26M | 'Superdomingo' electoral

Los vaivenes de Ciudadanos que Rivera justifica con el argumento de que no tiene “dogmas”

El presidente de Cs, Albert Rivera, en un momento del segundo debate previo a las elecciones del 28 de abril.

Albert Rivera y su circunstancia. El líder de Ciudadanos defendió recientemente, en una entrevista concedida a Antena 3, los frecuentes cambios de postura que la formación naranja ha protagonizado desde su fundación y que le han valido el apelativo de “partido veleta”, con el que PP y Vox se dirigen a él después de que en muy poco tiempo firmase pactos de gobierno con Pedro Sánchez y con Mariano Rajoy. “En la vida hay que tomar decisiones y puedes retomar decisiones. Si no, seríamos un dogma, una especie de religión. La clave está en valorar las circunstancias”, razonó Rivera a modo de explicación.

El autoproclamado líder de la oposición, a pesar de que su partido quedó tercero en votos y en escaños en las elecciones generales del 28 de abril, por detrás del PP de Pablo Casado, es quien toma las decisiones en Ciudadanos desde su fundación, hace 14 años. De hecho, es el líder político en activo que más tiempo lleva al frente de una formación política nacional, por delante de Casado pero también de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias. Como tal ha impulsado todos los vaivenes llevados a cabo por su partido.

De la socialdemocracia a la derecha

En primer lugar en lo que se refiere a la definición ideológica. Ciudadanos nació como un “movimiento cívico y transversal socialdemócrata” que trataba de ocupar el vacío en el centro izquierda que supuestamente había dejado el discurso soberanista del PSC de la época. Aquella pátina progresista no fue obstáculo para que en 2009 Rivera impulsara una coalición encabezada por el abogado Miguel Durán, ex director general de la ONCE, expresidente de la cadena privada Telecinco y durante años muy vinculado al sector del juego en España.

Aquella iniciativa fue patrocinada por el millonario irlandés Declan Ganley a través de Libertas, una organización conservadora creada con el objetivo de luchar contra el Tratado de Lisboa. Ganley concibió después la idea de financiar un partido paneuropeo con el que combatir el rumbo que había empezado a tomar el proceso de construcción europea y a través de cual se alió, además de con Ciudadanos, con partidos muy heterogéneos que en su mayor parte sólo tenían en común su posición crítica con la Unión Europea. Entre ellos había además un notable peso de formaciones de centro derecha, los que desató una crisis interna en Ciudadanos que motivó el abandono de dos de sus tres diputados en el Parlament de Cataluña, disconformes con una coalición que tenía “aromas de la extrema derecha” antieuropea y antiabortista.

Ocho años después del fracaso de la alianza con Libertas, en febrero de 2017, Rivera volvió a redefinir la ideología de Ciudadanos, esta vez con la intención de convertirse en la referencia española de los liberales europeos, que ya entonces vivían una fase de expansión. En aquel momento todos los medios ya daban por descontada la victoria electoral de Emmanuel Macron, al que Rivera siempre ha considerado su referencia política en Europa, como presidente de Francia.

La definición del partido es, desde entonces la siguiente: Ciudadanos es una formación “liberal, progresista, demócrata y constitucionalista”. Lo que no ha sido obstáculo para aceptar formar gobierno en Andalucía con el apoyo de la ultraderecha de Vox.

La medida de la responsabilidad

Desde que Ciudadanos consiguió formar grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados, Rivera ha tratado de explicar los cambios de posición de su partido apelando a la responsabilidad. Lo hizo cuando pactó la investidura de Pedro Sánchez, después de las elecciones de 2015, con el que ahora rechaza negociar. Y lo volvió a hacer después, a finales de 2016, cuando acordó apoyar la reelección como presidente de Mariano Rajoy, cuestionado ya entonces por su responsabilidad política en relación con el escándalo de corrupción de la Gürtel.

Rivera pasó de pedir al PP la “valentía” de abstenerse y permitir la investidura de Sánchez con los votos de Cs —entonces decía que Rajoy no tenía credibilidad para liderar la nueva etapa política— a reclamar apenas unos meses después todo lo contrario: “Yo lo que le pido por España a Pedro Sánchez es que negocie la abstención” a la reelección de Mariano Rajoy.

De hecho, Rivera se comprometía a abstenerse si PP o PSOE ganaban las elecciones: “Nosotros lo haremos y estaremos en la oposición”, dejó escrito en Twitter.

Esa posición, sin embargo, ha dejado ya de ser válida después de que el PSOE de Pedro Sánchez ganase las elecciones del 28 de abril. El líder del PP, Pablo Casado, le emplazó públicamente a abstenerse en la investidura del candidato socialista para evitar que se vea obligado a pactar con los independentistas. Rivera, sin embargo, no quiere ni oír hablar de esa posibilidad: Es un “chiste”, replicó. “Estamos en 2019 y los españoles han decidido que hay cinco partidos”.

El valor de la abstención para facilitar la formación de gobiernos tenía mucho que ver con el derecho de la candidatura más votada a formar gobierno, ya sea en España, en las comunidades autónomas o en los ayuntamientos, que Ciudadanos defendía tradicionalmente. Lo repitió Rivera un día sí y otro también para justificar su decisión de mantener al frente de la Comunidad de Madrid al PP después de exigir la dimisión de Cristina Cifuentes y a pesar de la acumulación de casos de corrupción que afectan a  dirigentes madrileños de este partido.

Pero hay notables excepciones a esa regla. La más llamativa, cuando pactaron llevar a Pedro Sánchez a la Moncloa a pesar de que el PP había sido el partido más votado en las elecciones de 2015. También en el ámbito municipal, en el que Ciudadanos se ha hecho con la Alcaldía de varias localidades sin ser la suya la candidatura más votada. En todos ellos, la dirección nacional del partido ha dado por buena esa política.

El caso más reciente es Andalucía, donde Cs unió sus fuerzas al PP y a Vox para impedir gobernar al PSOE, que fue el partido más votado en las elecciones del 2 de diciembre.

Cambios de posición

Desde su fundación, Ciudadanos ha protagonizado sonados cambios de posición en relación con una amplia gama de asuntos, siempre siguiendo el criterio de su presidente.

Uno de los más notables fue el que puso fin a la idea de reformar la Ley de Violencia de Género para, decía hasta junio de 2016 la formación naranja, "terminar con la asimetría penal por cuestión de sexo”. Una afirmación que les situaba fuera del consenso político para luchar contra el machismo en nuestro país —un lugar en el que en estos momentos sólo está Vox— y que han sustituido por la defensa de penas específicas para los hombres que cometan delitos de violencia de género.

También transformó por completo su posición en relación con la cadena perpetua, que en España recibe el nombre de prisión permanente revisable y fue incorporada al Código Penal por el Partido Popular cuando tenía mayoría absoluta. El pacto que Rivera firmó con Pedro Sánchez para gobernar en 2016 incluía el compromiso de derogarla inmediatamente. De hecho, en abril de ese año puso en cuestión tanto su utilidad como su constitucionalidad y votó a favor de una iniciativa de ERC que pedía su derogación con el argumento de que “unas normas generales más duras no previenen los delitos ni sirven para mejorar la seguridad ciudadana”.

Apenas unos meses después, en el mes de octubre, Cs optó por la abstención cuando el mismo asunto volvió a ser objetivo de debate en el Congreso a petición del PNV, igual que en octubre de 2018, también a instancias de los nacionalistas vascos. En aquel debate, Cs, no obstante, seguía siendo crítico con la medida, que calificaba de “demagoga punitiva” y que le hacía preguntarse si lo que se buscaba era “venganza o justicia”.

Todo cambió en marzo de 2018, cuando el numero dos de Rivera, José Manuel Villegas, pasó a sostener que la norma no fuese derogada y a defender además el endurecimiento de las penas y la limitación del acceso de los presos al régimen de semilibertad, conocido como tercer grado penitenciario.

Ciudadanos abraza ahora la igualdad de derechos de la comunidad LGTBi y recurre a menudo a las banderas arcoris para ambientar sus actos. Pero no siempre fue así. En sus orígenes Rivera se oponía a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo y aseguraba en una entrevista que “llamar matrimonio a una unión homosexual crea tensiones innecesarias”.

Para acomodarse a sus pactos políticos, Rivera apoyó en 2017 al PP para bloquear la tramitación de la modificación legal que debía poner punto final al impuesto al sol con el argumento de que supondría una reducción de ingresos presupuestarios. Una iniciativa que ellos mismos habían promovido en agosto de 2016 para poner fin a la regulación que imponía cargos al autoconsumo de electricidad y que su partido había prometido en campaña electoral.

En el programa con el que acaban de presentarse a las elecciones, Ciudadanos también cambió algunas posiciones muy significativas. Ahora propone regular el derecho a la eutanasia con control y garantías para que las personas que padezcan situaciones degenerativas e incurables puedan elegir libre, voluntaria y dignamente el final de su vida y para despenalizar esta práctica en el caso de los profesionales sanitarios que participen de la misma, garantizando en todo caso el respeto a su derecho a la libertad de conciencia. Una posibilidad que, con la ayuda del PP, bloqueó en el Congreso durante la legislatura que acaba de terminar.

El nuevo programa político de Ciudadanos modificó también sus propuestas en relación con la reforma electoral y con los partidos políticos. Los de Rivera ya no piden una nueva ley electoral “para que el voto de todos los españoles valga lo mismo” y “una reforma constitucional para asegurar un régimen electoral que responda al principio ‘una persona un voto”.

Tampoco defiende ya “establecer que la circunscripción electoral permita un reparto equilibrado del censo electoral para evitar la sobrerrepresentación de circunscripciones, como sucede en la actualidad con algunas provincias”, ni la propuesta de “un sistema electoral de doble lista desbloqueada para la elección uninominal y proporcional de ámbito territorial y nacional, respectivamente”. Cs ya sólo pide mejorar “la proporcionalidad del sistema electoral para asegurar que el reparto de escaños se ajuste a lo votado por los españoles” y desbloquear “las listas electorales para que los ciudadanos puedan decidir qué candidatos les representan dentro de la candidatura que elijan”, aunque sin precisar el modelo.

Tampoco persiguen ya garantizar por ley la transparencia económica de los partidos. Ha desaparecido las exigencia de hace tres años para que todas las formaciones tuviesen que desglosar y detallar ingresos y gastos y para prohibir “las donaciones a las fundaciones vinculadas a los partidos de empresas y directivos de empresas que tengan relación económica o de supervisión con las Administraciones”.

En materia fiscal también hay espacio para los vaivenes. El programa de 2016 proponía acabar por igual con el modelo de concierto en Euskadi y Navarra. Ahora, después de firmar un acuerdo preelectoral con UPN —un partido foralista—, Ciudadanos se centra en acabar “con el privilegio que supone el actual cálculo arbitrario e insolidario del cupo vasco”.

Las contradicciones de Ciudadanos alcanzan también a la vida interna del partido. Rivera siempre ha asegurdo y sigue haciéndolo ser un gran defensor del modelo de primarias para elegir a sus candidatos electorales. Sin embargo, desde febrero de 2017 la norma sólo se aplica los candidatos a presidente del Gobierno de España, a presidentes de los gobiernos autonómicos, a los candidatos a las Alcaldías de las capitales de provincia y a los cabezas de lista de las circunscripciones electorales de las elecciones autonómicas, generales y europeas, pero únicamente si “el censo para la elección es superior a 400 afiliados”.

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El sistema está además en cuestión desde que se conoció hace dos meses el pucherazo de Castilla y León, en el que alguien manipuló los votos para intentar que la elegida como candidata fuese la preferida por Rivera, una dirigente del PP recién fichada por el aparato del partido. La dirección de Ciudadanos sigue sin dar explicaciones sobre lo ocurrido.

La formación naranja practica además un política de fichajes que contradice el modelo de primarias. Rivera lo ha practicado casi a diario en los últimos meses en nombre de la “captación de talento”. Gracias a este procedimiento han entrado en las listas por la puerta grande exsocialistas como Soraya Rodríguez y Joan Mesquida, ex dirigentes del PP como José Ramón Bauzá o Ángel Garrido, ejecutivos como Marcos de Quinto o altos funcionarios como Edmundo Bal.

No es, sin embargo, nada nuevo. La mayoría de los 78 alcaldes que Ciudadanos tiene en la actualidad proceden de la política activa y militaban con anterioridad en el PP, en partidos regionalistas o en candidaturas centristas.

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