Investigación: la amenaza del plástico en Europa

Reciclaje químico: ¿otro truco de la industria o una solución mágica para el plástico?

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Nico Schmidt y Attila Kálmán (Investigate Europe)

En una soleada tarde de abril, Markus Klatte sube la escalera al tejado de su fábrica de reciclaje químico. Desde lo alto, contempla el polígono industrial situado al oeste de Fráncfort (Alemania), donde Höchst AG impulsó en su día la producción germana de plásticos. Hoy, Klatte quiere que su compañía se ocupe de su legado: las enormes cantidades de plástico que aún se queman en plantas incineradoras de toda Europa.

Desde hace unos meses, la empresa de Klatte, Arcus Greencycling, explota una de las primeras plantas de pirólisis de tamaño industrial de Alemania. La planta convierte el plástico de aluminio en aceite que luego se envía al Grupo BASF para que vuelva a producir plástico. "Podemos ayudar donde el reciclaje convencional no puede", se entusiasma Klatte mientras pasa junto a las bolsas de las que su máquina extrae el plástico usado. Es un material que las plantas convencionales no pueden reciclar. "Los índices de reciclaje son bajos", añade. "Queremos contribuir a ello. Necesitamos reciclaje químico".

La Unión Europea ha hecho del reciclaje una prioridad en su Pacto Verde. La futura economía circular, donde los residuos plásticos se convertirán en plástico nuevo, también se construirá sobre esta base. El objetivo es "cerrar el círculo", explicó el vicepresidente de la Comisión Frans Timmermans en 2015 al presentar el Plan de Acción de Economía Circular. La Alianza de Plásticos Circulares le siguió en 2018 y de nuevo fue Timmermans quien presentó la iniciativa, declarando que Europa estaba "a la cabeza" con sus esfuerzos en favor de la economía circular.

Pero la UE está lejos de alcanzar sus objetivos. Mientras que los recicladores cuentan desde hace tiempo con procesos eficientes para crear nuevos productos a partir de chatarra y vidrio, lo tienen más difícil con el plástico. El problema es que no todos los plásticos son iguales. Bajo el término plástico se agrupan diferentes polímeros con distintas propiedades. Y los fabricantes de plástico unen cada vez más los distintos materiales para fabricar envases multicapa. Pero los recicladores convencionales no pueden procesar este tipo de envases. Alrededor del 60% de los residuos de envases de plástico de Europa sigue sin reciclarse, y gran parte se envía a plantas incineradoras.

Esto es lo que empresas como BASF, socio comercial de Klatte, afirman ahora que pueden solucionar. Asociaciones industriales de Bruselas como el Consejo Europeo de la Industria Química y Plastics Europe promueven enérgicamente la nueva tecnología. "Podemos cerrar el círculo", aseguró un lobista a la Comisión de la UE en 2019, según las actas de la reunión obtenidas por Investigate Europe e infoLibre, dentro de una amplia investigación sobre la amenaza de los residuos de plástico en Europa (puedes leer aquí todos los reportajes de nuestra investigación).

Una lluvia de millones

Zero Waste Europe ha rastreado durante años cómo las corporaciones utilizan su poder para presionar a las instituciones de la UE. "El concepto de reciclaje químico no es nuevo", afirma Janek Vähk, de la ONG. "La industria lleva décadas promoviéndolo".

A principios del milenio, BASF puso en marcha una planta de pirólisis que convertía los residuos plásticos en aceite. Pero ésta y otras plantas similares desaparecieron pronto. El aceite producido no podía competir con el crudo barato de la época. Pero las empresas químicas han renovado la esperanza desde que la UE lanzó sus planes de economía circular.

En otra reunión, la industria química se declaró partidaria de "la necesidad de ser ambiciosos en términos de circularidad", y señaló a la Comisión que el proceso es complementario de los métodos existentes. También anunció inversiones masivas en el futuro. Se prevé que la industria invierta 7.200 millones de euros en 2030 en reciclaje químico en Europa, con 44 proyectos previstos en 13 países de la UE. Para entonces, las plantas deberían producir 3,4 millones de toneladas de plástico reciclado. En la actualidad, sólo hay un puñado de plantas de reciclaje químico operativas en Europa, pero los planes de nuevas instalaciones en Alemania, Polonia, Reino Unido y España apuntan a un interés creciente.

En un informe sobre el reciclaje químico en España, encargado por la Federación Empresarial de la Industria Química (Feique), se indica que con este sistema “se tratan más de 11.500 toneladas de residuos plásticos”. Prácticamente la totalidad se recicla en dos instalaciones de la empresa Plastic Energy en Sevilla y Almería.

Es una cantidad testimonial, pero la industria “estima que las inversiones anunciadas en España permitirán multiplicar por 40 la capacidad de tratamiento de residuos mediante reciclaje químico, alcanzando casi medio millón de toneladas en 2025”. Entre las nuevas plantas previstas o en construcción hay varias controladas por las multinacionales Repsol y Sacyr. En total, Feique relaciona hasta doce proyectos en España.

En ese informe se admite que “las tecnologías asociadas al reciclaje químico son incipientes”, aunque en los próximos años “se espera una mayor escalabilidad” que permita tener “más datos sobre la viabilidad técnico-económica real”. De momento, se estima que sólo el 0,2% de los residuos de plástico post-consumo recogidos en Europa “son valorizados mediante procesos de reciclaje químico”.

Dudas sobre esta tecnología

En la actualidad, los recicladores mecánicos tradicionales no sólo son incapaces de tratar los envases multicapa, sino también los residuos plásticos demasiado sucios para seguir procesándolos. El Centro Común de Investigación de la UE concluyó en un estudio que los sistemas de gestión de residuos en los países de la UE son "deficientes". Según Eurostat, el año pasado sólo se recicló el 38% de los envases de plástico.

Pero algunos expertos del sector dudan de que el reciclaje químico sea la solución. "Hay una correlación entre la calidad de los residuos que entran en el proceso y el aceite con el que acaban", explica un experto en residuos que no quiere ser nombrado. "Hay un desfase entre el aceite de pirólisis y las especificaciones que la industria química necesita en sus plantas para plásticos vírgenes". Cuanto más pura sea la materia prima, mejor será el resultado. Pero los recicladores convencionales también necesitan lo mismo.

"Hay que evitar la competencia con las tecnologías de reciclaje existentes", defiende Julia Vogel, de la UBA, la Agencia Federal de Medio Ambiente de Alemania. "Todavía hay muchas preguntas sin respuesta", destaca. Para Vogel, no está ni mucho menos demostrado que las plantas de pirólisis puedan procesar plástico muy contaminado. La UBA inició en 2020 un proyecto de investigación de cuatro años sobre la nueva tecnología para, con suerte, aclarar esas incertidumbres. "Sin embargo, debido a la precaria situación de los datos", admitió en su informe inicial, "una evaluación de los procesos de reciclaje químico es actualmente todavía difícil". Vähk, de Zero Waste Europe, está de acuerdo: "Hasta ahora no está nada claro hasta qué punto es sostenible la pirólisis".

Las empresas químicas se apresuran a descartar estas preocupaciones. Sus páginas web están llenas de campos verdes y océanos azules y promesas de una nueva tecnología que puede salvar el planeta: menos incineración, menos importaciones de petróleo, menos emisiones de CO2. Y es que las plantas de reciclaje químico no sólo producen aceite de pirólisis, sino también otros materiales que más tarde pueden utilizarse como combustible.

Las empresas van a invertir miles de millones de euros en esta nueva tecnología en los próximos años, por lo que los grupos de presión exigen a la Comisión Europea que garantice la "seguridad de la inversión". Para la industria química, esto significaría que la UE permita que el aceite y otros materiales generados durante el proceso se contabilicen como materiales reciclables, además de los plásticos reciclados propiamente dichos. A este modelo lo llaman "asignación libre".

Durante la pirólisis, aproximadamente entre el 30% y el 40% del material de entrada acabará convirtiéndose de nuevo en plástico. Las pérdidas de material son del 5% al 10%, mientras que los materiales restantes también pueden ser utilizados por las empresas químicas para volver a producir combustible. Si la UE aprueba este planteamiento de asignación libre, no sólo podría contabilizarse como material reciclado lo que vuelve a convertirse en plástico, sino casi todo lo demás.

Sin embargo, sin el respaldo de la Comisión, es poco probable que las empresas impulsen el reciclaje químico por una sencilla razón: no es rentable. El petróleo crudo es demasiado barato, los costes energéticos son demasiado elevados y la tecnología es demasiado cara en comparación con la producción de plástico virgen y el reciclaje tradicional. Según el estudio del Centro Común de investigación, el reciclaje químico por pirólisis sólo alcanzará el umbral de rentabilidad en 2033 en condiciones favorables y tras la innovación tecnológica.

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Pero con la UE ansiosa por alcanzar sus objetivos de economía circular y una nueva normativa que obligará a que todos los envases alimentarios contengan al menos un 10% de plásticos reciclados para 2030, plantas como la de Markus Klatte en Alemania podrían ser cada vez más comunes en toda Europa. Si merecerán la pena o no, aún no se sabe.

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Edición: Chris Matthews

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