada al Opus. O parecido. Y se habrá preguntado: "¿Es entonces ahora el Opus Iglesia rasa?". No tan deprisa.

La Obra siendo un peso pesado de la institución con 93.000 miembros en 68 países, oficinas centrales en la Torre Murray Hill, en el midtown de Nueva York, y sólida implantación en Roma. A eso suma una penetración profunda en España, su cuna, donde se ganó el ácido sobrenombre de "Octopus Dei" por sus conexiones, por su infinita capilaridad en la zonas nobles de ejército, el entorno real, la universidad, la política, los medios, la judicatura, la educación primaria y secundaria, la universidad, la formación de ejecutivos.... Siempre que se descorre una cortina en las salas de máquinas del poder, aparece un "hilo de la maroma" de José María Escrivá de Balaguer, el cura de Barbastro (Huesca) que fundó la más influyente aportación de España a la Iglesia universal en más de un siglo. Así que hará falta más que un papa con pocas simpatías por el Opus, una de las organizaciones más conservadora del catolicismo, para quitarle lo conquistado durante más de un siglo.

Y, sin embargo, el golpe del papa ha escocido, como explica José Manuel Vidal, director de Religión Digital. A pesar de los empeños del Opus por fingir normalidad, a pesar del estoicismo con el que parecen haber encajado la rebaja de dignidades, es evidente que Jorge Mario Bergoglio ha golpeado al Opus donde más le duele: en lo que en jerga ejecutiva se llamaría "la marca". Es duro para una organización que basa su prestigio en un barniz elitista verse apeada del pedestal.

Para el Opus Dei, que es una especie de suma de religión más estatus, el papado de Francisco está siendo duro, porque de lo segundo, estatus, ha perdido y mucho. El documento papal Ad charisma tuendum establecía en 2022 que el prelado del Opus ya no sería obispo, le restaba independencia a La Obra y sumaba exigencias de rendición de cuentas. Le quitaba poder y privilegios, lo obligaba a reformar sus estatutos. Le arañaba exclusividad, alcanzada durante el pontificado de Juan Pablo II, que convirtió al Opus en su prelatura personal. Este verano Francisco volvió a a apretar las tuercas de la institución y minó de nuevo los privilegios con una modificación de los cánones que regulan las prelaturas. El Opus pasa a ser tratado como un asociación pública clerical. Otra degradación, práctica y simbólica.

Y precisamente ahí, en lo simbólico, es donde el Opus está buscando un resarcimiento, acelerando el proceso para la canonización de Álvaro del Portillo (Madrid, 1914; Roma, 1994), el que fuera sucesor de Escrivá al frente de La Obra. La extrema derecha cristiana internacional, a través de uno de sus puntales, la organización que monta el Congreso Mundial de Familias, se ha sumado a la campaña para la canonización de Del Portillo, que necesita del reconocimiento de un milagro por parte del papa.

San Josémaría marca el camino

El camino hacia la meta celestial de sus prohombres ya ha sido transitado antes por el Opus. Ahí está el propio Escrivá. Muerto en 1975, con 73, años, fue beatificado en 1992 y canonizado en 2002. Juan Pablo II, al que el capitalismo de exaltación de la riqueza del Opus vino como anillo al dedo en su combate contra la Teología de la Liberación, convirtió la ceremonia de elevación a los altares de Escrivá en un acontecimiento de primera magnitud. 300.000 personas asistieron, no menos de 80.000 españoles, según los cálculos recogidos por la prensa de entonces, que detallaban la espectacularidad de las nueve pantallas de televisión colocadas en la Plaza de San Pedro para que los peregrinos pudieran ver primeros planos. Entre los asistentes, al menos tres ministros de José María Aznar: Federico Trillo (Defensa), Ana Palacio (Exteriores) y José María Michavila (Justicia). Fue un día grande.

El Opus, sabedor de que el carisma de Escrivá había sido básico para el aura de la casa, se esmeró desde su fallecimiento en aquilatar el liderazgo de Álvaro del Portillo. Su compromiso con La Obra, desde luego, estaba fuera de duda. El obispo de Madrid Leopoldo Eijo y Garay –el que entronizó bajo palio a Franco en el 39, el mismo que erigió en 1943 la Sociedad de la Santa Cruz, la asociación sacerdotal del Opus, vital para su independencia– lo había ordenado dentro del Opus en 1944. Fue uno de los tres pioneros. Su promoción llegaría con Juan Pablo II. Cuando en 1982 Wojtila erigió el Opus en prelatura personal, designó a Del Portillo prelado. Ocho años después, en 1990, lo hizo obispo. El sucesor llegaba más lejos y más alto –y además más rápido–que su amigo y predecesor.

Del Portillo dijo adiós al mundo en 1994. Y automáticamente se activó la maquinaria para que, al igual que hizo en vida, siguiera los pasos de Escrivá tras la muerte. En este caso, hacia la santidad.

Un milagro para el beato Del Portillo

Hay un peaje que pasar. O, en realidad, dos: un milagro para ser beato y otro para ser santo. Los reconocidos a Escrivá fueron dos curaciones: a una carmelita de la caridad de Madrid y a un médico extremeño. En 1997 Roma concluyó que la curación del doctor Nevado de “cancerización de radiodermitis crónica grave en su tercer estadio, en fase de irreversibilidad”, fue “muy rápida, completa y duradera; científicamente inexplicable”. ¿Cómo se explica, entonces? Fue Escrivá, gracias a unas estampas adquiridas por el médico.

Del Portillo está de momento a mitad de camino: ya tiene reconocida la "curación instantánea del niño chileno José Ignacio Ureta Wilson", que sufrió un paro cardiaco tras nacer y vive para contarlo. "Sus padres rezaron con gran fe a través de la intercesión de Mons. Álvaro del Portillo y, cuando los médicos pensaban que el bebé estaba muerto, sin ningún tratamiento adicional y de modo totalmente inesperado, el corazón del recién nacido comenzó a latir de nuevo", explica el Opus. La "curación milagrosa" tuvo lugar en agosto de 2003. Es decir, nueve años después del fallecimiento de Del Portillo. Eso significa que el milagro fue por intercesión.

Tal reconocimiento le valió la beatificación en 2014, ya con Francisco en la silla de Pedro. El acontecimiento no llegó a los niveles de relevancia de la canonización de Escrivá, pero también fue masivo. El Opus logró reunir en torno a 100.000 personas en Madrid. Otra vez, el relieve político fue alto. Allí estuvieron al menos los ministros de Economía, Luis de Guindos, e Interior, Jorge Fernández Díaz. Y más: el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce; el consejero de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, Borja Sarasola; el exalcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano; la presidenta del Gobierno de Navarra, Yolanda Barcina; el presidente del Parlamento de Navarra, Alberto Catalán; y el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, según el listado que publicó El País

Aquel fue otro gran día para La Obra, que ahora busca otro más.

Camino de la santidad

La Obra pretende enviar a Del Portillo al club de los santos. Pero para eso le hace falta lo que consiguió San Josemaría: un segundo milagro. Ya hay avances. El arzobispo de la Arquidiócesis de León (México), monseñor Alfonso Cortés, aprobó el 30 de agosto una "presunta curación de carácter milagroso", que aún está por contrastar en la Santa Sede (hablamos siempre dentro de la lógica de la Iglesia, según la cual los milagros existen).

El milagro, explica el Opus, consiste "en la rapidez y en la integridad de la recuperación, sin rehabilitación" de un natural mexicano de nombre Juan Carlos Bisogno, que ha narrado así lo sucedido: en 2015, el hombre se dirigía en coche hacia Aguascalientes, donde vive su hermano, cuando sufrió un accidente, con choque contra un caballo incluido, "destrozándome la mitad del cráneo". "Me estaba muriendo. Mientras tanto se notificó del accidente y corrió la voz entre familiares y amigos, por lo que se formaron, desde el primer día, varias cadenas de oración a través de grupos de Whatsapp, donde pedían con profunda fe mi completa recuperación, por la intercesión del beato Álvaro del Portillo". Tras ocho horas de cirugía, una semana en coma y dos en terapia intensiva, y –según cuenta el agraciado– contra todo pronóstico, el paciente experimento una mejora considerable, que atribuye a la intercesión de Del Portillo.

Con la base de este supuesto milagro hay un proceso de canonización abierto, confirma La Obra a infoLibre a través de un portavoz. La certificación requiere tres aprobaciones: la de la diócesis donde ha ocurrido el supuesto milagro, la del Dicasterio de la Causa de los Santos y la del papa. Lo primera luz verde, la de la diócesis, ya está encendida. Faltan dos. Ahora las actas del proceso están en Roma. "Los documentos han llegado al Dicasterio [de la Causa de los Santos], que ahora se encargará de evaluarlo según el procedimiento habitual en estos casos", confirma el Vaticano a este periódico.

¿Un "baldón más"?

El Opus no da la canonización por hecha. Es más, afirma que la "certificación de un milagro", en este caso el segundo, suele ser un proceso "largo". No obstante, una fuente conocedora de La Obra afirma: "Claramente están empujando todo lo que pueden. [Fernando] Ocáriz [prelado del Opus Dei desde 2017] no hace más que recibir malas noticias y le vendría como agua de mayo dar una buena, que devuelva al Opus el lustre que creen que le corresponde". Esta fuente añade que, "por tiempos", es "una pasada" pretender convertir en santo a un cabeza del Opus cuando han transcurrido poco más de veinte años desde la santificación de su antecesor. "Yo creo que no toca, pero buscan compensación", señala.

José Manuel Vidal, director de Religión Digital, atento observador de los movimientos en el seno de la Iglesia, cree que es obvio que no conseguir la canonización de Del Portillo sería "un baldón más" para el Opus. Vidal cree aventurado adelantar si lo tiene o no lo tiene fácil, pero sí afirma que "chirriaría que en época de Francisco lo consiguieran", más aún cuando tienen "la mochila muy llena ya" de reconocimientos.

Un cambio en las reglas

"Por supuesto", explica Vidal, no estamos ante un proceso técnico, factual, en el que los funcionarios de la Iglesia se limitan a acreditar o no el supuesto milagro. El periodista explica que tradicionalmente los procesos de canonización han ido engrasados mediante "el dinero", que es "fundamental para mover una causa". "Antes sólo podían hacerlo congregaciones y asociaciones con mucho dinero", afirma. Vidal recalca que la dinámica "ha cambiado" con Francisco al frente de la Iglesia y el nombramiento en 2020 del cardenal Marcello Semeraro como prefecto del dicasterio de la santidad. El papa, expone, no sitúa el énfasis en la elevación de "los clásicos" o "los fundadores", sino en lo que él llama "los santos de la puerta de al lado". Pone al venezolano José Gregorio Hernández, el "médico de los pobres", asesinado en 1919 y que está en proceso de canonización. O el de Carlos Acutis, un chaval italiano fallecido en con 15 años de leucemia en 2010, beatificado una década después, un influencer que se dedicó a la difusión de contenido eucarístico. En síntesis: nada de popes. Gente extraordinaria, al mismo tiempo que corriente. Está por ver si el dicasterio primero y el papa después ponen el sello de santidad a Del Portillo, o tiene que esperar mientras pasan los "santos de la puerta de al lado".

Apoyo de un gigante de la derecha cristiana en Estados Unidos

Mientras la causa avanza, La Obra ha encontrado el respaldo en su empeño de uno de los grupos más importantes de la derecha radical cristiana de Estados Unidos, el International Organization for the Family (IOF), organizador del Congreso Mundial de Familias, una cita clave en la coordinación del integrismo cristiano contra el aborto, los derechos Lgtbi el feminismo.

El presidente del IOF, Brian Brown, tiene estrechas conexiones con algunos de los principales referentes de la derecha católica dura española. Por una parte, figura como miembro del patronato de Citizen Go, la rama internacional de Hazte Oír, lo que lo sitúa junto a Ignacio Arsuaga. En segundo lugar, es miembro de la directiva de Political Network for Values, junto a Jaime Mayor Oreja.

Pues bien, además de la organización del Congreso Mundial de Familias, el IOF se dedica a la difusión de lo que llama "noticias profamilia" en su portal IFN. Y ahí es donde ha publicado, en inglés y en español, sendas comunicaciones que no sólo se posicionan a favor de la canonización de Del Portillo, sino que aportan datos sobre un nuevo milagro.

"Están todas las piezas en su lugar para la proclamación de santidad de Álvaro del Portillo y Diez de Sollano, obispo y prelado del Opus Dei", lo que sería "una luz de esperanza y gozo para los miembros del Opus Dei, cooperadores, amigos y millones de personas vinculadas a los apostolados de la prelatura alrededor del mundo", señala el texto, que no se limita a reseñar el supuesto milagro en México –al que por supuesto da crédito–, sino que expone otro, aunque no detalle el papel de Del Portillo en el mismo.

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Según el texto publicado en el portal del IOF, que no responde a las preguntas de infoLibre, el posible nuevo milagro ocurrió durante la reciente Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, cuando una joven de 16 años que acudía a los apostolados de La Obra, de nombre Jimena, "recuperó la vista en el día de la Virgen de las Nieves tras la acción de gracias después de la sagrada comunión, en la Capilla de las Apariciones en Fátima".

El Opus afirma tener constancia de que la chica del "favor recibido" en Lisboa iba con "un grupo" de La Obra, pero no tiene más datos. El medio Rome Report ha entrevistado a la "tutora" de Jimena, que avala la tesis de la curación a través de la fe y la oración.

Si fallara la carta del mexicano Benigno, ahí está la baza de Jimena.

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