'Revistas depredadoras', una editorial propia y autocitas: las sombras del catedrático de la UB acusado de abuso

Ramón Flecha, el catedrático emérito de la Universitat de Barcelona (UB) acusado de acoso y abuso de poder, ha construido durante décadas su prestigio académico apoyándose en una red creada específicamente para exponer las tesis de su grupo de investigación, la Comunidad de Investigación sobre Excelencia para Todos (CREA, por sus siglas en inglés). Miembros de CREA participan, controlan y dirigen revistas de carácter científico en las que tanto Ramón Flecha como sus colegas llevan publicando artículos desde hace años. A partir de esas publicaciones, han ido haciéndose un hueco en la cumbre del mundo académico, dando forma a perfiles de impacto y relevancia. Pero los medios utilizados para alcanzar ese prestigio empiezan a sembrar dudas entre los expertos.

Para entenderlo en su complejidad, hay que mirar primero hacia una entidad: Hipatia Press. La organización nació en 2007 en forma de editorial. Su nombre completo entonces era Hipatia Editorial SLNE. Así operó hasta el año 2022, con Iñaki Santa Cruz como administrador único y liquidador. Este primer nombre propio es relevante: se trata de un amigo íntimo de Ramón Flecha, tal y como él mismo reconoce en el libro Amistades Creadoras, un ensayo sobre el catedrático y su grupo de investigación, escrito por Elisenda Giner. Hasta 2016, Iñaki Santa Cruz figuraba como miembro activo de CREA en su página web y actualmente aparece en el apartado de grupos de investigación consolidados.

En el año 2019, Hipatia adoptó el apellido Press y pasó a constituirse formalmente como una asociación. Sus vínculos con CREA no se ciñen únicamente a Santa Cruz, sino que su actual órgano de gobierno está formado por nombres vinculados al grupo de investigación del catedrático. La presidenta es la ya citada Elisenda Giner, biógrafa de Ramón Flecha y miembro de CREA en el pasado. Como secretaria figura Ana Burgués De Freitas, profesora de Sociología y actual miembro de CREA

Hipatia edita un total de 17 revistas científicas, en las que habitualmente publican artículos miembros de CREA. Entre ellos, Ramón Flecha. Es decir, el grupo de investigación fundado por el catedrático construyó una editorial pensada específicamente para difundir una parte sustancial de sus propios artículos. En los equipos editoriales de la mayoría de las revistas, vuelven a hacer acto de presencia miembros de CREA. Si bien no se trata de una práctica fuera de los márgenes de la ley, lo cierto es que las voces consultadas cuestionan su profesionalidad y sostienen que genera "un espejismo de calidad e impacto científico".

La pregunta inmediata es obvia: ¿son publicaciones con la suficiente calidad científica? Para responder, es importante echar un vistazo al sello FECYT. Se trata de un aval que otorga la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, dependiente del Ministerio de Ciencia, a revistas científicas. El objetivo es certificar su calidad editorial y científica, evaluando factores como el impacto, la visibilidad y las buenas prácticas editoriales. Según la base de datos de FECYT, once revistas de Hipatia tienen el sello y seis no.

'Revistas depredadoras' y otras estrategias

Si bien es cierto que los miembros de CREA no sólo publican en las revistas que pertenecen a su editorial, un análisis de su producción en lo que va de año determina que buena parte de los artículos encuentran encaje en algunas editoriales que están bajo la lupa. Entre los artículos científicos firmados por miembros de CREA en 2025, el 72,7% fueron publicados en revistas del grupo Hipatia, Frontiers o MDPI. Estas dos últimas son editoriales especialmente cuestionadas en el mundo académico, ya que muchas de sus revistas presentan características que las sitúan en una zona gris entre la legitimidad académica y prácticas propias de las llamadas "revistas depredadoras".

Estas "revistas depredadoras" son publicaciones que aun siendo estrictamente científicas, caen en prácticas de dudosa calidad, basadas fundamentalmente en el cobro de altas tasas a los autores y procesos de revisión por pares acelerados, lo que pone en cuestión su rigor, además de una expansión muy rápida de sus títulos con criterios de calidad discutibles.

Según confirman fuentes académicas, existe un "amplio consenso", al menos en ciencias sociales, respecto a que las prácticas tanto de Frontiers como de MDPI pervierten el sistema. "Ambas se han enfrentado a críticas y polémicas sobre sus prácticas comerciales, en particular con respecto a la revisión por pares excesivamente permisiva y la subordinación de las funciones académicas a los intereses comerciales", tal y como se señala en este artículo de la London School of Economics (LSE).

Esta dinámica, la de crear de forma calculada y sistemática las condiciones de posibilidad para aumentar su prestigio académico, es en realidad una constante en Ramón Flecha y su equipo. Tal y como publicó en julio elDiario.es, el catedrático emérito llegó a atribuirse en exclusiva un artículo escrito por otra persona de CREA, una profesora cuyo nombre jamás apareció en la firma. Según el mismo diario, aquel artículo permitió al académico aparecer en una revista científica internacional de prestigio.

Más recientemente, el catedrático tuvo que rectificar su perfil en Google Scholar para no ser eliminado del ranking de científicos que elabora anualmente el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Según denunciaba el Laboratorio de Cibermetría del CSIC, Flecha había estado trampeando los datos de su perfil para posicionarse en lo alto de las clasificaciones. 

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En concreto, el perfil de Flecha se atribuía 25.490 citas, cuando una búsqueda en Google Scholar filtrando en la autoría por su nombre solo producía 14.997, lo que supone una diferencia de más de 10.000 citas falsamente atribuidas por él mismo. 

En las citas anida precisamente otra de las grandes estrategias del catedrático y su equipo. La dinámica es la siguiente: aumentar artificialmente el impacto, acumulando autocitas dentro del propio grupo. Según explican fuentes académicas, "este tipo de prácticas están mal vistas en la comunidad científica", ya que distorsionan la relevancia de un autor. Por ello, los "índices de impacto bibliométrico más rigurosos suelen aplicar filtros que redicen o eliminan las autocitas".

Sin embargo, la cosa se complica cuando las citas no son a uno mismo, sino a miembros del mismo grupo de investigación. Analizando los artículos de los autores más productivos de CREA, se puede concluir que nueve de los diez autores más citados por cada uno de ellos son compañeros de filas. Ramón Flecha aparece sistemáticamente como el autor más citado dentro de este círculo. Algo que, a juicio de los académicos consultados, es "una anomalía respecto a las dinámicas habituales de citación" y evidencia "cómo el grupo ha tendido a cerrarse sobre sí mismo". La paradoja –y quizá también el objetivo de fondo– es que este circuito de referencias cruzadas, aun tratándose de una práctica claramente endogámica, les ha servido para ganar visibilidad y proyección hacia el exterior.

Ramón Flecha, el catedrático emérito de la Universitat de Barcelona (UB) acusado de acoso y abuso de poder, ha construido durante décadas su prestigio académico apoyándose en una red creada específicamente para exponer las tesis de su grupo de investigación, la Comunidad de Investigación sobre Excelencia para Todos (CREA, por sus siglas en inglés). Miembros de CREA participan, controlan y dirigen revistas de carácter científico en las que tanto Ramón Flecha como sus colegas llevan publicando artículos desde hace años. A partir de esas publicaciones, han ido haciéndose un hueco en la cumbre del mundo académico, dando forma a perfiles de impacto y relevancia. Pero los medios utilizados para alcanzar ese prestigio empiezan a sembrar dudas entre los expertos.

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