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28M | ELECCIONES AUTONÓMICAS Y MUNICIPALES

Los partidos recurren a la polarización para movilizar, pero la campaña del 28M no ha sido la más crispada

Mítines de PSOE, PP Vox y Podemos.

ETA dominó los primeros compases de una campaña que ha terminado con la derecha tratando de hacer ver que España se enfrenta a un fraude generalizado en el voto por correo. La sesión de control en el Senado que citó a Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en medio de la contienda fue de una dureza y tensión inusitadas.

Muchos de los periodistas que desde hace semanas se ocupan de cubrir los actos de los partidos durante la campaña del 28M, al menos los de sus dirigentes nacionales, creen estar ante una de las contiendas electorales más crispadas de los últimos años. Los expertos en ciencia política, sin embargo, no piensan igual. 

“Esto de la crispación o de la polarización suele ser algo muy subjetivo porque no tenemos medidas claras” para comparar, advierte Pablo Simón, politólogo y profesor titular en la Universidad Carlos III de Madrid. “Sí es seguro que cada vez que hay una campaña electoral o que nos acercamos al arranque de un ciclo electoral, la polarización se incrementa.” 

Y eso tiene sentido, explica, simplemente porque los partidos intentan diferenciar sus ofertas políticas y distanciarse de sus rivales y eso les lleva a extremar sus posiciones.  

Pero no le parece que esta sea “una de las [campañas] más agresivas y crispadas de las últimas décadas”. No más, en cualquier caso, “que otras que hemos vivido en el pasado. Ni las últimas generales ni las del ciclo de los noventa. No tengo esa impresión”, afirma.

Personajes como [Isabel Díaz] Ayuso no ayudan a crear una cultura democrática en torno a debates serios sobre las cuestiones que preocupan a los ciudadanos

José Pablo Ferrándiz — Director de Opinión Pública y Estudios Políticos en Ipsos

José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y Estudios Políticos en Ipsos, está de acuerdo. “No es de las campañas más polarizadas y más crispadas de España de los últimos años”. Ahora bien, precisa: eso “no quiere decir que no haya desde luego tensión electoral”.

Un buen ejemplo sería la decisión del PP de introducir en las elecciones el tema de ETA. Aunque los de Feijóo han alargado “demasiado” esta estrategia, asegura, está claro que han tratado de mover “ciertos temas que dividen a los socialistas”.

Es un asunto que tiene que ver, explica, “no tanto con el terrorismo de ETA, que ya no existe”, como con “ciertas alianzas” que el PP ha tratado de presentar como una evidencia de la presencia en el Gobierno de Bildu. Es algo que “sabemos que no existe”, pero “para una parte electorado del PSOE la relación con independentistas siempre ha sido incómoda”.

Ferrándiz admite que “personajes como [Isabel Díaz] Ayuso no ayudan a crear una cultura democrática en torno a debates serios sobre las cuestiones que preocupan a los ciudadanos” porque lo que busca “claramente es confrontar”. Pero aún así cree que esta no ha sido de las peores campañas que hemos vivido. Hace apenas dos años, recuerda, vimos el envío de balas a varios dirigentes políticos. 

En su opinión, fueron “muy, muy tensas” la de las generales de 2019 en pleno procés, o las que coincidieron con el momento de mayor enfrentamiento en Cataluña. Por no hablar del período 2004-2008, el primer mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, que ha pasado a la historia como la “legislatura de la crispación”. O los momentos previos a la derrota del PSOE en 1996 a cuenta de la corrupción. En todo caso, haya sido grande o pequeña, el director de Opinión Pública de Ipsos no ve con buenos ojos que los líderes políticos, intenten “crear una una sensación de confrontación”.

Yo creo que hemos vivido en el pasado contextos de altísima crispación homologables a lo que hemos visto ahora

Lluís Orriols — Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford

“Yo creo que en el pasado hemos vivido contextos de altísima crispación homologables a lo que hemos visto ahora”, coincide Lluís Orriols, autor de Democracia de trincheras (Península, 2013). A su juicio, lo “relativamente excepcional de estas elecciones es lo altamente nacionalizadas que han estado”. Son autonómicas y locales, pero la presencia del debate nacional, primero con las medidas del Gobierno en políticas sociales y después con ETA, hizo que “se nacionalizaran mucho más de lo que estamos acostumbrados”.

Carlos Domínguez, analista político en 40dB, advierte también sobre el error de percepción de quienes creen estar ante una campaña especialmente crispada. “Los humanos solemos tener la tentación de pensar dos cosas: que todo tiempo pasado fue mejor y que el presente es historia viva que tenemos el privilegio de mirar a los ojos”. Y “como observamos el curso de la historia con varias dioptrías de miopía, el ahora siempre es lo más intenso y espectacular que hemos presenciado… hasta dentro de un par de días”, señala con ironía.  

Tal vez por eso, explica en línea con los demás especialistas consultados por infoLibre, no hace falta remontarse mucho para encontrar dos semanas preelectorales de máxima tensión, “que tal vez hayamos olvidado demasiado pronto”. Se refiere a las autonómicas de Madrid de 2021 en las que no hubo exetarras en las listas, “pero sí una amenaza de muerte a un candidato (en forma de balas en un sobre), un debate cancelado a la mitad por abandono de sus participantes, una apertura de campaña con cargas policiales y detenciones, y una conversación política copada por dos consignas maniqueas: ‘Comunismo o libertad’, ‘Democracia o fascismo”.

Domínguez admite que en esta campaña ha habido discursos y cruces de acusaciones “de lo más convulsos” a cuenta de ETA, de la compraventa de votos y de la decisión del PP y de Vox de extender “la cruzada contra el ‘sanchismo’ a cada municipio de España”, pero aún así no cree que alcance “el nivel de crispación extrema” de la contienda de Ayuso de hace dos años. 

En su opinión, el protagonismo de la lideresa del PP madrileño “es un factor común de las campañas más crispadas que recordamos”. Aunque a primera vista podríamos pensar que son “formaciones de origen más outsider”, como Vox o Podemos, las que más conflicto tendrían que generar en campaña, no podemos olvidar que Isabel Diaz Ayuso “es el actor desestabilizador con mayor éxito y apoyo electoral en estos momentos”. Tanto es así que va a ser, “con seguridad”, dice, la candidata autonómica más votada de todos quienes optan a presidir una comunidad autónoma. “Un fenómeno electoral de este tipo tiene un gran potencial para condicionar el debate público en forma y contenido”.

Si se alcanza el porcentaje de participación que predicen la mayoría de las encuestas, estaríamos ante un escenario muy reñido

Pablo Simón — Profesor de la Universidad Carlos III

Tampoco hay muchas dudas sobre los efectos que la crispación tiene sobre la participación. “La polarización normalmente tiende a incrementar al alza la participación electoral porque se añade mucha capacidad de activación a través de mensajes de los partidos políticos y esto reduce normalmente las tasas de abstencionismo”, explica Pablo Simón. 

Tal vez el caso más claro que hayamos tenido en tiempos recientes, explica, sea de nuevo el de las elecciones de Madrid en el año 2021 en las que “claramente hubo una polarización altísima y la participación fue récord”. También lo hemos vivido, añade, en las campañas electorales que ha habido en Cataluña en pleno procés

El autor de Corona: Política en tiempos de pandemia (Debate, 2020) no cree, sin embargo, que la participación tenga un signo claro, a izquierda o a derecha. “Sí sabemos que tiene que haber umbrales mínimos de participación para que las elecciones sean competidas”. Y si se alcanza el porcentaje que predicen la mayoría de las encuestas (estiman una participación del 65%), estaríamos ante “un escenario muy reñido”. En cambio, “si la participación bajara mucho respecto a ese nivel, entonces ya podría haber más desviaciones y más sorpresas”.

En este terreno confluyen tendencias opuestas. Domínguez opina que los niveles actuales de crispación pueden empezar a tener efectos de desmovilización del voto, “especialmente cuando parte del conflicto discursivo entre los dos grandes partidos de España tiene que ver con reproches y sospechas sobre la limpieza del procedimiento democrático”, porque “no hay mayor desincentivo a la participación electoral que las dudas sobre la efectividad del voto”.

Sin embargo, hay otras fuerzas que empujan en dirección contraria, contrarrestando una posible tendencia desmovilizadora: los resultados tan reñidos que se esperan en muchas plazas y “el calado de la idea de que en cada una de ellas se decidirá el próximo domingo el futuro del Gobierno de la nación, estimulan la participación”. Los comicios más competidos son los que menor abstención registran, y si los electores piensan que su voto “es efectivo”, las “posibles suspicacias” sobre el proceso electoral pueden ser contrarrestadas por la sensación de que “esta vez cada voto vale doble (municipal y nacional; autonómico y nacional)”.

Las posibles suspicacias sobre el proceso electoral pueden ser contrarrestadas por la sensación de que esta vez cada voto vale doble

Carlos Domínguez — Analista en 40dB

No obstante, precisa el analista de 40dB, no se trata de un juego de suma cero “ni que el resultado de participación vaya a ser el mismo en todas las parroquias políticas”. En su opinión, el bloque de la izquierda corre un mayor riesgo de dejarse votantes en casa.

En primer lugar, porque moviliza menos el hecho de que la expectativa sea mantener el statu quo: es la izquierda la que “sale a defender en la mayoría de plazas”. Y, en segundo lugar, porque durante toda la legislatura se ha observado un menor nivel de movilización a la izquierda en comparación con la derecha, lo que significa que “los partidos de izquierdas necesitan hacer esfuerzos extra para mantener a los suyos motivados”.

Ferrándiz recuerda la anécdota de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando un micrófono encendido recogió una frase suya reconociendo que a los socialistas “la tensión electoral” les beneficia. Algo que, añade, en realidad depende mucho del momento. Y ahora mismo no cree que los debates nacionales hayan jugado a favor de los candidatos a los ayuntamientos o a las comunidades autónomas que han intentado “hacer una campaña mucho más local y mucho más referida al territorio”. Tampoco juega a favor de la movilización de los socialistas la “sensación de cambio de ciclo que intenta introducir el PP” para “motivar y emocionar a su electorado”.

La incertidumbre de las últimas encuestas tensa la campaña por la disputa de los indecisos

La incertidumbre de las últimas encuestas tensa la campaña por la disputa de los indecisos

En opinión del responsable de Opinión Pública de Ipsos, estos dos factores han hecho “muy larga” la campaña a los candidatos del PSOE. Su sensación es que el PP ha aguantando y resistido mejor y que la falta de “tensión política” es más visible a la izquierda. Si el PSOE hubiese sido capaz de focalizar la campaña en torno a los derechos, “o si habláramos a lo mejor del aborto, el que el que sufriría en ese caso sería más el Partido Popular que la izquierda”. En conclusión: la movilización que necesita el PSOE para renovar el poder que conquistó en 2019 ha sido “menor de lo esperado”.

La crispación, puede generar movilización, pero cuando hay mucha crispación y mucho ruido “eso también genera desánimo y desafección”, advierte Lluís Orriols. “Yo creo que el Gobierno estaba muy bien equipado” para construir una campaña nacional “beneficiosa para ellos”. Pero aunque “al principio jugaron muy bien dinámica” aprobando leyes y propuestas en el Consejo de Ministros y planteando iniciativas en el terreno de las políticas sociales “que impactaban mucho a la izquierda y que podían movilizarles”, esa estrategia “quedó cortocircuitada” por la del PP con el tema de Bildu. 

El resultado, según la información de que dispone, es que, al menos durante la primera semana de campaña, se redujeron los indecisos y aumentó la tasa de fidelidad hacia el PP, pero no la del PSOE. 

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