El verdadero quebradero de cabeza de Sánchez: capear la guerra entre sus socios

La líder de Sumar, Yolanda Díaz, durante un acto de Sumar, en el Teatro Goya.

Este miércoles Pedro Sánchez volvió a tentar a la suerte y salir airoso, pero, con menos margen que en otras ocasiones. Fue una tarde de infarto en el Senado. Estaba en juego la primera victoria o derrota parlamentaria de su Gobierno. Y, hasta el último momento, como en los minutos finales de una película de suspense, el apoyo a los tres reales decretos anticrisis por parte de los socios de investidura fue una incógnita.

Con un golpe sobre la mesa que tumbó la reforma de subsidio de desempleo por la que había peleado Yolanda Díaz y escenificación en las formas, Junts y Podemos quisieron dejar patente la debilidad parlamentaria del Ejecutivo. Su competición electoral con Sumar y Esquerra Republicana es uno de los temas que más dolores de cabeza le pueden traer a Pedro Sánchez durante esta legislatura. ¿Se atreverán a dejar caer al Gobierno?  

Rearmar el relato y cambiar la forma de legislar

La gran crítica que ha recibido Sánchez esta semana es su forma de negociar in extremis, un modus operandi también habitual en Junts y que la anterior legislatura le había funcionado. “No puede seguir forzando los tiempos para no dar margen de maniobra y jugar con el chantaje emocional de que sus socios no pueden votar en contra”, explica Toni Aira, profesor de Comunicación Política en la UPF Barcelona School of Management.

Si la estrategia de Junts y Podemos se mantiene podría tener un efecto mimético en otros partidos nacionalistas que suelen apoyar las medidas del Gobierno. “Esta primera votación ha desnudado la inconsistencia del relato de que le apoya una amplia mayoría”, comenta el profesor de la Universidad de Navarra Jordi Rodríguez Virgili. “Creo que la acción legislativa del Gobierno debe cambiar, tiene que pactar antes y contar más con el resto”.

La competición entre Junts y ERC: dos actitudes hacia el Gobierno de coalición

Junts y Esquerra Republicana tienen puesta la mirada en las próximas elecciones catalanas en un año en el que la ley de la amnistía y el posible regreso de Carles Puigdemont seguirá tensionando las relaciones de los partidos independentistas con el Gobierno. “Junts apretará todo lo que pueda y el Gobierno de Sánchez tendrá que medir estratégicamente hasta dónde le compensa ceder”, opina Virgili.

Uno de los motivos que explican la actitud de Junts es ganarle terreno a Esquerra. Como explica Aira, su apoyo al Gobierno le ha pasado factura por la sensación de que han sido “títeres en manos de Sánchez”. El partido de Oriol Junqueras perdió 300.000 votos en las municipales y han pasado a tener la mitad de la representación en el Congreso. Junts no quiere arriesgarse a que les pase lo mismo.

Junts, la amnistía por encima de la ideología

Aunque se suele equiparar ideológicamente a Junts con la antigua Convergencia, muchos politólogos catalanes se esfuerzan por matizar las diferencias que separan a los dos partidos. “Convergencia era un partido de gobierno, de centroderecha y nacionalista, pero Junts tiene la independencia como único objetivo e ideológicamente tiene tres corrientes oficiales: la liberal, la socialdemócrata y la de izquierdas”, aclara Toni Aira.

Mientras el debate sobre la amnistía esté sobre la mesa, lo más probable es que sigan apoyando al Gobierno para conseguir prebendas y competencias para Cataluña, como la de inmigración, con el desgaste que esto supone para la imagen del PSOE. Parece que la dureza en el discurso partido de Puigdemont es más una cuestión de escenificación y relato para perjudicar a ERC en el espacio político que comparten que un riesgo real de que dejen caer a Sánchez.

Sin embargo, tal y como avanzaba en esta sección de comunicación política hace unos meses el profesor de Ciencia política de la Universidad Complutense de Madrid, Joan Navarro, “conforme el tema territorial se vaya empezando a encauzar y Junts recupere el espacio de la derecha catalana que ocupaba CiU, los partidos de la derecha nacionalista del Congreso no se van a sentir tan cómodos con el Gobierno progresista del PSOE y Sumar”.

La venganza como estrategia política: pros y contras

Como vimos el miércoles en el Senado, los cinco diputados de Podemos también amenazan con ponérselo difícil al Gobierno de coalición en esta recién estrenada legislatura. Como sucedió en la conformación de las listas de Sumar al 23J, en la negativa de la formación morada a apoyar el decreto, las fobias personales han estado por encima de las cuestiones políticas.

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“Se ve nítidamente que lo que hicieron es por venganza a Yolanda Díaz, pero también con que ellos dicen que no se les llamó ni consideró en la negociación... En los últimos tiempos, hay una sensación de que Podemos es sinónimo de barullo, que ya no les interesa la gente y que solo les importan sus tretas internas”, opina Aira.

Aunque esta visión sobre Podemos cala más entre un sector de los votantes progresistas, ser un verso suelto en el parlamento puede ser una estrategia beneficiosa a corto plazo, pensando en las elecciones europeas, ya que les permite estar en la agenda y dar la imagen de que siguen influyendo en el Gobierno.

Sánchez tendrá que bucear con astucia entre las aguas revueltas de Podemos, Sumar, Junts y Esquerra Republicana para intentar que no le den más sustos. “Todo va a depender de la aprobación de los presupuestos. Si consigue sacarlos adelante será una legislatura con una actividad legislativa muy baja, pero se mantendrá”, concluye Virgili.

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