MOCIÓN DE CENSURA

Tamames: el envejecimiento activo y el respeto a uno mismo

Ramón Tamames a la finalización del primer día del debate de la moción de censura de Vox, este martes en el Congreso de los Diputados.

Patricia Godino

"Envejecer es, en un alto grado, un empeño ético". Reflexionaba el helenista Pedro Olalla (Oviedo, 1966) en De senectute política. Carta sin respuesta a Cicerón (Acantilado, 2018) sobre el arte del buen envejecer con el clásico de Cicerón como referente para hilar un discurso sobre el capital político y social de los viejos desde posiciones, eso sí, muy alejadas a las desarrolladas por el nonagenario economista y ex comunista Ramón Tamames (Madrid, 1933) en el discurso con el que ha defendido esta semana, como candidato de Vox, la moción de censura contra Pedro Sánchez.  

Olalla es de hecho un activista antiglobalización, muy crítico con el capitalismo y también, o por ello mismo, un defensor del papel que deben tener en la vida pública los mayores. Desde los tiempos de Cicerón, al que dedica este delicioso ensayo y que murió con 63 años, la esperanza de vida ha crecido de una forma extraordinaria y, por tanto, la cuestión sobre el envejecimiento de la población en los países en vías de desarrollo, los desafíos de los sistemas sociales y sanitarios, las desigualdades, la economía de una población que envejece y la respuesta política a esta realidad merecen estar presentes en el centro del debate público (y si lo están, casi siempre se abordan desde la sostenibilidad del sistema de pensiones).

Aunque la covid causó estragos en la sociedad española –no digamos ya la gestión de las residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid–, España fue en 2021, con 83,3 años, el país de la Unión Europea con la esperanza de vida más alta por delante de Suecia (83,2).

A sus 89 años, Ramón Tamames ha superado con holgura la media española y puede decirse que el suyo, a priori, antes de lo visto esta semana durante la moción, podría ser un ejemplo manifiesto de eso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha venido en llamar envejecimiento activo (concepto que sustituyó a finales de los 90 el de envejecimiento saludable), por el que gobiernos y administraciones deben fomentar políticas para trabajar en tres vías: la salud, esto es, garantizar más años de vida y con más calidad; la seguridad, garantizar la protección integral; y la participación, o lo que es lo mismo, asegurarse de que los mayores sigan contribuyendo a la sociedad de manera activa y productiva.

Pero no han sido estos asuntos de los que se ha hablado desde que Vox rescatara del baúl de los recuerdos a este ex comunista –estrategia que, como ha explicado aquí Ángel Munarriz, han seguido otros partidos de extrema derecha en Europa para dar credibilidad a su discurso y deslegitimar, por oposición, a la izquierda actual–, sino de si un señor de 89 años merece encabezar una moción de censura de una democracia moderna como la española.

Ya conocen ustedes el resultado.

Se objetó su participación en esta moción por la deriva política que ha llevado en las últimas décadas este diletante ideológico, aupado a esta aventura por otro converso ex comunista como Fernando Sánchez Dragó. El octogenario ensayista ha confesado que fue en el contexto de una mariscada con el presidente de Vox (a quien le dedicó el tributo Santiago Abascal. España vertebrada) y con los efluvios de una copa de vino (he aquí la aplicación literal del ¡sujétame el cubata!) cuando planteó la operación Tamames. Tal sería la sobremesa.

Sobre la deriva ideológica que ambos, Tamames y Dragó, han protagonizado desde aquel compromiso izquierdista de juventud hasta terminar siendo los señuelos intelectuales de una formación fascista que atenta contra derechos básicos por los que lucharon en su día, con pena de cárcel incluso en el caso de Tamames, cabe leer el relato que hace el propio Sánchez Dragó.

"Yo estuve en la cárcel con Tamames en 1956, nos une una antiquísima amistad. Nosotros estábamos, que no éramos, en el Partido Comunista, porque era la única plataforma (la creamos nosotros, enredados por Jorge Semprúm) para luchar contra el régimen en la universidad. Sacamos a miles de estudiantes a la calle y cayeron ministros. Tamames y yo, en la cárcel, pensábamos que el franquismo no llegaba a Nochebuena. Imagínate el idealismo que gastábamos".

Sobre la razón última que empuja hoy a Tamames a participar de esta astracanada que queda ya grabada en la crónica del parlamentarismo español, también se ha hablado, escrito y perorado mucho: ¿es egolatría, verdadero convencimiento de que el Gobierno de Pedro Sánchez es una "autocracia absorbente" o simple aburrimiento de un señor mayor al que nadie en su familia y en su entorno le ha aconsejado? ¿Adónde vas, Tamames?

Precisamente ¿Adónde vas, España? fue el título con el que Tamames examinó en 1976 el futuro que se abría en este país tras la dictadura. Aquel ensayo obtuvo un notable éxito durante los años de la Transición en la que no se cuestionó el pensamiento del profesor, más bien al contrario. En 1979 en las páginas de El País, Ismael Fuente titulaba Ramón Tamames, una campaña comunista personalista el retrato que deja entrever el pensamiento de vanguardia que aportaba entonces a la sociopolítica española pero también rasgos que ha mantenido intactos hasta hoy, como esa fatuidad bien alimentada, esa identificable manera de vestir que en aquella crónica se bautizó como de "aire de candidato a la americana". También aquel perfil proyecta el respeto que en su día le dispensaron sus camaradas y del que hoy, pese a su provecta edad, carece.

"Tamames fue el primer candidato a la alcaldía de Madrid cuando ningún otro partido había designado al suyo. Fue proclamado por aclamación, al término del anterior congreso del PCE, en una fiesta memorable para él, en la Casa de Campo, en la que miles de militantes y cuadros del partido le gritaron Tamames, alcalde", escribe el periodista.

Se ha tildado al candidato de Vox de viejo chocho pero no ha sido la tesis más extendida, ni siquiera cuando, tras semanas elucubrando cómo sería una moción con un candidato de 89 años, se ha consumado el esperpento y el escaño ha servido de espejo de la decrepitud que arrastra a esta edad: la dificultad en la movilidad, el cansancio, la caspa sobre sus hombros, la irritabilidad y, al fin, el agotamiento propio de quien es protagonista de dos largas jornadas con los tiempos propios de una dinámica parlamentaria que desconoce por completo, que no se ha molestado en conocer y quienes le proponen como candidato tampoco se han preocupado en trasladarle.

Con todo, de hecho, cabe una última razón por la que Tamames se haya prestado a semejante lid: la económica y editorial. Puede que, en realidad, el profesor haya querido sumar un nuevo título a la amplísima nómina de libros (el portal todostuslibros recoge hasta 159 títulos) que llevan su firma. Desde este viernes, y bajo el título Por una España de todos: Nuestro mejor futuro, Tamames ha puesto a la venta su discurso en versión electrónica por 4,74 euros. Pocas horas después ya se había convertido en el libro más vendido de la tienda Kindle, lo que no deja de ser curioso cuando se puede leer una versión extendida, con sus réplicas y contrarréplicas, en el Diario de sesiones.  

Dejando a un lado la vocación con la que Vox presentó esta moción y el resultado obtenido, cuestión analizada en la cobertura que ha realizado infoLibre, la tesis por la que Tamames se ha metido en esta magnífica oda al esperpento es, al fin, una suma de todo lo anterior. Y el escaño fue, decimos, espejo de las miserias de la vejez. De su vejez. Porque aquí cada uno podría hacer una larga nómina por la que admiramos a viejos predilectos que han llegado a su edad lozanos, intelectualmente lúcidos y con un sentido ético intacto de su trayectoria vital y profesional.  

No puede decirse que un economista de su trayectoria, cuya Introducción a la economía española ha sido la biblia de las facultades de Económicas, obre con lucidez cuando afirma, sin inmutarse, que habría que recortar 60.000 millones el gasto público sin explicar de dónde y a qué coste social. https://twitter.com/jesusmarana/status/1638193600575033347?s=20

¿Tiene alguien sus facultades intactas cuando, en pleno siglo XXI, reprocha a las mujeres de la cámara que "para mujeres tenemos a Isabel la Católica, que tenía más poder que el rey. Y hoy tenemos más violaciones que antes del feminismo"?

Sería oportuno aquí recabar la opinión de expertos en deterioro cognitivo, pero no es objeto de este artículo.

La tesis del libro de Pedro Olalla es, no en vano, hasta qué punto el paso del tiempo no siempre significa decadencia. No en todos los casos pero sí en el de Tamames.

A la misma hora en que Tamames se dirigía con dificultad, apoyado en un ujier, a su escaño del Congreso en la segunda jornada del debate de la moción de censura, Felipe Alcaraz, de 80 años, activo referente del Partido Comunista desde la democracia, presentaba en Canal Sur Televisión Esperando a los bárbaros, un recopilatorio de sus artículos en Mundo obrero, la publicación oficial de la formación política en la que Tamames militó durante años, circunstancia sobre la que se ha puesto el acento todos estos días. "Por lo visto, él salió de la rotonda por otra salida que yo", bromeó a preguntas de la presentadora del programa.

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"No se respetó a sí mismo" con el discurso que pronunció, reflexionó. "Ideológicamente defendió a un partido que representa al franquismo y él luchó contra el franquismo en el momento más peligroso, en el año 1956; no respetó su propia historia, que es la historia de todos. No nos traicionó pero sí se rindió".

Confesó Olalla en una entrevista con Víctor Amela que Cicerón le ha enseñado que una vida bien vivida convierte la vejez en ganancia: en tu vejez serás más sensible, justo, compasivo, culto, humilde, juicioso, sabio y difícil de engañar.

Saquen sus conclusiones.

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