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Coronavirus

Las residencias empiezan a organizar su propia desescalada ante la ausencia de directrices específicas

Una cuidadora ayuda a comer a una anciana en la residencia Casablanca, en el barrio madrileño de Villaverde.

La crisis sanitaria ha dejado una herida en el corazón de las residencias de mayores. La incidencia del virus entre la población más vulnerable ha obligado a repensar el modelo de los centros residenciales, pero también a tejer estrategias para que la "nueva normalidad" no recaiga sobre las espaldas de los mayores. Por el momento, los planes son diversos: el Ministerio de Sanidad no ha trazado ningún protocolo específico para hacer llegar la desescalada a los centros, mientras que las comunidades asumen el reto a diferentes ritmos. El resultado: las residencias han empezado a tomar las riendas y a esbozar las primeras líneas de sus propios planes.

Fuentes del Ministerio de Sanidad, dirigido por Salvador Illa, explican a preguntas de infoLibre que "los pasos que se vayan dando en cada fase se van a ir analizando con prudencia, en función de la evolución de la situación". No existe una fase concreta para iniciar la desescalada en las residencias y tampoco un plan específico que establezca criterios orientativos. El Plan para la transición hacia una nueva normalidad señala que la población mayor está siendo "el colectivo que más preocupa en relación con la contención del virus" y por tanto los ancianos en residencias "merecen tratamiento diferenciado". Es imprescindible, afirma el documento, "garantizar una progresiva reducción de contagios y una protección fuerte de la población que vive en residencia", además de blindar la seguridad de los trabajadores. "Esta protección será también incluida como uno de los indicadores" a tener en cuenta en el "proceso de transición hacia una nueva normalidad, la premisa inicial en el ámbito de las residencias será la no aplicación de medidas de desescalada". Esta precaución, afirma el departamento, "habrá de ir necesariamente acompañada de medidas que permitan asegurar una adecuada atención sanitaria de las personas que residen o trabajan en ellas, que incluirá la estricta vigilancia de la situación epidemiológica en las mismas".

"Las competencias sobre la gestión de estos centros corresponden a las comunidades autónomas", ha recordado este mismo jueves el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Y en las comunidades autónomas la posición es diversa. Illes Balears ha anunciado que permitirá ya en la primera fase las visitas en las residencias sin casos de contagio, por un máximo de 20 minutos y un familiar por usuario. En Comunitat Valenciana, por el contrario, no será hasta la tercera fase que se empezarán a "diseñar visitas, salidas e ingresos", aunque siempre "en función de lo que vaya marcando el Gobierno de España". Fuentes Generalitat de Cataluña dicen estar "trabajando" sobre un plan de desescalada. "Próximamente tendremos una propuesta que tendrá que ser muy progresiva y lenta, garantizando la seguridad de las personas que viven en estos centros", resuelven. Señalan como "uno de los aspectos clave" la forma en que las familias puedan "tener contacto con los residentes de una forma segura". Añaden que "no es un tema que aún esté cerrado", pero insisten en estar "trabajando con expertos en infecciones y contando también con las reflexiones y las aportaciones de las entidades y del sector de las residencias para elaborar este plan". La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid indica a preguntas de este diario que "las actuaciones y planes están fijados y se aplicarán progresivamente a medida que se vaya produciendo la desescalada".

La Xunta de Galicia, por su parte, "está trabajando en un protocolo específico de reactivación sociosanitaria para la reapertura de los centros de día, centros de discapacidad y las visitas en residencias". En respuesta a este periódico, fuentes del Gobierno de Alberto Núñez Feijóo explican que la guía "se está ultimando" y recoge principalmente tres partes: un marco de actuación general, líneas de acción específicas y un "plan de reactivación de las residencias en tres etapas de periodos de diez o quince días en función del número de residentes". De esta manera, concretan, "en los centros residenciales con menos de 60 residentes, los periodos de reactivación serían cada diez días", mientras que el plazo aumenta a quince para los centros con mayor ocupación. El protocolo también "establece cómo actuar si aparece un positivo durante estos periodos de reapertura, cómo garantizar el aislamiento del resto de los residentes y, además, un plan específico de actuación para la apertura gradual y segura de los centros de día". En las "próximas fechas", agregan, "se dará a conocer en profundidad este protocolo".

Las residencias preparan sus propios planes

Al frente de la residencia barcelonesa Senior Centre está Agustí Ramón. Cuenta a este diario que "a fecha de hoy todavía no hay ninguna instrucción al respecto". En Barcelona, dice, "la intuición es que por lo menos nos iríamos a finales de junio". Pero, insiste, habla desde la intuición. Es la intuición –también la previsión– la que ha llevado al director de la residencia a trazar un plan interno para gestionar las visitas, llegado el momento, con rigurosidad y seguridad. "La idea sería hacer una distribución de familias que puedan ir accediendo a las visitas", que contarían con un límite temporal no superior a la media hora, "quizá veinte minutos", y accederían al centro "perfectamente protegidas, en un espacio que habilitaríamos para tal efecto". Agustí Ramón prevé la entrada de "entre cuatro y cinco personas al día".

El plan tejido por los responsables del centro bebe de "la intuición y el sentido común", aunque su director se muestra comprensivo con las autoridades. "En este momento quizá es un poco pronto para que la administración manifieste un plan preciso", especialmente cuando la dinámica demuestra que el ritmo "va un poco sobre la marcha". En todo caso, vaticina, "este mes nos dirán muchas cosas".

Rocío Pérez, dueña de la residencia Mirasierra de Cercedilla (Madrid), no es tan benévola. "No sabemos nada, ni a través del Gobierno ni de la Comunidad de Madrid, no está habiendo absolutamente ninguna desescalada y cuando se anuncian los pasos no se nombran en ningún momento a las residencias", dice al otro lado del teléfono. Coincide en situar el alivio a "mediados o finales de junio", pero sin pautas concretas será "un brindis al sol". La sensación, reconoce, "es que se olvidaron de las residencias al principio y nos vuelven a olvidar ahora".

Pérez cuenta también con un plan interno como guía. Para los nuevos ingresos, detalla, pide que el familiar "le haga un test, que insista en el centro de salud o sino lo haga por privado". Sólo una vez cuente con un resultado certero, permite el ingreso. La dueña de la residencia madrileña ha habilitado cuartos individuales, de manera que los nuevos residentes puedan estar "durante una semana o diez días en esa habitación, pero haciendo vida normal dentro de la residencia". En cuanto a las visitas, el centro ha incorporado un espacio, una suerte de vestuario, para que los familiares puedan depositar sus pertenencias y disponer del material de seguridad requerido. "Se entrará por ese vestuario, se tomarán medidas de higiene y pasarán a un circuito que va a parar a un salón, donde se van a encontrar con su residente, siempre respetando la distancia de seguridad, con mascarillas o pantallas, guantes, sin abrazos ni besos". No se permitirá la libre circulación por la residencia ni tampoco traer material del exterior.

En un principio, perfila, sólo estarán permitidas las visitas de los familiares directos. La idea es empezar a poner en marcha el plan en un mes, si así lo permiten las autoridades. Entretanto, Pérez trata de "hacer pedagogía" con los familiares, "que vayan aprendiendo cómo es el nuevo escenario". La dueña del centro presume de conocer bien a sus residentes y a los familiares de cada uno, por lo que prevé hacer un "plan consensuado con ellos" para agendar las visitas. "Hay que enseñarles a los familiares una forma nueva de visitar al abuelo".

Pasos hacia una respuesta

Miguel Vázquez, presidente de la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores en Residencias (Pladigmare), clama por un plan desarrollada de forma "muy medida y muy estudiada", precisamente porque "no nos podemos permitir un rebrote" pero tampoco "ninguna superficialidad". En todo caso, recuerda la preocupación de los familiares y la inquietud de los residentes: "Urge por su salud física y mental". La ausencia de directrices concretas, explica, "crea la sensación de que ha habido tantos fallecimientos porque a nadie le ha importado y así sigue siendo".

El gerontólogo y jurista Antonio Martínez Maroto, vocal de la organización Grandes Amigos, parte de una premisa: "Las residencias son una prolongación de la propia vivienda, un lugar donde vivir". Y aunque "todo el mundo prefiere estar en su casa, quienes no pueden tienen derecho a estar en un lugar que se le parezca". Como tal, el experto entiende que "debe hacerse una integración muy parecida o casi igual" a la que están experimentando las personas mayores que habitan su propio hogar. "Estamos en contra de esa idea de no dejar salir a las personas que están bien en la propia residencia", expresa.

En ese sentido, apuesta por "tomar todas las medidas que sean necesarias sin vulnerar un derecho fundamental como moverse libremente". Si bien las personas mayores constituyen un "colectivo más vulnerable que el resto, no se puede tener a una persona metida en una habitación de una residencia" de manera permanente. En especial teniendo en cuenta que las residencias las habitan "muchos residentes muy diversos", por lo tanto la desescalada exige "atención centrada en la persona". Las administraciones, reflexiona Martínez Maroto, pueden ofrecer "unas pautas generales, pero siempre flexibles para poder adaptarlas a las personas" y que los residentes, sobre todo, "no se sientan enclaustrados contra su voluntad". En esencia, remata, "debe permitirse que las personas mayores con autonomía personal y capacidad para decidir, salgan a pasear, con todas las precauciones necesarias, para que se sientan igual que las demás personas mayores que viven en sus domicilios, reservando las restricciones para la convivencia en la propia residencia".

José Manuel Vázquez, portavoz de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, pone en valor la voz de los expertos. "Se están tomando decisiones sin contar con los especialistas de los servicios sociales", lamenta. A su juicio, la desescalada en las residencias debe ir precedida por la "monitorización de todos los centros para elaborar un sistema de alerta temprana en caso de que haya un contagio de usuario o trabajador". No basta, matiza, con informar de los contagios, sino que urge conjugar "un cúmulo de indicadores para saber el estado actual de todas las residencias".

A continuación, expone el portavoz de la asociación, resulta fundamental "aplicar los test no sólo a los residentes, sino también a los trabajadores, el principal vector de contagio". Además de "priorizar las habitaciones individuales", las residencias deberán también contar con un "protocolo de los médicos de atención primaria, que deben instaurarse para atender a las personas vulnerables que viven allí". Una vez se den estos primeros pasos, apunta, "podremos valorar en qué situación nos encontramos y entonces podremos fijar fechas y tiempos".

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Comparte diagnóstico José Ramón Martínez Riera, presidente de la Asociación de Enfermería Comunitaria. A su entender, "antes de plantear la desescalada hay que hacer un planteamiento previo de cómo están". Existe un "número muy importante de residencias que tienen carencias importantes, tanto en organización, como en infraestructuras y en personal", un asunto que urge abordar con premura.

Martínez Riera recuerda igualmente que "no existe una coordinación adecuada entre los distintos niveles: atención primaria, hospitalaria y el ámbito sociosanitario". Cree importante la presencia de "profesionales de referencia dedicados a coordinador todos estos recursos, identificar necesidades y dar respuesta a las demandas" de los centros. En ese contexto, los espacios para personas mayores deben "estar dotados de profesionales cualificados, no pueden ser meras guarderías de personas adultas que quedan aparcadas". Sin eso, remata, "hacer planteamientos de desescalada de manera estandarizada es una temeridad".

Iglesias señaló este jueves su compromiso por desarrollar un plan de acreditación de calidad de las residencias de mayores, un propósito que ha venido subrayando desde su llegada al poder y que incluye el refuerzo del sistema de atención a la dependencia y la reducción drástica de las listas de espera.

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